El fin de 2021 se aproxima y los retos para 2022 se incrementan, pues las políticas económica y política de nuestro país están dando visos de que las cosas no irán mejor en términos de bienestar social. Las estadísticas no mienten, la calidad de vida de los mexicanos continuó deteriorándose aceleradamente este año, tanto o más que en los dos anteriores de administración morenista.
Veamos. De acuerdo con la reciente encuesta de Enkoll, en diciembre de 2021 la preocupación de los mexicanos por la falta de dinero y empleo se triplicó con respecto a octubre de 2018 (dos meses antes de la toma de protesta del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador). La incertidumbre económica –haciendo a un lado la pandemia de covid-19–, lideró la serie de angustias en que se debaten los mexicanos (sin que ello quiera decir que otros problemas apremiantes hayan desaparecido o incrementado), aseguró Heidi Osuna, directora general de la casa encuestadora al diario emeequis. Esta preocupación no es injustificada. En los últimos dos años de pandemia se perdieron un 1.6 millones de micro, medianas y pequeñas empresas (mypymes), 20 de cada 100 personas empleadas perdieron su trabajo, por lo que el Producto Interno Bruto de México sufrió una contracción histórica de 8.2%. Por su parte, el Gobierno se limitó a realizar algunos préstamos, pero al cabo de los meses los negocios terminaron bajando la cortina.
Millones de mexicanos que se resistieron a mendigar en las calles y a morir en la miseria tras perder su empleo, ingresaron a las filas de la informalidad, engrosándolas a tal grado que actualmente 55.6% de la población ocupada es informal, aportando 21.9% al PIB de 2020. Una vez más, los mexicanos viendo por ellos mismos, porque este gobierno desde que inició de la pandemia no los ha ayudado.
De 2018 a 2020, 6.5 millones de mexicanos se convirtieron en pobres extremos y 9 millones en pobres por ingresos, por lo que más de la mitad de la población (56%) ahora está en esa condición según cifras del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM. A la crisis económica, desde agosto la tendencia inflacionaria no se detiene y desde noviembre se ha convertido en la más alta de los últimos 20 años (8%), por lo que los productos más elementales de la canasta básica cada vez son más difíciles de adquirir.
La ya empobrecida dieta de los mexicanos se depaupera día con día, obligando a los mexicanos a consumir productos ricos en calorías, pero con deficiente índice nutricional; alimentando con ello una serie de enfermedades incurables e impagables. A la pobreza alimenticia se suma la imposibilidad de satisfacerse salud, educación, vivienda, esparcimiento, seguridad, entre otros derechos humanos.
En octubre de 2018, la seguridad y el combate al crimen organizado era el asunto más apremiante para los mexicanos. Al día de hoy, aunque la situación económica preocupa más a los mexicanos, la inseguridad se ha agravado y estos tres años administración morenista se han convertido en los más sangrientos de los últimos seis sexenios. Carlos Salinas (29 ,621), Ernesto Zedillo (42,426), Vicente Fox (31,427), Felipe Calderón (43,525), Enrique Peña (65,834) y con Andrés Manuel (107,665) (Inegi y Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). La estrategia de “abrazos no balazos” en materia de seguridad no está funcionando y ha tenido como resultante, un incremento de 22.7% de los homicidios dolosos; de 77.5 homicidios que se realizaban al día en la gestión anterior hoy se cometen 95.2 (Gobierno de México). En este mismo tenor, también la seguridad de mujeres, adultos mayores, jóvenes y niños se ha visto vulnerada en los últimos dos años. Los feminicidios crecieron 31%, a 2020 habían sido asesinadas 34,588 mujeres de acuerdo con ONU Mujeres. Los esfuerzos anteriores de disponer albergues para mujeres maltratadas, estancias infantiles y apoyar a las madres buscadoras de sus hijos desaparecidos se han visto reducidos a cero, apenas se estrenó como mandatario López Obrador.
Al desamparo de las mujeres se suma el desabasto de medicamentos para los menores con cáncer y la desaparición de programas de salud, como el Seguro Médico Siglo XXI que atendía a menores que requieren atención de alta especialidad y que por segundo año consecutivo no se contempló en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2022, dejando a cientos de menores desamparados en medio de una pandemia mundial.
A esta suma de negligencias políticas que en nada benefician a los que menos tienen en nuestro país, una vez más la muerte se hace presente para miles de mexicanos que no tuvieron forma de cuidarse para sobrevivir al coronavirus. Al día de hoy, hay más de 300 mil muertos por covid-19 y, desde 2019, miles de derechohabientes han denunciado el constante desabasto de medicamentos. En tan sólo 2021, aumentaron 1,200% las quejas por falta de medicina en el IMSS, eso sin consideran que el mismo problema se presenta en el ISSSTE y en demás centros de surtimiento, por la mala decisión o errónea implementación de la medida del presidente en la adquisición de medicinas.
En materia educativa, la situación tampoco es halagüeña: un millón de estudiantes de todos los niveles dejaron de estudiar desde que inició la pandemia, de los cuales 586 mil 610 alumnos eran del nivel básico (Tercer Informe de Gobierno). A pesar de que los datos de la propia Secretaría de Educación Pública siempre generaron desconfianza, pues incluso antes de la pandemia miles de niños mexicanos no tenían la posibilidad de asistir a una escuela, y por tanto nunca se visibilizaron, los niños y jóvenes que sí asistían se quejaron desde un inicio de sus clases virtuales y otros tantos simplemente no tuvieron la posibilidad de migrar al sistema digital por la imposibilidad económica de sus padres para garantizárselas y para atenderlos, sin considerar a los que no tienen luz eléctrica, ya no se diga los que no conocen internet ni sus plataformas. El retroceso educativo de la niñez y juventud mexicana aun es incalculable, pero ya ha comenzado a causar estragos en ellos.
Este escenario y el retorno a clases presenciales obligaba a la SEP y a la Federación a replantearse el modelo educativo de cara al agravamiento de la pandemia, pero ocurrió todo lo contrario. Los niños y jóvenes continúan siendo los más vulnerables: no han sido vacunados ni existe un plan serio ni en puerta para hacerlo y ante el regreso el Gobierno no ha garantizado el abasto permanente de material sanitario (cubrebocas, gel antibacterial, etc.) y a los miles de planteles saqueados durante estos primeros años de pandemia se suman los que carecen de infraestructura, espacio, agua, luz, ventilación y atención médica expedita al alcance de los niños. La niñez y juventud mexicana está seriamente en peligro, aun cuando sólo fueran 100 de ellos.
La lista de problemas sigue, desde el acoso a académicos, estudiantes, organismos autónomos hasta el asesinato de ambientalistas, mientras la cuarta ola está en puerta y la variante Ómicron de la covid-19 acecha, la inflación sigue creciendo y los muertos y damnificados de esta administración crecen por millones cada año.
Las diversas estrategias implementadas por el Gobierno actual no parecen diseñadas para los pobres de México, sino todo lo contrario, para quienes tienen con qué sobrevivir y cuidar de su vida. Probablemente, como mexicano desconoces y con tanto problema de tu quehacer cotidiano no estás enterado de todo lo que acontece en el país, pero esto y más es parte de lo que ha venido haciendo el Gobierno que prometió bienestar apenas llegara a la silla presidencial. Los mexicanos que aspiramos a construir un México con más y mejores oportunidades no podemos obviar o ignorar la realidad, pues, de lo contrario, nunca podremos construir una nueva y mejor. Cada vez somos más el número de pobres, y somos pobres más pobres, y no porque así lo queramos. Mira a tu alrededor y verás que no eres el único, pero si te organizas con los mexicanos progresistas que luchamos y buscamos un mundo mejor, tu situación y la de millones puede cambiar si te decides a no ser un simple espectador y víctima de este Gobierno.
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