Platicando con un funcionario del organismo de agua potable en el municipio de Ixtapaluca, le hicimos hincapié en que el problema del agua es de una gran dimensión. Le comentamos que estamos conscientes de que el problema del agua requería mucha disposición y capacidad para ser resuelto porque los mantos freáticos, que son las capas de agua que se acumulan en el suelo a una profundidad determinada, están cada vez más profundos. Pero recibimos como respuesta un gesto de indiferencia.
El interfecto es un “chapulín” que ha recorrido la mayor parte de la geografía política, y el puesto que ocupa es uno de esos que te “ganas” por favores, amiguismo. En este caso, es el que realmente dirige la dependencia encargada del agua en este lugar.
En la distribución de las responsabilidades administrativas siempre se ha buscado combinar la alineación política y el perfil para garantizar un mínimo de buenos resultados. Con la llegada de Morena al gobierno federal y, como consecuencia, en los gobiernos estatales y municipales, los cargos en las dependencias se redujeron a la simpatía política, exclusivamente o, como dijo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sobre el criterio para elegir a sus secretarios de estado: "Noventa y nueve por ciento honestidad y uno por ciento capacidad".
Sin embargo, su “honestidad” se refiere al servilismo y a la fe ciega, la que no cuestiona las malas decisiones. Los números no mienten: aunque el presidente repita hasta el hartazgo sobre “su” combate a la corrupción, México ocupa el lugar doce, de quince países de Latinoamérica, en el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción 2023, elaborado por Americas Society/Council of the Americas y Control Risks (El Economista, 28 de junio de 2023).
Así las cosas, para el funcionario de referencia, por la reacción y la forma de atender el problema en específico, no es importante el conocimiento del agua y la complejidad de la situación.
El Sistema Estatal de Información Urbana, Metropolitana y Vivienda (Sisvem), en su decreto 14 del 9 de noviembre de 2006, considera en la Zona Metropolitana del Valle Cuautitlán-Texcoco (ZMVCT) a 59 municipios, las diecinueve alcaldías de la Ciudad de México y un municipio del Estado de Hidalgo, con 21.8 millones de habitantes. Este es el tamaño de la necesidad de agua potable en el Valle de México.
Para Ixtapaluca, su necesidad de agua potable es para satisfacer la necesidad de 542 mil habitantes, décimo lugar en la población del Estado de México (Edomex). Para atender la demanda de agua potable existen 46 pozos y diecisiete tanques de almacenamiento; además, seis comités autónomos de agua potable, de entre los que destacan Ayotla y Coatepec.
Hasta 2021, la inconformidad por el abasto de agua ya no era motivo de preocupación; los mismos comités autónomos recibían el apoyo municipal para su funcionamiento cuando lo requerían por alguna contingencia no prevista.
Por esta razón llamó mi atención cuando el presidente municipal de Ixtapaluca, ahora morenista, antes priista, Felipe Arvizu, publicó el 16 de enero de 2022 en su cuenta de Facebook que el pozo 19, de Los Héroes, se había rehabilitado.
Historias de los nativos de la zona, que después fueron confirmadas, dicen que ese pozo hace más de 25 años ya no tiene agua; el manto freático ya se encuentra muy profundo. Los más avanzados de edad, recuerdan con nostalgia que ahí estaban los lavaderos a los que acudían cuando no había agua en San Francisco Acuautla o en Coatepec, por eso es que el tanque elevado y el pozo muy bien pintaditos y todo, pero ya no dan agua.
Más que la anécdota, es la mentira de un presidente municipal, reflejo del cinismo presidencial, que un día sí y otro también, se encarga de denostar, acusar, mofarse y, sobre todo, mentir. Como siempre, la realidad es otra.
Los cierres de la carretera federal México-Puebla, las manifestaciones en las puertas de organismo de agua potable y de la misma presidencia, que se repiten con mayor frecuencia, son el mentís de su cantaleta “en nueve años de gobierno antorchista no se hizo nada”, “desde hace más de seis años se encontraba inservible debido al saqueo de sus instalaciones” (Diario Evolución, febrero 4, 2022).
El dirigente vecinal, Guillermo Aguilar, denunció la falta mantenimiento a la red hidráulica, y de pericia en el manejo de válvulas: “ha hecho que se revienten las tuberías”. En una zona, en las laderas del Cerro del Pino, con más de una veintena de colonias, donde no faltaba agua, ahora es la queja diaria. No han sido pocas las ocasiones en que la carretera permaneció cerrada hasta por doce horas por la falta de atención a la demanda de agua potable en el poblado de Ayotla.
El problema del agua se agudizó en los municipios gobernados por Morena, y se vuelve detonante de la inconformidad social. Pero como siempre, al puro estilo presidencial, la culpa es del gobierno anterior.
El desagüe, otro tema. No sólo la red de agua potable necesita mantenimiento: también y con mucha más razón el drenaje. De pasadita, y sólo como un ejemplo, ante la inundación en las colonias de la zona de Santa Bárbara y La Coyotera del 31 de agosto —de la que dieron razón todos los medios como la nota del día y por la que enseres domésticos, muebles, vehículos, utensilios de cocina, flotaban a media calle—, el gobierno hizo oídos sordos y a diferencia de ocasiones anteriores, los vecinos no recibieron apoyos pingües o simplemente no recibieron nada.
Otro municipio que cambió el color por el partido gobernante fue Chimalhuacán. Ahora, igual que Ixtapaluca, lo gobierna Morena. Aquí la necesidad de agua potable es de 705 mil habitantes, quinto lugar en población en el Edomex.
En el año 2000, las redes de agua potable eran muy contadas; estaba cubierto el circuito nativo, pero en las colonias de la parte baja, tanto redes de agua potable como de drenaje eran contadas. El agua se surtía en pipas y el drenaje se descargaba en canales a cielo abierto.
En el año 2020, en plena pandemia del covid-19, levantaron bandera blanca para ambos servicios, incluido el Ejido Santa María, fraccionado de forma desorganizada y arbitraria por los ejidatarios —sin aportar recurso alguno y sin aceptar ninguna regulación, abusando de su estatus— y donde se asientan poco más de quince mil familias.
La geografía de este municipio quedó cubierta por las redes de agua potable y de drenaje. De esa forma, a la munícipe morenista, chapulina también, como su símil de Ixtapaluca, sólo le quedaba darle mantenimiento a ambas redes; a ambos sólo les quedaba disfrutar de la mesa puesta, pero no ocurrió así. Ambos prefirieron darle prioridad a sus necesidades o las de su partido, como la hoy gobernadora del Edomex, Delfina Gómez, que cínicamente declaró en un debate que quien robó, perdón, cobró diezmo a los trabajadores de Texcoco, fue Morena.
La ciudadanía está padeciendo su elección y, seguramente, la seguirá padeciendo. Las manifestaciones no se han hecho esperar; la carretera México-Texcoco ha padecido la protesta ciudadana; el Mexibús se ha visto afectado hasta por seis horas por la demanda de agua potable en las colonias, como Villa San Agustín, pueblo ancestral y que no padecía de este servicio.
La improvisación es tal en el organismo que han tenido que cambiar en tres ocasiones, en menos de dos años, porque simplemente no saben del asunto y ya se les puso duro el barniz. La actual directora batalla entre los mandatos de las autoridades municipales, un oscuro personaje y la “asesoría” del esposo de la presidenta municipal. A sufrir.
Ambos municipios son tan sólo un botón de muestra de la forma irresponsable y maniquea en que gobierna Morena. El problema del agua se agudizó, difícil per se, en manos de aprendices de brujo, y se vuelve detonante de la inconformidad social. Pero como siempre, al puro estilo presidencial, la culpa es del gobierno anterior.
Pero después de dos años de gobierno ya no hay para dónde hacerse, porque aun dándoles el beneficio de la duda y considerando que ofrecieron, entre otras muchas cosas, mejorar el gobierno y dar buenos resultados, ya no digamos mejores, estos no se miran.
Esperar que el 2023 será mejor para 1.25 millones de ciudadanos de ambos municipios (7.3 % de la población del Edomex), Ixtapaluca y Chimalhuacán, si en dos años de gobierno no hay obras de impacto.
El presidente municipal de Ixtapaluca se la pasa inaugurando obras que se construyeron en periodos de gobierno anteriores y a las que les falta mantenimiento y mejoras en instalaciones, como las destinadas a la atención a la tercera edad, que están cerradas o a medio uso. Los polivalentes se utilizan como bodegas.
En Chimalhuacán se descuidan obras importantes para el esparcimiento, como el Parque Ecoturístico del Cerro del Chimalhuache, donde se halla uno de los planetarios más importantes, después del que tiene el Instituto Politécnico Nacional. El museo donde está la monumental escultura del Guerrero Chimalli cerró, con el pretexto de que no hay recursos, cuando sí recibe presupuesto.
Nada podemos esperar, porque como dice la jerga popular, se viene “el año de Hidalgo” y los recursos se utilizarán, sin temor a equivocación, para la compra de votos.
Como siempre, sólo la educación y la organización políticas del pueblo pueden llevarnos a un mejor destino y el cumplimiento de la sentencia “¡Proletarios de todos los países, uníos!”, Marx dixit, se hace más necesaria. Al tiempo.
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