Así como en el golpe de Estado de 1976 se creó en Argentina un período oscuro de represión y violencia por parte del Estado, y la dictadura militar disolvió las escuelas, prohibiendo toda actividad política dentro de las instituciones educativas, la Noche de los Lápices en ese año marcó uno de los capítulos más sombríos de esta época.
Estudiantes de secundaria fueron secuestrados y desaparecidos por exigir el derecho a un boleto para transporte estudiantil gratuito. Este suceso sigue siendo un símbolo de la lucha estudiantil y la resistencia frente a la opresión.
El movimiento estudiantil en Argentina es una historia de lucha y resistencia. Desde la Reforma Universitaria de 1918 hasta las manifestaciones actuales en defensa de la universidad pública que el actual Gobierno de Milei trata de desaparecer, los estudiantes han sido punta de lanza en la configuración de la sociedad argentina. Su compromiso con la educación pública, la democracia y la justicia social continúa siendo una fuerza motriz en la lucha por un país más inclusivo y equitativo.
En nuestro país, en 1968, los estudiantes de la UNAM y el IPN se movilizaron junto a profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas. Estos fueron reprimidos por el gobierno mexicano. Ante tal represión, la tarde del 13 de septiembre de 1968, estudiantes y profesores marcharon en silencio, con la boca cubierta.
La manifestación dio inicio en el Museo Nacional de Antropología y terminó en el Zócalo, en una impactante demostración de la capacidad de organización y convocatoria de los estudiantes. Lo único que se podía escuchar eran solamente murmullos y los pasos de los jóvenes, quienes con sus pancartas en alto pedían diálogo público.
Ese día, los únicos que hablaron fueron tres estudiantes. Sobre el techo del camión que colocaron en medio de la plancha, Eduardo Valle “El Búho”, representante de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, en su discurso dijo a la multitud:
“El orden, la disciplina y la combatividad han quedado visibles para todos. El silencio en que hemos marchado es nuestro fuerte grito de protesta. Este silencio es mucho más elocuente que las palabras violentadas ayer por las bayonetas. Somos conscientes de que el poder gubernamental puede destruirnos usando sus tanques y sus soldados. Pueden masacrarnos a los estudiantes y al pueblo, pero nunca, nunca podrán doblegarnos, nunca podrán convencernos de que vivir amordazados y de rodillas es el camino de nuestro pueblo”.
La respuesta del Estado mexicano a la movilización social fue escalando, hasta encontrar su punto culminante el 2 de octubre de 1968, la fecha en que se perpetró la masacre de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
Hoy, los estudiantes siguen siendo el motor que mueve a las sociedades, y en los últimos días se viene configurando la protesta de miles de estudiantes en contra del ataque genocida a Palestina.
Los estudiantes de la Universidad de Columbia protestan contra la guerra entre Israel y Hamás. En sus universidades en Estados Unidos; se han enfrentado a la Policía, se atrincheraron en los campus y se movilizan, mientras la parte oficial de dichas universidades ha iniciado la expulsión de los organizadores.
La movilización y los campamentos de Columbia se han extendido ya a unas 60 universidades de Estados Unidos, con más de 500 detenidos en los últimos días. Este movimiento incrementa la presión sobre el presidente estadounidense, Joe Biden, para que retire su apoyo a Israel.
La participación de los estudiantes en cualquier movimiento es el fundamento principal de una democracia. Las escuelas son lugares públicos donde se lleva a cabo la acción colectiva y, por lo tanto, se genera la organización estudiantil y se configura la participación política activa.
Además, esto implica el involucramiento estudiantil activo en la toma de decisiones dentro de la escuela, el aprendizaje, la educación y la vida como miembros de la comunidad escolar y de la sociedad en general.
Con esta base, los estudiantes no pueden permanecer inmóviles ante los problemas socioeconómicos que enfrenta nuestro país: el aumento de la pobreza, la falta de servicios de salud, la crisis educativa y la delincuencia desenfrenada.
En estas condiciones, la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) ha alzado la voz y en cada estado estamos organizando un movimiento que busca cambiar las condiciones para mejor. Como dijo Eduardo Valle: “No daremos un paso atrás en la lucha”.
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