Para nadie es desconocido que, desde siempre, el ser humano ha buscado la forma de mejorar su nivel y calidad de vida. La historia nos ha demostrado cómo, con mucho esfuerzo y hambre de cambio, la humanidad pasó de la edad antigua a la edad moderna, siempre con una etapa superior a la anterior.
Sin embargo, esos cambios cualitativos no se dieron de forma espontánea; hubo sacrificios y luchas internas para derrotar lo viejo y dar paso a lo nuevo, permitiendo el avance gradual de una etapa a la siguiente.
Ante todo este desastre nacional, las autoridades no escuchan los reclamos; ellos tienen su propia versión de la realidad, una realidad totalmente distorsionada.
En la actualidad, la sociedad sigue buscando un cambio que haga menos difícil vivir. Las condiciones son diferentes, pues el desarrollo de la sociedad es mucho más avanzado en comparación con la edad antigua o la edad media, pero los elementos que la conforman siguen el mismo patrón.
Por un lado, tenemos a un pequeño grupo de personas que lo tiene todo, domina todo y siempre va a luchar por mantener el estado de cosas; por el otro, a una inmensa mayoría que no tiene nada, solo su fuerza de trabajo, la cual debe vender al mejor postor para poder sobrevivir.
Ese gran grupo de personas está conformado por obreros, campesinos, amas de casa, jornaleros, profesionistas, es decir, los pobres de México.
Centrándonos en lo que ocurre actualmente en nuestro país, vale la pena hacer un análisis del México que queremos, de la sociedad que todos anhelamos, pero que pocos estamos dispuestos a luchar para conquistar.
Esa sociedad soñada por muchos debe ser más justa y equitativa, donde las familias tengan lo necesario para vivir dignamente: una vivienda, salud de calidad, educación científica, empleos bien remunerados, una carga fiscal justa, caminos y carreteras en buen estado, acceso al servicio de agua, medicinas suficientes, apoyos para los agricultores, libertad de expresión, seguridad, y oportunidades para que los jóvenes practiquen un arte y deporte, entre muchas otras cosas.
Sin duda, esa sociedad ideal es lo que todo mexicano debería tener en su mente y luchar por ella todos los días. Sin embargo, aunque más de uno así lo sueña, poco o nada hace para hacerlo realidad, dejando en manos de otros el poder lograr esa gran hazaña.
Hoy en día, el pueblo tiene más acceso a los medios de comunicación, lo que les permite informarse diariamente de los principales acontecimientos. Hoy se enteran de primera mano del pésimo servicio de salud que prevalece en todo el país, de cómo, a través de la educación, tratan de influir en los niños y niñas para aceptar como bueno lo que ocurre, haciéndolos sólo espectadores distraídos y no verdaderos agentes de cambio.
Hoy se observa cómo repartir dinero entre los pobres no es la solución al problema de miseria, sino que, en realidad, lo agrava. También se ve cómo a los agricultores se les niegan los apoyos para producir, cómo la inseguridad ha tomado el control de las calles y de estados enteros, y cómo los niños con cáncer no tienen medicinas.
Ante todo este desastre nacional, las autoridades no escuchan los reclamos; ellos tienen su propia versión de la realidad, una realidad totalmente distorsionada. Pero todo lo anterior se puede y debe cambiar.
Iniciamos con una nueva administración morenista, en la que no se observa que haya cambios en las estrategias para sacar adelante a nuestro país; pareciera que quien sigue gobernando es AMLO, y eso ya habla mal del nuevo gobierno.
Por todo lo anterior, los mexicanos no debemos ser solo espectadores a través de las redes sociales; necesitamos tomar partido del lado del grupo al que pertenecemos, es decir, del lado de los pobres, y luchar de manera decidida para cambiar las cosas.
Ya no queremos más de lo mismo; urge un cambio de modelo económico, urge, como ya se dijo, una sociedad más justa para todos, y hoy una opción es, sin duda, el Movimiento Antorchista Nacional, que desde hace 50 años ha venido luchando de la mano de los más desprotegidos para lograr ese sueño de tener una vida digna.
Si todos los mexicanos nos organizamos, lo vamos a lograr. A eso los invito: a organizarse, educarse políticamente y luchar como un solo hombre y con un solo ideal.
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