Con el triunfo de la candidata del partido Morena, Delfina Gómez, en la elección por la gubernatura del Estado de México, muchos mexiquenses creen que ganó el cambio, que se terminó con los corruptos del PRIAN, y que vendrá lo mejor para todos. Sin embargo, para analizar un tema y encontrar las posibles soluciones, debemos revisar sus orígenes y causas de fondo.
Intentemos hacer este ejercicio. Después de la revolución de 1910, para lograr la estabilización del país surgieron los partidos oficiales: el PRI y el PAN y, por otro lado, el Partido Comunista Mexicano (PCM), este último sin registro. La mayor parte del siglo pasado fue el PRI el que ganó el juego político, gobernando a sus anchas, sin cuidarse de hacer las cosas bien; por ello, en el último tercio, por las presiones políticas y ante el descontento social que existía por la falta de atención a las necesidades básicas de la población, la clase económica que domina el país buscó modificar el control para no afectar al gran capital. Es así como surgió la famosa reforma política que dio cabida a más partidos e incluyó en las estructuras de poder a la oposición, en consonancia con la burguesía internacional que buscaba la democratización de los pueblos, con la participación de la ciudadanía sin trastocar los intereses económicos de los grandes empresarios.
Esta oportunidad se convirtió en atractivo para la supuesta oposición y así empezó el nuevo juego democrático, perverso, en el que incluso cayó la supuesta izquierda; es decir, el viejo PCM, el PT, el PSUM y posteriormente el PRD. En este último fue donde varios priístas vieron la posibilidad de conservar privilegios y migraron alegando supuestos agravios, cuando en realidad eran priistas de cepa. Ejemplo de ello son: Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal, y un largo etcétera.
Sólo a nivel de ejemplo diremos que tanto Cuauhtémoc como Ricardo Monreal ya habían sido gobernadores con el PRI; Andrés Manuel, presidente del PRI estatal en su estado natal, Tabasco; o sea, de ninguna manera se trataba de algún sector relegado, lo que hace suponer que un grupo distinguido de los poderosos del país astutamente decidieron cambiar varios de sus cuadros al naciente partido para no perder el control y, con nueva cara, seguir manipulando al país.
A los pocos años de vida, el PRD se desgastó y, toda vez que el primer experimento había funcionado con éxito, la fórmula fue nuevamente puesta en práctica. Ensayo y error, hasta que en esta última década nació Morena, partido en el que los mismos políticos, apoyados por la alta burguesía, han encontrado el traje a la medida para seguir engañando al pueblo, pero gobernando para sus propios intereses.
El fenómeno se repite en todos los niveles. En Ixtapaluca, por ejemplo, Felipe Arvizu y su equipo, que hoy ostentan la presidencia municipal bajo las siglas de Morena, ya habían gobernado ixtapaluca por varios años antes del 2012 bajo las siglas del PRI; Arvizu ya había sido director de varias áreas de gobierno, delegado administrativo estatal, donde la gente tramitaba documentos básicos, y donde, bajo su cargo creció de manera alarmante el coyotaje. Quienes vivimos en Ixtapaluca, sabemos que fue el periodo en que los entonces priistas, eran los más corruptos.
“Feli-pillo” como se le conoce en el argot político del municipio, y la mafia de su cuñado Armando Corona, cuando sintieron que perderían su mina de oro en el 2012, sin el menor rubor se cambiaron de partido, al PAN; en el 2015 cambiaron al PRD y ahora a Morena con tal de llegar nuevamente al poder. O sea que los que piensan que acabaron con esos priístas de antaño, de épocas pasadas que dañaban a nuestras comunidades, no se dan cuenta que en realidad son esos priistas los que hoy están gobernando con un nuevo color, pero con las mismas mañas.
Con este apretado resumen ¿realmente podemos decir que ganó el pueblo? ¿Realmente ganaron los buenos? ¿Ya se acabó la corrupción? Lamentablemente, la gente que pensó de manera honesta, que su voto era contra el pasado, se equivocó. Votaron por lo mismo que dicen combatir, por los políticos que han robado a manos llenas y que hoy roban con traje de diferente color. Como dice el dicho, es la misma gata, nada más que revolcada.
Este hecho se reafirma por el tiempo que llevan gobernando los supuestos defensores del pueblo. ¿Qué han hecho, qué cambio real existe para bien? ¿Hay desarrollo económico? ¿Tenemos empleo suficiente? ¿Ya tenemos el sistema de salud de Dinamarca? ¿La canasta básica bajó de precio? ¿Tienes alternativa de vivienda? No debemos olvidarnos que el mejor criterio de verdad es la práctica, y al abrir esa ventana, sólo vemos un país desolador.
A pesar de que Ixtapaluca tiene un presupuesto de más de 1,000 millones y que llevamos año y medio con este gobierno del supuesto cambio, sólo se han hecho pequeñísimas obras para taparle el ojo al macho, y así seguir engañando al pueblo con fachadas y con remodelaciones. Y para ocultar su descarada ineficiencia y fraude, culpan a la administración anterior, como arma de defensa. Sin embargo, si no sabían cómo hacerlo, ¿para qué querían gobernar?
Recientemente la comisión federal de electricidad está cortando la luz a los pozos de agua de las comunidades, dejando en esta época de extremo calor sin agua a los habitantes, situación inhumana, donde también hay responsabilidad municipal por la falta de pago, cuestió que no había sucedido en los últimos años.
La ciudadanía necesita conocer la historia, sobre todo la de los actores políticos, para no dejarse engañar por modas políticas, para no permitir que sólo porque se presenten con traje nuevo, piensen que son diferentes. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, dice el dicho, y su contrario es igualmente válido, el que la conoce no cometerá el mismo error. Necesitamos trabajar en unidad, bajo un principio: a favor de los que menos tienen de manera honrada, luchar por empleos, desarrollo económico, e infraestructura social. Esto será posible cuando el pueblo se quite la venda de los ojos. Hoy más que nunca es necesaria la organización popular.
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