MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Leovigildo González, una pluma contra su pueblo

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El pasado 11 de abril, en su columna El observatorio político, publicada en quadratin.com, Leovigildo González titula su colaboración con el nombre de "La incontrolable Antorcha Campesina" y lanza acusaciones a mi organización que merecen una respuesta puntual. No por la importancia del acusador, sino porque por primera vez, desde que hace dos meses iniciamos nuestras denuncias, alguien se atrevió a defender con su pluma al agresivo presidente municipal de Ciudad Hidalgo y lo hace con "argumentos" que los ciudadanos del municipio de Hidalgo deben conocer para estar prevenidos para nuevas agresiones: por experiencia sabemos que la defensa ideológica de un cacique sólo puede servir de justificante a su violenta voluntad actual y futura. Sólo por esta razón lo tratamos y pedimos por ello al lector nos absuelva del pecado de ser prolijos.

Empecemos señalando la falta de cuidado en las argumentaciones del señor González, de militancia perredista y oriundo precisamente de Ciudad Hidalgo, según publica él mismo en facebook. Con la ligereza de lenguaje que caracteriza su escrito, a un acontecimiento que sucedió el 27 de enero pasado -o sea, hace meses-, sin corroborar nada, el señor Leovigildo le suelta a sus lectores esta afirmación: "Hace unos días el Cabildo de Hidalgo aprobó la reubicación de los puestos ambulantes que se encuentran en las inmediaciones del Mercado Municipal". Con el mismo descuido podríamos decir que "hace unos días" gobernó al país Carlos Salinas. Esta parece una minucia, pero en el conjunto no lo será. Síganos usted. Sin respeto alguno para sus lectores, y esperando que nadie se preocupará por verificar las fechas de sus dichos, afirma con la mayor sangre fría que el atentado al licenciado Víctor Gaytán Reyes, en que fue baleado su vehículo en Ciudad Hidalgo, "fue desde el pasado mes de diciembre", cuando está plenamente documentado que sucedió el 10 de febrero pasado. Esta desfachatez al escribir no es casual, como veremos más adelante, estimado lector.

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Continuemos. Sin siquiera tener el cuidado de verificar sus afirmaciones, Leovigildo González, ignorando (o subestimando a propósito) que, para la fecha de su escrito, ya llevábamos, en dos semanas, cuatro días de cadenas humanas denunciando el criminal silencio del Gobierno del Estado respecto al asunto de Ciudad Hidalgo, manipula a sus lectores y les arroja esta otra afirmación, como si fuera una novedad: "...incluso este martes en la capital michoacana pidieron (los antorchistas, aclaro) la destitución del edil, Rubén Padilla Soto...". "Incluso este martes", dice sorprendido, con lo que demuestra que no sabía de las manifestaciones previas. Ello lo revela, cuando menos, como alguien que no se cerciora de los hechos a los que se referirá. No es un escritor serio. No le importan los hechos. Le basta con sus propias afirmaciones y espera que todos le crean sólo porque él las dice. Tampoco señala que las manifestaciones han sido en 12 puntos de la geografía michoacana por 5 veces, por lo que suman ya 60 manifestaciones pacíficas y sin interrupciones de tránsito ("disturbios" les dice González, para predisponer a sus lectores). Nada de eso le importa, lo oculta convenientemente y sólo se refiere a una, ¡una! de las 15 que se hicieron en Morelia, correspondiente al quinto día de cadenas humanas. Ignora con soberbia, subestima el clamor de miles de ciudadanos, ni una referencia hallaremos en él a la elemental pregunta de cuál es la causa de este malestar social.

Sigue y suma. Defiende la impositiva reubicación de los comerciantes semifijos del mercado municipal de Ciudad Hidalgo promovida por Padilla Soto y agrega: "...los beneficios están a la vista de la población e incluso los mismos comerciantes". Pero y entonces, ¿cómo explica Leovigildo que casi la totalidad de esos comerciantes, excepción hecha de los líderes que los traicionaron, se manifiesten reiteradamente en contra de los "beneficios" de la reubicación propuesta por el edil Rubén Padilla? ¿cómo lo explica?, repito. Pues no lo hace otra vez. Nos quedaremos esperando en vano algo de racionalidad. Evade la lógica de los hechos porque no le conviene a la encomienda que le dieron de defender lo indefendible, arregla las cosas a su conveniencia y espera que sus lectores se traguen la rueda de molino que les quiere meter en la boca.

En su afán de desvirtuar a como dé lugar al Movimiento Antorchista, el periodista de marras insiste: "Antorcha Campesina ha tenido preferencia (de administraciones municipales anteriores, aclaro) en algunas obras, como pavimentaciones, escuelas, incluso en la construcción del Bachillerato y apoyos sociales". Pues mire que si esas fueran las "preferencias" que se ha tenido con Antorcha, ¿no cree usted, amable lector, que son buenas "preferencias"? ¿y qué tendrían de malo, entonces?: se trata de obras de progreso social que ha conseguido el pueblo pobre organizado en lo que llamamos Antorcha y nadie, ni el propio González puede negarlo. Pero como no puede echar lodo a una labor social tan claramente progresista porque se daría un tiro en el pie, con un rencor que no puede ocultar, Leovigildo González distorsiona los logros de la lucha social y les echa veneno, como si fueran preferencias vergonzosas que con esta organización popular tuvieron los predecesores de Padilla Soto. ¿Y entonces cómo explicaría este señor las numerosas movilizaciones que hicieron los antorchistas de Ciudad Hidalgo en las anteriores administraciones si fueron sus preferidos? ¿Qué caso tendría? No encontraremos justificación a esta contradicción. Cree que con calificar de "disturbios" nuestra lucha y acusarnos de "preferidos" de otros caciques es suficiente para que seamos condenados. La falta de probidad de este plumífero nos va quedando más clara.

Así, cuando afirma que mi organización es un "instrumento" electoral en vano esperará usted la más mínima comprobación de este dicho; nada, igual, sólo dicta que se crea porque él lo dice. Ahora lo vemos como dictadorzuelo de la pluma. Primero dicta sentencia y después...ni siquiera averigua racionalmente. El descontento social que impulsa a millones de ciudadanos a organizarse como antorchistas, para el señor sólo los transforma en tozudos mexicanos que aceptan vilmente ser "instrumento" de líderes malévolos. ¿Se dará cuenta de que denigra a su propio pueblo? Si no, qué inconsciente. Sí, sí, qué fascista.

Luego: sintiéndose superior a un juez, el agudo observador político juzga apresuradamente a los antorchistas, dicta sentencia que incluso ninguna autoridad ha dictado todavía –porque el Congreso del Estado rechazó tratar el asunto, mismo al que nos referiremos adecuadamente en otro momento y la PGJE brilla por su ausencia- y, valiéndole un cacahuate toda la argumentación proporcionada por mi organización en diferentes desplegados públicos en los que hemos intentado conducirnos objetiva y honestamente, pidiendo que se destituya a Padilla Soto como edil para que se puedan investigar con toda objetividad diversos hechos delictivos, o bien que se compruebe por autoridad competente que nada tuvo que ver con ellos, pues bien, el señor González declara que todo ello "queda en una suposición y en un señalamiento sin fundamento". Note que esto lo afirma sin indicarle a usted siquiera en qué consiste nuestra "suposición" y por qué nuestro señalamiento no tiene fundamento. Otra vez nada, evade el esfuerzo que conlleva la responsabilidad periodística y se contenta con descalificar sin probar. Ahí lo tiene usted retratado, tal cual. Y entonces uno se pregunta: ¿y a santo de qué interviene este señor en esta polémica? ¿qué interés le mueve? ¿es que sólo lo hace por amor a la justicia? Y él mismo se encarga de dar la respuesta: "Rubén Padilla sólo quiere gobernar, hacer bien su trabajo" afirma papalmente. Así, desde el púlpito de su observatorio, Leovigildo González absuelve de toda culpa a Rubén Padilla Soto. De eso se trataba entonces: de defender al edil que aterroriza a sus adversarios políticos y que agrede verbalmente y amenaza a sus huéspedes en las mesas de "diálogo"; y para ello al señor González no le importa injuriarnos a los millones de personas que constituimos Antorcha. Pone, pues, su pluma servil al servicio del cacique represor. Ese es el señor Leovigildo, que conste.

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