Este año será de enorme complejidad para el sector educativo por la inestabilidad política, social y económica que ha provocado la pandemia que se alarga y cuyas consecuencias educativas van en aumento con graves e irremediables problemáticas, por el hecho de que México es de los países con más los niveles más altos de contagio y decesos de América Latina, se advierte difícil que en los siguientes meses haya un regreso general a las aulas, y la modalidad que siguen aplicando para los niños y jóvenes que están en edad de estudiar es seguir tomando los cursos por televisión y radio, que son medios que ya conocemos el estándar de que no solo no los tienen en casa, si no que ahora ya se ve algo más inalcanzable por la situación económica tan lacerante que se ha incrementado dentro de la mayoría de las familias.
Sin embargo, las consecuencias de todo lo anterior son realmente graves. De entrada, un gran número de estudiantes desvinculados de la escuela y eso se deja ver en los primeros reportes de evaluación de este año. La brecha de conectividad en el país se está abriendo aún más. De acuerdo con la UNESCO, en México, 24.84 por ciento de los estudiantes de entre 7 y 17 años no tiene acceso a internet y 4.47 por ciento no cuenta con televisión por lo que no pueden estudiar a distancia durante la contingencia, pero, no obstante, le agregamos con ello que los niveles de aprendizaje padecerán un descenso muy importante ante la fragilidad académica de la mayoría de los esquemas de educación a distancia que se están llevando a cabo. Esto enfocándonos solamente en los alumnos. Pero quienes los están atendiendo, maestras y maestros, ¿dónde quedan? ¿Ellos si estaban preparados? ¿Cuentan con las condiciones para la modalidad a distancia? La UNESCO muestra que el 81% de los maestros de primaria y el 78% de los docentes de secundaria a nivel mundial apenas cumplen con los requisitos para desempeñar sus funciones, demostrando que muchos no estaban preparados para abordar los problemas a los que se enfrentarían. El caso de Latinoamérica es todavía más preocupante, ya que el 83% de los maestros de primaria y 84% de los maestros de secundaria no cuenta con las herramientas necesarias para enfrentar los grandes retos que ha traído la pandemia.
Pero estas razones muestran la desigualdad de oportunidades a los problemas de conectividad, falta de equipo tecnológico y desconocimiento del uso de plataformas digitales ahora en nuestros docentes, y con esto se observa solo la gran indiferencia de nuestro actual gobierno a medida en que la disponibilidad de recursos tecnológicos y el apoyo a los maestros no son de suma importancia. Expertos en la materia nos dicen que mínimo para una enseñanza online requiere planificación previa de, al menos, 6 a 9 meses, para poder tener una interacción adecuada con sus alumnos y poder transmitir el aprendizaje necesario. La docencia en este periodo en contextos virtuales o remotos no se planificó con esa antelación y se realiza en condiciones de gran incertidumbre y en medio de una crisis.
No obstante, han aumentado las exigencias de trabajo de los docentes mientras que al mismo tiempo se les pide que rápidamente adaptaran sus clases planificadas de manera presencial a una interacción virtual o a distancia. Pero nunca consideraron la heterogeneidad en los docentes sobre cuán familiarizados estaban con las herramientas virtuales o modalidades a distancia, ni las condiciones familiares que afectan el trabajo docente. Y en este periodo nos hemos dado cuenta de que ahora trabajar en casa, estando en un mismo espacio, la diferencia entre el trabajo profesional y doméstico se difumina ya que la carga de este último afecta más directamente a las mujeres docentes, quienes conforman el 75% de la planta docente del país.
Ahora los maestros también necesitan tiempo para aprender, no sólo enseñar. Esto es más evidente hoy en día en aquellos maestros que no dominan el mundo digital y ahora también tienen que buscar alternativas para llegar a los alumnos que no tienen condiciones en casa como lo determino la SEP (Secretaría de Educación Pública). Ahora si revisamos su estado emocional, le agregamos que la docencia ha potenciado factores que se asocian al estrés laboral, desesperación, preocupación; ya que una problemática principal que señalan se refiere a las jornadas de trabajo muy largas y fuera del horario normal, así como los horarios de trabajo imprevisibles: el hecho de que el maestro trabaje desde casa parece haberse confundido porque ahora debe estar disponible a cualquier hora del día, ya sea para atender a los alumnos o padres de familia, así como recibir avisos e instrucciones por parte de las autoridades escolares y como buenos maestros de la enseñanza se han puesto a la altura de las circunstancias y han hecho eso y más por la comunidad educativa y así seguirán, al pie del cañón ante tan indiferente situación.
Este es un momento histórico para analizar seriamente qué significa enseñar en tiempos de pandemia, cambia radicalmente el contexto para el cual no estábamos preparados y que tiene efectos en las condiciones emocionales de los docentes. Porque, por otro lado, aún no hemos dimensionado en su totalidad, pero está cambiando de manera preocupante y constante el estado emocional del docente conforme va en aumento los contagios y cual más ya han sufrido pérdidas de seres queridos.
Ninguno de estos temas aparece en el discurso público de la SEP y aún no se anuncian acciones para identificar, reinsertar y acompañar académicamente a nuestros docentes. Pero nosotros, Antorcha Magisterial, ha estado "tomando la batuta” para mejorar el sistema educativo y formar hombres buenos, sabios e inteligentes. Vamos a dar una lucha constante, fuerte y decida para que las condiciones de nuestros maestros en el país realmente cambien y con ello crear estudiantes competentes que puedan realizar un rol muy importante dentro de esta sociedad en beneficio de los más necesitados.
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