MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pueblo sin ley

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Existe una historia contemporánea que cuenta…

En los municipios fronterizos de nuestro estado, éste, el más olvidado de toda justicia, donde la vida hasta hace unos años era, cuando menos, pacífica y donde parece que, hasta Dios, no recuerda quiénes somos.

En estos pueblos la gente ya no vive, sus espíritus están quebrantados, la gente no sale a las calles y los niños, han dejado de ser niños al ver la crueldad que ha quitado la inocencia a sus ojos. No salen, no juegan, no ríen, algunos ni siquiera van más a la escuela…

En estos pueblos sin ley, no existe más el gobierno de los trajes oscuros, a las entradas hay una barricada. Esta la cuida don Noé, el panadero; don Juan, su hijo el mecánico; el mal llamado “robamilpa” que se ganó el apodo de niño porque, supuestamente había tomado unas mazorcas del plantío de don Esteban, y otros ocho hombres más.

La gente del pueblo, todos los días les lleva alimento, pues no dejan que los malos entren, defienden con fuerza a la gente de “Moto” y a ellos no los celebran el 15 de septiembre.

Dicen que allá, por Mazapa, los vieron entrar, venían en tres camionetas blancas, traían armas gruesas de esas que son pa’ matar a los animales del monte, y que “traiban” también a los hijos de los “del agua” uno de 14 y otro de 17, apenas había sido su cumpleaños; dice que los agarraron porque andaban sentados en la banqueta a las 8 de la noche, son unos niños pero fueron arrebatados de los brazos de sus padres para unirse a la fuerza al grupo de los malos. A don Juan, “el del agua” se le secó el cerebro, ahora viven en el cerro, allá cuidan al último barraco que les queda.

Pero un caso todavía más grave es el de doña Emita, la que lava ajeno. Dicen que le llevaron a su marido enfrente de ella, que lo hincaron y que, junto con su suegra les dijeron que “ese parásito ya va a morir” y se lo llevaron los malos, doña Emita ya no ve bien y su suegra no camina más. Ahora a esta la cuidan sus nietos y, a la otra, no le ha quedado más que seguir lavando, dicen que cada ocho días lava también la ropa de su marido, no vaya a ser que una caridad de Dios permita que vuelva y se le llene de rojo la cara al ver su ropa tan “mal puesta”.

Si hay alguien que lo sepa, no duden en avisarnos porque la gente está cansada de vivir así nomás, de ya no sentir en la calle ni en la iglesia ni en su hogar, esa calma que reinaba, esa que hoy ya no está, dejen tranquila a mi gente, déjenla vivir en paz.

Pero es que esto no era así, antes podía salir uno a la calle, dejar las bicicletas afuera de la tienda y no había quien se la llevara. Los niños eran niños, jugaban con pelotas y palos a todo aquello que la imaginación permitiese y las mujeres lucían sus vestidos largos los domingos para salir al mercado, doña Elia hasta combinaba su morral con el color de su falda.

Pero es que esto no era así, las escuelas estaban abiertas, lo mismo que la casa de cultura donde ahora es la presidencia municipal, que resguarda a un pillo que nada hace, más que andarse metiendo en líos, hay hasta quien dice que ese fue el que mandó a traer los malos para que cuando los sacara, la gente harto se convenciera de que era buen político, pero que después ellos, los malos, ya no quisieron negociar, pero ya estaban adentro del pueblo.

Pero es que esto no era así. La gente salía, se conocían, silbaban y se saludaban entre ellos, todos los niños, éramos sobrinos de don Damián, el señor que enseñaba palabras en Mochó para conquistar a las hembras a aquellos que lo seguían.

Ya no hay más entradas al pueblo, está cerrado Mazapa, dicen que hasta van a tirar el puente y también cerraron Las Cruces y hoy por la tarde ya se movieron a El Monjón.

¿Qué pecado habremos cometido?, ¿será que San Francisco se molestó porque ora hay más iglesias en donde ya no hay santitos y saltan y bailan los jóvenes?, ¿o será porque dejamos que juera prioste el presidente municipal y doña Evita Mateo bastante enojada está?, ¿quién salvará de la delincuencia a los Mochós de esta tierra?, ¿quién devolverá la calma a los que vivimos acá?,

Si hay alguien que lo sepa, no duden en avisarnos porque la gente está cansada de vivir así nomás, de ya no sentir en la calle ni en la iglesia ni en su hogar, esa calma que reinaba, esa que hoy ya no está, dejen tranquila a mi gente, déjenla vivir en paz.

Lamentablemente es la realidad de los pueblos fronterizos de nuestro estado que no, ya no es una historia sino la más cruda de las realidades. Exigimos a las autoridades que se frene la ola de terror en Motozintla, Mazapa de Madero, Amatenango de la Frontera y Comalapa. El pueblo chiapaneco merece vivir con paz y tranquilidad. ¡Alto a la delincuencia!

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