Estamos a poco más de un mes de que se lleven a cabo las elecciones en nuestro país y las noticias sobre que este es el proceso electoral más violento en la historia de México se hacen cada vez más constantes. Diferentes medios de comunicación llevan el registro de más de 386 sucesos que han dejado más de 500 víctimas en agresiones que van desde amenazas, atentados, secuestros, desapariciones y homicidios.
Un estudio realizado por la Consultora Integralia registra que, al menos en quince entidades federativas, existe alto riesgo de que se dé la intervención del crimen organizado el día de la jornada electoral.
De acuerdo con dicho análisis, los estados con más probabilidades de que se genere violencia son Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Chiapas y Morelos, entre otros, ya que en estas regiones hay una disputa de los grupos delictivos por controlar los territorios.
Incluso se ha señalado por diferentes analistas políticos que cada vez es más notoria la intervención del crimen organizado en el proceso electoral a través del financiamiento de campañas políticas, la imposición de candidaturas y la violencia política, sin que se descarte que puedan tener intervención directa en las casillas el día de la jornada electoral.
Llama la atención que hace unos días, en el estado de Chiapas, sujetos encapuchados y armados hayan interceptado, en un retén colocado por ellos, a la candidata de Morena a la Presidencia de la república, Claudia Sheinbaum, a la salida de Motozintla, para hacerle algunas peticiones.
Andrés Manuel López Obrador minimizó el hecho y aseguró que se trató de un montaje y que es parte de la guerra sucia que llevan a cabo sus opositores, entre ellos, los de LatinUs; dijo que no se trata de algo grave, ya que el país vive en paz y cualquiera puede viajar por las carreteras de México con toda tranquilidad y sin ninguna preocupación.
Ha declarado el mandatario:
“En otros tiempos había retenes de la delincuencia, incluso con uniformes de la policía ministerial, pero ahora ya no hay, no me he enfrentado a ningún retén y tampoco tengo información y todos los días nos informamos de lo que pasa en el país”.
Pero la realidad registra todo lo contrario, ya que en la inmensa mayoría de los estados existen retenes instalados por el crimen organizado, donde diariamente decenas de personas son privadas de su libertad o asesinadas y se cometen asaltos al transporte de carga y público e incluso a vehículos particulares.
Lo que pasó en Chiapas debe ser un nuevo llamado de atención a los servicios de inteligencia del país sobre la grave situación que se está viviendo y no se debe subestimar el hecho.
Bastaría hacer una revisión de la prensa nacional para documentar que cada año se roban miles de millones de pesos en mercancías, que van a parar a los mercados informales y que cada vez los asaltos son con mayor lujo de violencia.
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Son cientos los asesinatos de choferes que se cometen con tal de que detengan sus unidades de transporte; es tan grave la situación que el país sufre un déficit de trabajadores del volante, pues estos ya no quieren conducir por carreteras inseguras.
He aquí una prueba más de que la política implementada por el Gobierno federal de “abrazos y no balazos” ha sido un rotundo fracaso, mientras buena parte del territorio de la nación es controlado por los grupos delictivos.
El llamado sereno, pero enérgico, que venimos haciendo millones de mexicanos para que el Gobierno federal frene la violencia y garantice que lo que resta del proceso electoral sea tanto para candidatos como para electores, seguro y pacífico en todos los estados, es necesario y urgente que se tome en cuenta.
No debemos tolerar que las campañas se sigan tiñendo de sangre mientras las autoridades hacen como que no pasa nada. Por tanto, la exigencia se debe convertir en un clamor popular para que se nos garantice ejercer de manera ordenada y en paz nuestro derecho constitucional a elegir a quienes nos gobernarán por los próximos seis años.
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