Las constantes lluvias de los últimos días han provocado derrumbes en varios tramos de carretera de los municipios de Simojovel, Amatán, El Bosque, San Andrés Duraznal, entre otros de Chiapas, con las desastrosas consecuencias que ya conocemos: se bloquea el paso de vehículos y, a veces, hasta de peatones, por varias horas o días; los servicios de luz, telefonía e internet sufren apagones porque las toneladas de tierra, piedras y árboles que se deslizan por las pendientes afectan el cableado y los postes que los sostienen; las mercancías y combustibles como la gasolina no llegan a su destino y las comunidades y pueblos padecen la escasez y un súbito incremento en los precios ya de por sí elevados.
Los enfermos de las comunidades, que de suyo, son poco aficionados a salir de las rancherías y prefieren curarse con hierbas por los elevados precios de los medicamentos, se agravan sin remedio por no tener acceso a los hospitales de la ciudad o fallecen en el camino; se suspenden clases porque los profesores no pueden llegar a sus centros de trabajo; ente muchas otras desgracias.
El problema es que esta situación se repite cada vez que el agua -que debiera ser una bendición para toda esta región dedicada en su mayoría al cultivo de la tierra-, cae por varios días.
Alguien pudiera argumentar que los fenómenos naturales son incontrolables y de alguna manera impredecibles y, por tanto, no se puede hacer nada para evitar los desastres carreteros que aquí provocan; sin embargo, eso no es del todo cierto. Gran cantidad de esos derrumbes se pudieran evitar con un mejor sistema de drenaje de las aguas pluviales, mantenimiento continuo de los caminos y, sobre todo, mejor vigilancia en el uso correcto de los recursos para asegurarse que su construcción sea de la mejor calidad y técnica o científicamente diseñados de tal forma que resistan los embates del mal tiempo.
Quienes transitamos por estos lugares hemos sido testigos del pésimo trabajo que realizan las constructoras a la hora de pavimentar una carretera, hacer un bacheo, construir alcantarillas, canales de desagüe y muros de contención. No se requiere ser especialista en el área para darse cuenta de que, muchas veces, las obras recién terminadas ya presentan baches o cuarteaduras incluso antes de ser inauguradas; o que tal o cual carretera lleva años sin que se le dé mantenimiento adecuado, favoreciendo el crecimiento de maleza, la acumulación de tierra en los canales y alcantarillas y provocando el reblandecimiento del asfalto o concreto.
Evidentemente, vialidades que se encuentran en estas condiciones no soportarán ni siquiera las primeras lluvias.
Justamente ahora, Amatán se encuentra incomunicado desde hace varias semanas con el resto de municipios chiapanecos por el derrumbe en una carretera de reciente reparación; mientras que los municipios de Simojovel El Bosque y Huitiupan, ven cortado una y otra vez el tránsito hacía Bochil y Tuxtla Gutiérrez, porque el cerro que se encuentra a la altura de la comunidad de Altagracia sufre un nuevo derrumbe cada vez que llueve.
Es de todos conocido que esta región, y casi todo el estado de Chiapas, no cuentan con una buena infraestructura carretera. Sus ínfimas inversiones en este renglón siempre han sido muy pobres, manteniéndonos siempre en la postración; y los pocos recursos que se destinan para ello se despilfarran y nunca aterrizan en una buena obra.
Llama la atención que aun cuando se pregona diariamente y a los cuatro vientos que este gobierno ya no es como los de antes, la historia se repita exactamente igual que en el pasado sin que nadie le ponga remedio al problema. Y no sólo eso; todo mundo sabe que la política del Gobierno federal, respecto a mejorar las vías de comunicación terrestre en el sureste, es la misma que la de los anteriores gobiernos e, incluso peor, porque además de absorber todos los recursos públicos para favorecer sus obras emblemáticas como la inundada refinería de Dos Bocas, el inconcluso Tren Maya, el fallido aeropuerto Felipe Ángeles y el Megaproyecto Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, ha desaparecido el Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN) que podría servir en casos como los que estamos comentando.
Además, con su llamada pobreza franciscana ha dado un nuevo manotazo a recursos que podrían ser utilizados por los gobiernos estatales para enfrentar la situación como es el Fondo de Reconstrucción de Entidades Federativas, dado a conocer en agosto pasado.
Los chiapanecos no nos debemos dejar engañar por los ácidos discursos en contra de políticos del pasado si no vemos en los hechos una diferencia real de este y los anteriores gobernantes, en asuntos tan cercanos a nosotros como es el arreglo de nuestras carreteras.
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