Me siento muy contento. Ustedes, estimados lectores, quizá no lo saben, pero se los cuento; el sábado 24 de septiembre, en el auditorio Gota de Plata, en Hidalgo, el Movimiento Antorchista Nacional realizará su X Concurso Nacional de Voces, después de dos años en los que lo hizo de manera virtual, debido a la pandemia de covid-19.
Ahora, el Movimiento Antorchista organiza nuevamente ese encuentro musical en formato presencial. Al concurso, desde luego, acudirán cantantes de todo el país que participarán de diversas categorías: jóvenes, universitarios, campesinos y la categoría semiprofesional. Las hermosas, casi perfectas y apasionadas voces de los cantantes antorchistas volverán a los escenarios, volverán al gran auditorio Gota de Plata que ha sido la sede de este evento.
Por eso estoy contento. Todo el mundo sabe que soy un luchador social de toda la vida y creo que muchos también saben que soy practicante de la música desde mis tiempos de juventud. La música ha sido fundamental en mi vida, soy amante de la buena música, la conozco gracias a la afición a ella que me inculcó mi padre, el Doctor Juan Manuel Celis Ponce, y, desde luego, gracias a las enseñanzas de nuestro querido maestro Aquiles Córdova, que es un estudioso profundo y difusor de la buena música de todos los tiempos.
Desde muy joven aprendí a tocar algunos instrumentos, como el piano y la guitarra, gracias a la influencia de mi padre, en un principio, y después gracias a una de las tareas que me dio mi querida organización: el trabajo de la Comisión Nacional Cultural. La música es alegría, es tristeza y, en el mejor de los casos, es un reflejo de la realidad retratada por la mente humana en la poesía y en los sonidos que forman un todo general que nos complace oír.
Siempre debemos tomar en cuenta que la música popular, como parte de las artes que cultivan los pueblos, es parte importantísima de su alma misma, en donde se refugia y alimenta la voluntad y la fuerza que le dan identidad a las aspiraciones nobles y creativas de los espíritus rebeldes e indomables de las masas, siempre dispuestas a sentirse parte integrante de un pueblo orgulloso, irredento y libertario, para defender lo propio, lo que ha construido con tanto trabajo y esmero, lo suyo, que lo identifica y hace que sea diferente e irrepetible y que, por eso, lo defiende con tanto cariño y amor, si es necesario con la vida misma, cuando se la tratan de arrebatar o de sobajar.
Esto lo saben los poderosos de siempre, los opresores del pueblo y es por eso que, en nuestro sufrido país, la burguesía criolla difunde con esmero y con enjundia toda esa basura que llama música, a través de todos los medios a su alcance, que son muchos y poderosos. Y también, cerrando la pinza, el imperialismo carroñero pone su granito de arena con lo que deberíamos de llamar toneladas de reggaetones y de gritos ofensivos y dantescos, para contribuir con la educación musical, sobre todo, de los jóvenes.
En fin, todo eso está rigurosamente planeado para someternos y llevarnos hasta aborrecer y despreciar la mínima creación auténtica y libertaria de los auténticos genios artísticos que ha parido a montones nuestro México.
Por eso no debe extrañarnos cuando prendamos la radio, la tele o en las redes sociales y nos muerda rabiosamente una mentada de madre envuelta en una disque canción o una ladrada en inglés, peor interpretada por unos esperpentos llamados súper estrellas de la última moda.
El Movimiento Antorchista Nacional realiza trabajo cultural en todas las zonas en donde hace trabajo político, porque arte y política no pueden vivir separadas cuando son auténticas. Sabemos que la pobreza material de la gente le acarrea pobreza cultural. El que no tiene para comer, no puede disfrutar de las grandes creaciones artísticas de la humanidad. El que no sabe leer, no puede paladear las letras de poetas y escritores. El que trabaja de sol a sol por un salario de hambre, no puede practicar ballet, o el baile folclórico, o las danzas mexicanas, o la música nacional e internacional, o la declamación o el teatro. ¿Por qué no puede? Porque el trabajo excesivo se lo impide.
El sistema capitalista bloquea la difusión del arte entre los humildes y les ofrece, en la radio, la televisión o las redes sociales, “cultura de moda” que de arte tiene cero calidad. Pero eso puede romperse, para comenzar a crear a un mexicano libre y con pensamientos elevados. Eso es lo que busca Antorcha. Nuestro trabajo cultural busca quebrar las cadenas intelectuales que mantienen sumiso a un pueblo entero, para convertirlo en un gigante de aspiraciones elevadas.
Para que el hombre pueda aspirar a una vida mejor y más justa para todos, debe tener horizontes amplios de pensamiento. Y en esta tarea, las creaciones artísticas de México y el mundo, desarrolladas a lo largo de miles de años, son una pieza clave, fundamental.
Antorcha hace arte porque así lo exige nuestra labor política, nuestra labor de organización y educación de un auténtico movimiento que pueda dirigir los derroteros de este país en un futuro cercano. Por eso, el sábado 24 de septiembre, realizaremos el Concurso Nacional de Voces 2022, en Hidalgo. Demostraremos, como siempre, que el pueblo canta y canta muy bien.
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