Hace aproximadamente 50 años atrás, inició la lucha revolucionaria de un movimiento social denominado Antorcha Campesina. Los caciques de la mixteca baja poblana explotaban cruelmente a los campesinos de origen indígena, parlantes del Otomí, Tepehua y Náhuatl de esta región. Los caciques, dueños de grandes extensiones de tierras cultivables de café, cacahuate y otros productos más, ellos y solo entre ellos se confiaban el control económico y político de la región, y ponían y quitaban autoridades municipales a su antojo; como el caso del municipio de Tecomatlán, Puebla, cuna del movimiento Antorchista. En esta zona rural representaban la ley personificada, y con pistola en mano imponían su voluntad.
La historia universal registra a hombres y mujeres que se han comprometido a interpretar los acontecimientos de la vida diaria, y otros hombres más, que se han decidido a transformarla entregando para ello, incluso, la vida. Entregaron su capacidad intelectual a los explotados de todo el mundo, que solo cuentan con su fuerza de trabajo.
Tenemos a grandes hombres que han trascendido en los siglos, como Carlos Marx y Federico Engels, quienes crearon un nuevo camino de esperanza para los obreros, una nueva filosofía donde sustentaron la emancipación posible de los explotados.
En México, muchas regiones del país continúan en la más completa marginación, sufren una miseria devoradora de almas y viven un infierno, pero hoy, contamos con la orientación atinada del líder nacional del Movimiento Antorchista, Aquiles Córdova Morán, que nos conmina a organizarnos y a luchar decididamente para cambiar esta miseria en la que vivimos. Junto con él, esta fue la gran tarea que se impusieron aquellos primeros treinta hombres y mujeres fundadores de la naciente organización campesina. Educar y organizar al pueblo pobre de México, fue su consigna.
El pueblo pobre de Tecomán vive en carne propia el abandono oficial del gobierno que se dice de los pobres. A tres años de que Andrés Manuel López Obrador asumiera la presidencia, nada ha cambiado en la precaria situación económica de los pobres; no hay programas sociales suficientes para mejorar o reparar las viviendas; se necesitan láminas de asbesto, impermeabilizantes, tabicones y cemento; faltan verdaderos programas para la creación de nuevas viviendas para el que no tiene.
Hace más de 20 días, acudió al Ayuntamiento de Tecomán, un grupo de 300 solicitantes de lotes para la vivienda para dar a conocer el problema que padecen y solicitar al presidente municipal, Elías Lozano, su mediación para formar una colonia en un terreno propiedad del Gobierno del estado; mismo que se adquirió con recursos económicos públicos que son de los impuestos de todos. Ya pasó más de una semana de esta visita, plazo al que se comprometió el presidente municipal para conocer el asunto, y es momento de que no hay una respuesta ante este compromiso.
Esperan con inquietud la respuesta de la Secretaría General de Gobierno de Colima, encargada de la gobernabilidad del Estado. Estamos agotando todos los canales legales posibles para ser escuchados, y plantear debidamente nuestras demandas; porque somos respetuosos de las leyes que nos gobiernan, y para que no nos acusen el día de mañana de intransigentes; pero también, tenemos presente que cobra total vigencia las palabras Córdoba Morán, cuándo dice que “el pueblo, la gente común y corriente, debe saber, por eso, que organizarse y protestar no es ningún delito, aunque así se lo digan y machaquen todos los días funcionarios insensibles; si no uno de sus fundamentales derechos individuales, según la teoría filosófico-social que sirve de base al Estado moderno. Y decidirse, por tanto, a ejercerlo con todo rigor, si no quiere verse aplastado y reducido a cero por el poderoso Leviatán. (El derecho a la organización. Aquiles Córdoba Morán. Revista buzos de la noticia, pág. 36, 7 de febrero de 2022)
Mis escasos lectores deben saber, como dijo un compañero solicitante de vivienda, que “no queremos nada regalado, queremos facilidades de pago para poder tener un lugar propio donde vivir”. Y así fue el planteamiento inicial con el gobierno de la administración estatal pasada, quien envío topógrafos para lotificar el terreno, porque tenemos la razón, porque necesitamos un lugar propio donde vivir con nuestras familias.
La actitud caciquil, el maltrato y las injusticias de los pueblos pobres que hace 50 años padecían en Tecomatlán, es la misma que ahora, porque es el mismo sistema económico que nos pisotea. No hay de otra. Debemos organizarnos para seguir luchando para mejorar nuestras condiciones de vida.
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