Hubo callado para siempre su voz, lo sabíamos, pues al sonar los primeros acordes melodiosos de la guitarra anunciando que “ha nacido un cuento”, sus labios, apretados como nunca, emitieron ningún sonido, había muerto.
María del Rosario Graciela Rayas Trejo, oriunda de Querétaro, dejó su vida terrenal el 21 de agosto de 2014. Hace apenas unos días, la misa dominical repicaba 8 campanadas, una por cada año de ausencia de la inigualable voz de quien siempre recordaremos bajo el seudónimo de Tehua. Una caricia a las notas del bolero mexicano, la clave, la romanza y cada uno de los géneros que interpretó con su voz de terciopelo.
No hubo interpretación más bella de “blancas mariposas”, sino fue en la voz de Tehua. Las mariposas emanaban de sus labios y parecía verse a Monet pintando aquellos tonos difusos en su caballete, así era la voz de Tehua, pintura en movimiento que se hacía canción delante de sus espectadores.
Con su inigualable voz y su forma de interpretar su “caja de recuerdos”, llevó a la música popular mexicana a escucharse prácticamente en todo el mundo, incluso rescatando canciones cuyos intérpretes no hubiesen tenido el mismo éxito, en su voz se hizo inmortal “Tata Nacho”, “Alfonso Esparza Oteo”, “Agustín Lara”, incluso el mismísimo “Chava Flores” a quien dedicó un disco completo con un arreglo que reinventaría su melodía y le entregaría los colores de la acuarela de voz de Tehua, que hasta hoy no dejamos de disfrutar.
Queriendo tener una proyección vocal similar a la de la gran Lucha Villa, Tehua iniciaría su carrera musical a la edad de 26 años, por ello emigró de Guanajuato a la Ciudad de México, en los años 70, su voz inmortalizó también a la canción de protesta, así estrechó relaciones con Amparo Ochoa y Óscar Chávez. Su vida, como su carrera, fue sencilla y su muerte provocó poco eco entre la gente común de nuestro país.
Sin embargo, la música popular mexicana, le debe a Tehua no sólo el reconocimiento y rescate de grandes piezas musicales que, gracias a su voz pudieron volver a la vida, sino también la increíble interpretación de tantas bellas canciones que lograron inmortalizarse en su voz y que siguen siendo referente de una ejecución más que brillante, más que sentida, más que vibrante, colocando cada nota en su sitio, cada sentimiento en sus justos términos, excediéndose jamás pues hubiese provocado lo ordinario de una pieza magistral, eso nunca hubo en la voz de Tehua.
Además de sus interpretaciones en español, también prestó a la inmortalidad piezas musicales en distintas lenguas pronunciadas perfectamente y que demostraron el profesionalismo con el que cantaba María del Rosario, siempre engrandeciendo a nuestra música, la música hecha por el pueblo humilde de México y que en su canto hizo eco a nuestros ancestros, a nuestra música primigenia y a nuestra herencia, enorme legado del cual, sin duda deberíamos sentir henchirse de orgullo el pecho, al menos eso logra también con su canto Tehua.
Antes de morir, dijo: “La música allí está, yo no puedo presumir que rescaté a la música mexicana tradicional, yo no la he rescatado, yo la he repetido y gracias a ello yo he sido rescatada por la música”, y tenía razón, sin embargo, habrá que hacer justicia en que para repetir las notas de los grandes autores de nuestra música popular mexicana se necesita más que una bella voz, se necesita un dominio más que bueno del instrumento, entenderla, sentirla y poder proyectarla en sus justos términos y ahí justamente yace la grandeza de Tehua.
Los mexicanos tenemos una deuda con Tehua, de esas deudas que, en ocasiones, sólo se pagan post mortem, por eso, queridos amigos, hagamos que la voz de Tehua, surja de nueva cuenta de debajo de la tierra y que fecunde el suelo del mañana de sus añoranzas mexicanas, del legado musical de nuestro pueblo que es más que grande y que hincha el corazón de todo aquél que la escucha, escuchemos con atención y sobre todo con intención a Tehua, el pueblo hoy lo necesita como herramienta cultivadora, de sensibilidad y educación, contra quienes le ofrecen cuentas de vidrio a cambio del oro de nuestra música, del oro de la voz de Tehua.
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