Morena, y el gobernador Barbosa detrás de ella y del PAN, impugnan los triunfos que los candidatos antorchistas conquistaron limpia y contundentemente en las pasadas elecciones del 6 de junio, a saber: Josué Elías Velázquez Bonilla, en Huitzilan obtuvo 3,611 votos, el 51% del total de los sufragios emitidos; en Ocoyucan los ciudadanos eligieron entre Antorcha, el PAN y Morena y la mayor votación la obtuvo Rosendo Morales Sánchez con 5,830 votos, superando a su competidor más cercano, del PAN, quien obtuvo 4,188 votos. Los impugnan mañosa e ilegalmente en la forma, pues las quejas las presentaron fuera de tiempo y ante instancias que no estás legalmente instituidas para recibirlas, y en cuanto al fondo, jurídicamente hablando, con argumentos que no se sostienen ni en la lógica ni en los hechos. Asunto que ya han abordado muchos comentaristas.
En esta ocasión invito a mis lectores a ir más al fondo, a los motivos profundos que mueven a los impugnadores, en su intento de echar abajo los triunfos antorchistas. Desde mi modesta opinión lo que molesta a Morena y al gobernador Miguel Barbosa es que los electores de ambos municipios son culpables de un grave delito, a los ojos de los que se sienten dueños de Puebla y de todo México.
Josué Elías Velázquez Bonilla y Rosendo Morales Sánchez lograron esa victoria porque representan al pueblo trabajador que ha vencido en su lucha pacífica y democrática por el poder político de sus municipios. Y ese delito no se lo pueden perdonar los derrotados, es decir, los económicamente poderosos y los políticos tradicionales, que habían detentado ese poder desde siempre, en exclusivo beneficio de sus intereses particulares.
Los poderes fácticos existentes en cada municipio, los dueños de la mayor parte de las tierras y de las viviendas, del comercio, del transporte y la industria existentes, una vez que Antorcha llega al poder, ya no tendrán trato preferente, no harán negocios en lo oscurito, lo cual obviamente afectará sus ganancias. Visiblemente molestos porque se perturban sus negocios, ordenan a los políticos a su servicio que intervengan para que todo vuelva a ser como antes.
Por su parte, los políticos de todos los pelajes ven en Antorcha un oponente al que se debe derrotar a cualquier precio. Porque el ejemplo de los gobiernos antorchistas los deja muy mal parados en cualquier comparación. Con Antorcha hay abundante obra pública, se atiende las necesidades y carencias de las mayorías como son la educación, la vivienda, la salud, el deporte, se combate el rezago ancestral, en una palabra se gobierna con el pueblo y para el pueblo.
Esa es la razón por la cual los económicamente poderosos y los políticos de todos los colores se amafiaron para arrebatarle al Movimiento Antorchista las presidencias de Ixtapaluca y Chimalhuacán, y en el estado de Puebla pretender hacer lo mismo en Huitzilan y Ocoyucan.
Del análisis anterior se desprende que todo ciudadano que ha comprendido que el progreso y desarrollo de sus municipios sólo será posible una vez que se arranque el poder de manos de los caciques y los políticos corruptos, necesita apoyar al Movimiento Antorchista en esta lucha en defensa del voto popular, porque es la lucha del pueblo trabajador.
Finalmente, el hecho de que Morena esté impugnando los triunfos electorales de los candidatos antorchistas, revela dos verdades que es importante recoger: primera, que Morena, lejos de lo que prometió en campaña, no está del lado de las mayorías, pues representa y defiende los intereses de los asesinos y ladrones; segunda, que hasta el momento los candidatos de Antorcha constituyen la mejor opción de un gobierno municipal del pueblo y en beneficio del propio pueblo. Por eso la actual lucha requiere el apoyo de todos los ciudadanos amantes del progreso.
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