Desde el año 1980, el crecimiento de las grandes potencias se estancó (EE. UU., Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) y, a partir de la crisis de 2007-2009 no solo se estancar on, sino que se contrajeron, al grado de tener ya números negativos en su Producto Interno Bruto (PIB), en cambio algunas economías emergentes como China, que durante más de dos décadas su PIB creció a un promedio anual de 10.1 e India de 6.1
En el caso de estos dos países, a las potencias imperialistas les salió el tiro por la culata, me refiero a la implantación del neoliberalismo a escala mundial, que permitió la libre circulación de mercancías y capitales, ocasionando que las grandes empresas capitalistas, en busca siempre de la máxima ganancia, llevaran sus capitales a donde la fuerza de trabajo es más barata que en las grandes potencias, obteniendo una mayor plusvalía y grandes ganancias, a costa de la desindustrialización de sus lugares de origen. Pero China y la India supieron aprovechar la coyuntura para industrializarse y desarrollar su economía sin ceder soberanía y, en el caso de China, para sacar de la pobreza extrema a ochocientos millones de sus habitantes. Y, lo que es peor para las súper potencias, actualmente es la segunda economía del mundo, solo atrás de los Estados Unidos.
En los últimos tres años se le añade la crisis provocada por la covid-19 y, en 2022 la ocasionada por las medidas de la OTAN contra Rusia, por ejemplo, el no comprarle gas, petróleo, fertilizantes, para debilitar la, pero, otra vez, les salió el tiro por la culata, porque ocasionaron un aumento desorbitado de los combustibles en Europa, y una elevada inflación, ocasionando lo que los economistas llaman “estanflación”, que definen como un reducido crecimiento con una alta inflación y que en el pueblo trabajador se traduce en desempleo, bajos salarios y altos precios de las mercancías, o sea, pobreza, pobreza y más pobreza en toda Europa. Aún más, ya los analistas económicos afirman que varios países, como Italia y España ya están en franca recesión, esto es, ya tienen decrecimiento, su economía en vez de crecer disminuye debajo de cero y auguran que toda Europa y los mismos Estados Unidos caerán en recesión en el primer trimestre de 2023.
La clase obrera europea, en los últimos tres meses no ha cesado en su exigencia de mejores salarios y reducción de precios, exigiéndole a sus gobiernos que se salgan de la guerra de Ucrania y que sigan comprando el gas ruso por ser más barato y de mejor calidad; han realizado marchas, mítines y huelgas y exigido la caída de sus gobernantes a los que tachan de traidores, pues gastan el dinero público en la guerra en vez de apoyar al pueblo en la crisis.
Mientras tanto, el imperialismo norteamericano, para resarcir sus pérdidas, toma medidas para encarecer el dólar, que es lo que se conoce como dinero mundial, con el que se realizan todo tipo de transacciones y préstamos, cargando sus errores sobre las espaldas de sus deudores y socios comerciales, incluyendo todos sus aliados europeos. Además, como principal recurso para reactivar su economía, pone a funcionar, a todo lo que da, su complejo industrial militar, la fabricación y venta de armas cada vez más modernas, con la más alta tecnología, armas nucleares, químicas, biológicas, todo un arsenal que distribuye en todos los continentes con elevadas ganancias, vendiéndole a quien se lo compre, sin importarle si son terroristas, narcotraficantes, piratas o cualesquier tipo de criminales.
Y, como un experto en la intriga y la discordia, provoca guerras, guerras y más guerras; invade países, asesina masivamente a los pueblos, los saquea, les roba todo lo que puede y se va, dejándolos en la más terrible miseria. La guerra es la tablita de salvación del imperio, que se hunde en el pantano que él mismo ha creado. Imaginemos un mundo sin guerras, en ningún lugar se necesitan armas, un mundo de paz y trabajo en común, de solidaridad humana, de apoyo mutuo entre los pueblos. Cerrarían los enormes complejos industriales de armamentos, los poderosos capitalistas, dueños de dichas fábricas, dejarían de recibir las enormes ganancias, que reciben a costa de la vida y el sufrimiento de millones de personas, y los gobiernos guerreristas quedarían en el basurero de la historia.
Definitivamente, el imperio estadounidense necesita guerras, por eso no para la guerra en Ucrania y ya la está provocando en Taiwán contra la República Popular China, y en Corea del Sur contra Corea del Norte, y así, donde sea que metan sus narices es para generar guerras, sin importar las vidas humanas que se pierdan, lo importante es la vil ganancia capitalista.
Pero, ¿Quién puede poner un alto a esta locura guerrerista? Sólo el pueblo, todos los pueblos del mundo, en primer lugar el pueblo de Estados Unidos, hoy embrutecido por las drogas y por la propaganda plagada de mentiras del imperialismo, pero la dura realidad lo tiene que hacer reaccionar como ya lo están haciendo los pueblos de Europa. Y a la vanguardia tienen que estar los pueblos de los países socialistas, con una mejor conciencia, organización y dirección. Hoy se impone la consigna lanzada en su tiempo por Marx y Engels:
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