MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las mujeres tienen voto, pero no tienen voz

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Este es un año en el que habrá transición de poder en la Presidencia, pero también en las cámaras de Diputados y Senadores. Además, se elegirán ocho gubernaturas del país y la jefatura de la Ciudad de México. Más de 20,000 cargos de elección popular estarán en disputa, es decir, que “cambiará” la política mexicana.

Dos de junio será la fecha en la que cerca de 98 millones de mexicanos podrán ejercer su derecho al voto (los ciudadanos que tienen su credencial de elector vigente y, por tanto, conforman la lista nominal), de estos electores, 50 millones serán mujeres, mientras que 47 millones, serán hombres. De lo anterior, podemos decir que las mujeres mexicanas hoy en día son las que definen básicamente las elecciones al ser la mayoría en la lista nominal.

Pero esto, no será propio de este año electoral, ya que de acuerdo con la Comisión de Organización Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE), en su Estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018, mostró que del 62.3 por ciento del electorado que acudió a votar, la participación de las mujeres fue mayor que la de los hombres, 66.2 por ciento contra 58.1 por ciento, una diferencia de ocho puntos porcentuales. Fue evidente la mayor participación de las mujeres en las edades jóvenes y adultas hasta los 64 años.

De acuerdo con las cifras registradas de 2018, la participación ciudadana mostró diferencias importantes a nivel estatal, pues el porcentaje más alto se registró en el estado de Yucatán con más de 75 por ciento de asistencia a las urnas. Mientras que, la entidad con el nivel más bajo fue Sonora, con 51.9 por ciento de participación.

Si bien es cierto que las mujeres votan más que los hombres, este derecho le llegó hasta 1953, para ser exactos, el 17 de octubre cuando el presidente Adolfo Ruiz Cortines promulgó las reformas constitucionales que permitieron a las mujeres votar, acto que realizaron por primera vez el 3 de julio de 1955. En aquella elección, se eligieron a las primeras diputadas: Remedios Albertina Ezeta (Estado de México); Margarita García Flores (Nuevo León); Guadalupe Urzúa Flores (Jalisco), y Marcelina Galindo Arce (Chiapas). Sin embargo, esta lucha por ejercer el derecho al voto ha estado presente desde el siglo XIX. 

Es decir que, desde hace 70 años, las mujeres cuentan con el derecho pleno de votar y ser votadas; desde entonces, el panorama ha cambiado y los espacios políticos se han abierto de manera gradual. Esto se ha debido, entre otras acciones, a las reformas constitucionales de 2014 para incluir cuotas de género en el Congreso de la Unión. Desde entonces la participación de las mujeres fue en ascenso hasta lograr en 2018, la primera Legislatura de la Paridad de Género.

Hasta este punto podemos preguntarnos dos cosas ¿por qué si las mujeres representan una gran fuerza electoral, no son las que ocupan los puestos de alto nivel? ¿por qué en las agendas políticas poco se habla de los intereses de la mujer?
Podemos decir que, en la sociedad mexicana actual, los partidos políticos son los responsables de promover a las mujeres a las candidaturas, vaya, son los facilitadores en el acceso a cargo de elección popular, o sea, que los partidos representan el modo en que se distribuye y reproduce el poder. En este sentido, los partidos políticos han fungido como porteros para la participación de las mujeres en las posiciones de liderazgo, a pesar de que se las mujeres sean fuerza importante en la trinchera electoral (como gestoras comunitarias y promotoras del voto). 

Otro de los factores que influyen son los recursos con los que cuentan para ocupar puestos de alto mando entre los que destacan la pertenencia a un grupo, haber provenido de familia política o pertenecido a una élite partidista y para eso, la política mexicana se pinta sola, basta con mencionar a Evelyn Salgado Pineda, la actual gobernadora de Guerrero e hija del senador Félix Salgado Macedonio y a Sylvana Beltrones  vicepresidenta de la Mesa Directiva del Senado, hija de Manlio Fabio Beltrones Rivera, priísta reconocido y ex gobernador de Sonora. 

Si bien en México se ha logrado reducir la brecha de género en términos de participación política, gracias a la paridad, las mujeres aún están rezagadas en la toma de decisiones y en la representación en los diferentes niveles de gobierno. México nunca ha tenido una presidenta. Así mismo, la historia democrática del país sólo ha tenido nueve gobernadoras, y hoy en día sólo 25% de las presidencias municipales son ocupadas por mujeres, En todo el mundo, el 90% de los jefes de Estado y de gobierno son hombres, y en México de los 32 estados, 10 de ellos tiene una mujer al frente del Poder Ejecutivo (Baja California, Chihuahua, Aguas Calientes, Colima, Guerrero, Estado de México, Ciudad de México, Tlaxcala, Campeche y Quintana Roo). Y bueno, la representación política no radica únicamente en incrementar el número de mujeres en los cargos de elección popular, sino también en aumentar la representación de sus intereses y agendas.

Ahora que se acerca el período electoral, donde las mujeres jugarán un papel importante por dos razones: una, serán las que tengan mayor participación al emitir su voto; y dos, serán las principales promotoras del voto, estas, deberán poner especial a los candidatos, respecto a las propuestas que realizan en razón a las problemáticas que más golpean, no solo a las mujeres, sino a la población en general. ¿Por qué lo digo?  Las mujeres, siendo mayoría, tienen la fuerza para decidir, exigir y preocuparse por todos, ya que cada mujer de este país es madre, tanto como para preocuparse por sus desaparecidos y formar colectivos de búsqueda; esposa, tanto como para ocuparse de las condiciones laborales de su esposo, la educación y salud de sus hijos;  ciudadana, en calidad de exigir servicios públicos para su comunidad y sobre todo, hermana, tanto para preocuparse por otras mujeres, y en consecuencia,  ninguna problemática le es ajena.

Como género, las mujeres deben actuar para cambiar las principales problemáticas, principalmente de violencia, por mencionar algunas: siete de cada diez mujeres y niñas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida( INEGI); las mujeres son las principales víctimas de delitos sexuales: ocho casos por cada uno en hombres; 45% de las mujeres en edad de trabajar estaban incorporadas al mercado laboral en 2022; 3 de cada 10 mujeres ha enfrentado violencia laboral; al corte del 2022, el 37% de las mujeres presenta carencia por acceso a servicios de salud(CONEVAL).

En estas elecciones por primera vez. la presidencia de la República Mexicana será disputada por dos mujeres: Claudia Sheinbaum Y Xóchitl Gálvez y sin embargo, ninguna será la voz de las mujeres mexicanas. La primera no será, dado que tiene la tarea de “continuar” el gobierno de la 4T, o como ella lo ha dicho “construir el segundo piso” y por experiencia sabemos que los segundos pisos no se le dan, además no olvidemos que el gobierno de Sheinbaum en la Ciudad de México mucho quedó a deber. Y la segunda (Xóchitl), es la representante de la derecha, con eso decimos todo.

Y entonces, ¿qué debemos hacer las mujeres para tener voz? Organizarnos sí como género, pero sobre todo como clase trabajadora, formar líderes que defiendan los intereses de las mayorías y entonces sí, nuestro voto no será en vano.
 

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