Vivimos tiempos de incertidumbre en el terreno educativo también, aunque este sector no tenga la misma cobertura mediática como la presentación diaria de cifras de contagios y defunciones que difunden las autoridades de salud; pero también afectan y sin duda, tendrán duras repercusiones en el futuro; es una desgracia que transcurre en silencio.La pandemia de la covid-19, ha venido a poner al descubierto las deficiencias del sistema educativo que ya se enfrentaban desde antes de que llegara; que, si bien no son exclusivas de este sexenio de gobierno, quienes vivimos el día a día del trabajo en las aulas, con los docentes y padres de familia; percibimos claramente que tampoco esta administración tendía a mejorar tal situación de abandono.No se percibe entre los maestros y maestras de México, la tan mencionada "revalorización" del docente.Y por supuesto, también la epidemia ha permitido clarificar el reto de lo que falta por hacer.No solo vino a evidenciar nuestras carencias, sino a imponer nuevos retos.
La Educación Media Superior (EMS) ya estaba en una situación difícil desde antes de la pandemia, algunos datos: en México, según datos de SEP (2019), se atendían en este nivel a aproximadamente cinco millones de alumnos, en más de 21 mil planteles que abarcan los cerca de 33 subsistemas agrupados en cuatro grandes vertientes según su sostenimiento: federales, estatales, particulares y autónomos; las cuales cuentan con currículo enfocados al área de bachillerato general (63 por ciento), técnico (36 por ciento) y profesional técnico (1 por ciento); enmarcadas en el sistema de competencias que remiten al Marco Curricular Común.En esta situación, se presentaban ya graves problemas como la cobertura (entre 50 y 80 por ciento según diversas fuentes), el abandono escolar (12.9 por ciento según SEP), la situación contractual de los docentes (Interinatos y docentes con pocas horas de trabajo), y como consecuencia, los niveles del logro educativo que nos ubican en el último lugar de la OCDE (2017): 62 por ciento de estudiantes de tercer semestre en el nivel más bajo de matemáticas y 34 por ciento en el mismo nivel en comunicación y lenguaje.
Ante esta situación, ¿qué vino a agravarse con la pandemia?, no hubo una orientación clara para atender a los estudiantes desde el inicio de la suspensión de actividades, ni siquiera una coordinación clara, pues diferentes estados iniciaron la suspensión de actividades y terminaron el ciclo escolar en diferentes fechas, a pesar de los esfuerzos de autoridades estatales e incluso de la creación del sitio http://jovenesencasa.educacionmediasuperior.sep.gob.mx/, cuyos cursos no tuvieron mucha relación con los contenidos curriculares y se enfocaron más a la parte emocional de Construye-T.Es decir, el sistema educativo no se preparó, solamente reaccionó ante la nueva situación, a pesar de que ya se veía venir desde diciembre, haciendo lo que mejor sabe hacer: dejar la tarea a los maestros.Así, los docentes se lanzaron a realizar una tarea de enorme sacrificio y de mayor desgaste, con sus propios medios y recursos, con los que tuvieron al alcance, buscando, convenciendo, a veces arriesgando; duplicando sus jornadas laborales, más sacrificada aún la tarea entre las compañeras que además de docentes, son madres de familia; tarea quizá equiparable a la de los trabajadores del sector salud.El resultado es trágico, pues no solo no contamos con la infraestructura necesaria para este cambio obligado de educación a distancia, sino que tampoco estamos preparados (pues asistir virtualmente a webinars y crear un millón de cuentas de google no es capacitación).La figura docente es una pieza fundamental en el funcionamiento de la escuela mexicana, y deberá pasar mucho tiempo e invertir grandes recursos para transitar a otra forma de educación.Mientras las autoridades educativas sostienen que la atención a los estudiantes se logró en un rango de 70 a 85 por ciento, el acercamiento con docentes indica que no sobrepasó el 50 por ciento.Y falta ver con qué calidad se logró tal atención.La brecha de la desigualdad educativa y tecnológica sigue profundizándose durante la pandemia.
¿Qué nos depara el futuro en esta nueva situación? Nada halagüeño.La pandemia no está controlada aún, por uno o dos años más estaremos a expensas de sus rebrotes y no se ven en el horizonte formas en que los docentes puedan profesionalizarse sin tener una retribución económica; todos los procesos de evaluación están detenidos, (según el INEE, el 75 por ciento de los docentes estatales, están contratados por horas clase, lo cual los obliga a buscar otras fuentes de ingreso) y no hay en el corto plazo formas de crecimiento profesional.
En esta situación, los docentes y sus directores deberán alistarse para la nueva etapa de la "nueva normalidad" y allegarse por sus propios medios y recursos, los materiales necesarios para la sanitización y para cumplir los protocolos del posible regreso: docentes, asesores, tutores, administrativos, gestores y, por si eso fuera poco, ahora guardianes de la covid-19.
Hace falta un verdadero programa que le apueste en serio a la educación, la ciencia y la tecnología, la importancia como una de las vigas maestras del desarrollo del país, y los recursos necesarios que permitan una verdadera transformación del país; que ponga a la educación a la vanguardia, y no a expensas de lo que sobre.
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