Muchas personas creen que los medios de comunicación, por el simple hecho de existir, son fuentes fiables de información veraz e imparcial. De manera que quienes así piensan, al ver algo publicado en periódico, radio o televisión, automáticamente lo consideran como verdad segura, simplemente porque "ya lo dijo la prensa". Nosotros, los antorchistas, y en general la gente humilde de nuestro país, con quienes trabajamos, debemos entender que esto no es cierto. Por más que se estudie científicamente y se reglamente el oficio del periodismo y sus variantes, y se exija y asegure su imparcialidad, esto no es real, y no puede serlo porque no existe fenómeno social que pueda ser realmente imparcial.
La imparcialidad es una fantasía ante la cual no hay más remedio que tomar partido. ¿Partido a favor de qué? De la verdad, de la honestidad, del decoro.
Con esto no estoy negando que la prensa en general y los periodistas no estén obligados, por respeto a su oficio, a ser "imparciales", entendido esto como el deber de respetar la realidad y enunciar los hechos sin tomar partido de los actores ni defender a unos y perjudicar a otros, sobre todo cuando se trata de temas controversiales.
En tales casos, los periodistas necesitan ser precisos, imparciales y reservarse sus opiniones. Ser imparcial sería, en opinión de los especialistas, ser equilibrado con los temas y los puntos de vista; reflejar una amplia gama de opiniones; examinar visiones opuestas, y asegurarse de que ninguna corriente de pensamiento quede excluida del reportaje.
Pero la realidad es diferente y es la que cuenta, o por lo menos la que debemos entender nosotros para saber cómo nos beneficia y de qué manera nos podemos defender en medio de una sociedad en la que los medios de comunicación son, en su gran mayoría, todo menos imparciales y equilibrados.
Los medios de comunicación son estructuras transmisoras de información, observadoras de lo que sucede, y uno de los instrumentos esenciales para su trabajo son las fuentes, de las cuales toman las noticias que luego se difunden, y determinan sin duda la toma de decisiones por parte de los ciudadanos.
Sin embargo, la realidad es la imposición de ideas, mensajes o solicitudes a los medios de comunicación por parte de agentes externos: funcionarios públicos, dirigentes sociales, integrantes de sectores privados, políticos, entre otros, que pueden ocasionar un tratamiento sesgado a la hora de seleccionar sus agendas, afectando la objetividad y criterio informativo.
Pero no nos engañemos, amigo lector, desde la misma "línea editorial" de cada medio ("orientación permanente de sus publicaciones: intencionalidad de sus editoriales, selección de sus columnistas, personajes que se entrevistan o se silencian, hechos que se destacan o se omiten, enfoque habitual de las noticias") la imparcialidad queda desterrada.
El medio es una empresa cuyos dueños son ahora más que nunca, empresarios capitalistas, defensores de los intereses de las clases poderosas y del sistema de privilegios que los ha convertido en eso, y no se van a detener en consideraciones éticas o morales acerca de lo que sus medios van a decir y cómo lo van a decir; los periodistas y obreros de la comunicación son sus empleados, obligados a obedecer esta línea.
De manera que si alguno de ellos encuentra información que es veraz y de interés, pero contradice a la línea editorial, simplemente, y aunque sienta escrúpulos o remordimiento, no la va a decir, y si se atreviera a hacerlo, en el medio, la edición revisa a detalle cada letra que se va a publicar, de modo que si hay información que pasó el filtro del periodista y no conviene a la empresa publicarla, no pasará el filtro de la edición y, así, la verdad está sometida, oculta y condicionada a los intereses de los dueños de los medios de comunicación, propiedad de los grandes ricos del mundo.
Eso es lo que se llama ideología, es decir que los intereses y visiones de las diferentes clases (divididas todas en explotadas y explotadoras, dominantes y sometidas, las cuales luchan entre sí) no se pueden omitir y dominan inevitablemente todas las formas del pensamiento, entre ellos el periodismo y la información. No hay remedio, los medios de comunicación no pueden ser imparciales.
Es necesario decir, de todos modos, que en esto de tomar partido por las clases en lucha y sus intereses, hay de medios a medios y de periodistas a periodistas, y los hay que pese a ello tratan de ser equilibrados y tienen cierto decoro, mientras otros son verdaderos mercenarios y se venden al mejor postor, para lo cual son capaces de afirmar las más escandalosas falsedades, destruir la fama y el prestigio de personas con decoro, convertir en hermanas de la caridad y hasta santos a verdaderos pillos y delincuentes, y arrastrarse por el suelo, ellos y su dignidad personal (que no la del oficio) para quedar bien con el patrocinador.
¿Quiere esto decir que un periodismo veraz y responsable no es posible? No digo eso, pero afirmo que la imparcialidad es una fantasía ante la cual no hay más remedio que tomar partido. ¿Partido a favor de qué? De la verdad, de la honestidad, del decoro y, por todo ello, de las clases y sectores más desprotegidos, que son los que siempre quieren ser callados, calumniados y destruidos en favor de los poderosos.
Por eso nosotros, los antorchistas, creemos que tiene razón George Orwell, autor de la novela 1984: "En una época de universal engaño, decir la verdad constituye un acto revolucionario", pero, mejor aún, nos atenemos a la gran verdad de Antonio Gramsci: "Decir la verdad es siempre revolucionario". De esta suerte, el solo hecho de estar a favor del progreso y del futuro nos hará defender la verdad, es decir, que los revolucionarios nunca vamos a necesitar de la mentira y la falsedad, sino que siempre defenderemos la verdad y eso bastará para que estemos del lado de la revolución.
Aplicado esto al periodismo, un verdadero periodismo tiene que tomar partido claramente y establecer su propia línea editorial en este sentido: defender la verdad. Y sólo eso lo pondrá del lado de los explotados, de los sometidos, de los pobres y, con sólo eso, ayuda a acabar con la explotación, el sometimiento y la pobreza.
Por eso, sí hay periodismo de esta estatura, de esta lo es el periodismo que hace la revista Buzos de la Noticia que en estos días está celebrando su aniversario número 24, y quiero felicitarles con el más fraterno de los abrazos, entusiasmada, porque viene a rescatar el periodismo que hoy se necesita, porque viene a ayudarnos a los humildes a defender la verdad y a darla a conocer, porque la honestidad y el decoro de quienes hacen posible este periodismo merecen y tienen el apoyo de las personas buenas, que somos la gran mayoría, y todos mis compañeros antorchistas de Campeche lo deben saber, para que se sumen a mi entusiasmo y felicitación. En medio de este fárrago de mentiras, calumnias y falsedades que es el medio de la comunicación en todas sus plataformas, hay una luz de esperanza, intensa, decidida y gallarda en el cuerpo de la revista Buzos de la Noticia y de todos los que la hacen posible.
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