* De los 36.6 millones de hogares en México, el 47.0 % tienen alguna deuda o crédito
Ante un desempleo que, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se situó en el primer trimestre del 2024 en el 2.5 % de la población económicamente activa, equivalente a un millón 500 mil personas sin empleo, y un sueldo mínimo mensual que no sobrepasa los 7 mil 468 pesos mensuales, con los que sostienen a su familia 23 millones 392 mil 875 trabajadores formales y no formales, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), y una canasta alimentaria que de abril del 2023 a abril del 2024 se incrementó 5.7 % al situarse en dos mil 299 pesos, los mexicanos más pobres tienden a endeudarse o adquirir préstamos con alto grado de interés para satisfacer sus necesidades más elementales.
Los datos más recientes de la Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los Hogares (Enfih) 2019 del Inegi, refieren que de los 36.6 millones de hogares en México, el 47.0 % tienen alguna deuda o crédito educativo, grupal, comunal o solidario, crédito en una caja de ahorro de conocidos o del trabajo, préstamos de familiares o amigos, en una casa de empeño, prestamistas o agiotistas y otros.
El avance en la tecnología y la comunicación en las redes sociales ha propiciado que, por estos medios, mediante la creación de apps de préstamos independientes o simplemente mediante anuncios en los grupos de ventas, se ofrezca a toda persona otorgarle préstamos con mínimos requisitos como: no revisar el Buró de crédito, que el solicitante sea mayor de edad, cuente con INE o una identificación vigente y un comprobante de domicilio. Las tasas de interés son altas y no cuentan con plazos de pagos flexibles.
Al respecto, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) advierte que el modus operandi de dichas “empresas” consiste en:
Martina Huerta, vecina de una colonia popular de Nicolás Romero, es una de las personas que al experimentar el cobro de altos intereses y la obligación de pagar lo que no debía comentó:
“Junto con diez personas solicitamos un préstamo grupal, cada quien define la cantidad de dinero que necesita, unos tres mil, otros cinco mil y algunos hasta 10 mil; para darte el recurso te piden el 10 % de enganche. Cada semana una persona lleva y deposita en el banco la cantidad acordada en común como pago, pero en cierta ocasión esta persona, según ella, la asaltaron, y terminamos todas volviendo a pagar ese dinero y de las que no pusieron. Además, si te atrasas, por cada día te cobran de multa 500 pesos más de intereses, el banco no te perdona nada; desde entonces ya no le entramos a ese tipo de cosas, salimos perdiendo más”.
Doña Martina contrató un préstamo en una institución legal; sin embargo, México, al ser un país en el que la desigualdad se manifiesta en la pobreza, la marginación y la exclusión de amplios sectores de la población, representa un “mercado” propicio para ofrecer préstamos, a través de anuncios en las redes sociales y propaganda de casa en casa.
De esa manera, hay “empresas” no legales que contratan a cientos de jóvenes para ofrecer préstamos, premios o promociones con la finalidad de defraudar a aquellos que creen en sus promesas.
Jorge López Hernández es uno de los jóvenes que, al buscar trabajo, se capacitó sin saberlo para tal cometido:
“Se promocionan de manera llamativa, te hacen creer que son ventas o atención al cliente, te ofrecen sueldo base y comisiones; poco a poco te explican en el entrenamiento que el trabajo es ofrecer desde nuestro celular préstamos, premios o promociones al cliente para engancharlo. La finalidad es conseguir su número de tarjeta de crédito, convencerlos de los beneficios y, en el caso de las promociones, incitarlos a realizar el pago, del cual nos corresponde 20 %; ya cuando el cliente va al establecimiento referido se da cuenta que es un engaño. Ya para entonces la ‘empresa’ cambió de instalaciones y, si llegamos a tener problemas, nos dan otro chip para que nunca nos localicen”.
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