El pasado 1 de septiembre el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador rindió su Informe de Gobierno, oficialmente el número cinco y el penúltimo de su mandato. Esta vez, los analistas políticos y opinadores prestaron poca atención al contenido de su informe, pues se trató de otra repetición de ideas propagandistas diariamente machacadas en la “mañanera”, una colección de anuncios triunfalistas y supuestas promesas cumplidas que cada día se alejan más de la realidad. Quedó claro, eso sí, que el de AMLO es un gobierno que ha entrado en su fase decadente y que, por lo mismo, cada día deja más en evidencia sus graves errores e inconsistencias.
En su lugar, la opinión pública se centró en las formalidades del Quinto Informe de Gobierno: el hecho de que el discurso del presidente López Obrador se realizó no en Palacio Nacional sino en Campeche; su traslado a bordo del Tren Maya, rodeado de gobernadores y de algunos de los hombres más ricos del país, como Carlos Slim y el bochornoso incidente en el que los vagones del tren se quedaron detenidos por más de dos horas en el pueblo de Yaxcabá, Yucatán, por fallas en el sistema de mantenimiento; así como la ausencia en la ceremonia del informe de algunos gobernadores como Cuitláhuac García y el “regaño” a Rocío Nahle por no cumplir la promesa de que la refinería Dos Bocas produzca gasolina.
Este fue el último informe que presentó López Obrador antes de las elecciones presidenciales de 2014 y de que se conozca a la persona que lo sucederá en el cargo, por lo que algunos analistas calificaron la actitud y el discurso del presidente no como el de un jefe de Estado, sino como el de un coordinador de campaña preparando el terreno para la próxima elección. Es claro, que la prioridad del presidente y de su gobierno está centrada en imponer a su sucesora al costo que sea.
Hace mucho que renunciaron a la posibilidad de competir en la elección presidencial de 2024 respetando a la Constitución y a las leyes del país y, sobre todo, ya no le apuestan a convencer a la población, sino que preparan una elección de Estado, en la que se utilizará todo el aparato represivo del gobierno, los programas sociales y a la burocracia administrativa para coaccionar a la población o para manipularla con la intención de asegurar su éxito en las urnas.
De ser necesario, incluso, se apropiarán de la elección a través de la fuerza y la violencia, tal como acabamos de ver que ocurrió en el proceso interno de Morena, concluido el pasado 6 de septiembre.
No tienen de otra: los resultados del gobierno de López Obrador son pésimos y su tan cacareada transformación en realidad es una farsa. De acuerdo con algunos datos publicados por el Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES), diversos indicadores económicos y sociales han retrocedido en el país:
Con estos y otros datos, es claro que el régimen fracasó en su promesa de “renovar la vida pública del país”, lo que hace que día con día aumenta el descontento de las masas trabajadoras del país que ven cómo su situación empeora.
En cuanto al empleo, más de 32.2 millones de mexicanos viven del sector informal, o sea, que no tienen seguro médico ni prestaciones de ley; el presumido aumento del salario mínimo solo ha beneficiado a 6 millones de trabajadores en los últimos 5 años y los programas sociales del gobierno en realidad no llegan a los más necesitados, en el sexenio se ha reducido en 30% el apoyo a las familias más pobres, mientras que se ha triplicado entre los sectores de mayores ingresos.
El 71% de los mexicanos carece del ingreso suficiente para superar el umbral de la pobreza para sostener a su familia, es decir, 98 millones de personas en México padecen algún grado de pobreza, según datos de investigadores como el doctor Julio Boltvinik de la UNAM.
En el terreno de la salud, el número de mexicanos que carecen de acceso a un sistema público y de calidad, alcanzó la cifra de 50.4 millones, tan solo este sexenio aumentó en 30 millones. El famoso Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que vendría a sustituir al “neoliberal” Seguro Popular, fue un fracaso que tuvo que ser eliminado a mediados del sexenio dejando sin cobertura a 68% de la población.
En cuanto a la educación, entre 2019 y 2021 los estudiantes de primaria y secundaria perdieron hasta 1.7 años de aprendizaje en promedio. La matrícula del nivel de educación básica cayó en más de un millón de niños y adolescentes. Solo el 68% de los egresados de bachillerato ingresaron a la universidad. Mientras que el salario real de los profesores ha caído hasta en 12%, pagándoles solamente 11 pesos por hora.
Y en materia de seguridad la situación es tétrica: el sexenio acumula más de 165 mil asesinatos, muchos más que los registrados en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; tan solo en los primeros tres meses de 2023 el número de feminicidios creció en 200 mujeres y cada día hay más de 26 personas desaparecidas. Lo que provoca que el 78% de la población considere insegura la ciudad en la que vive.
Con estos y otros datos, es claro que el régimen fracasó en su promesa de “renovar la vida pública del país”, lo que hace que día con día aumenta el descontento de las masas trabajadoras del país que ven cómo su situación empeora. De ahí que no exista el supuesto respaldo popular al proyecto presidencial y crezca la preocupación de quienes consideran que el gobierno morenista prepara el terreno para robarse la elección y desterrar la democracia.
En tan singular panorama, es urgente que más mexicanos abran los ojos y vean el verdadero rostro del gobierno morenista. Es necesario apretar el paso para formar una alternativa política vigorosa con un proyecto de gobierno que verdaderamente combata los problemas del país desde la raíz y que permita superar la pobreza, la desigualdad y la violencia. En esa tarea estamos empeñados todos los antorchistas del país. Vale.
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