Los mexicanos seguimos esperando que quienes dirigen al país cumplan con su promesa de realizar la transformación que los más humildes necesitamos. Y es que ninguna de las acciones del gobierno realmente beneficia a quienes con el trabajo productivo hacemos posible que esta nación funcione, junto con todas las familias humildes, amas de casa, estudiantes, personas de la tercera edad. Pero esto ya lo sabíamos, y Antorcha Campesina lo ha dicho con claridad una y otra vez desde hace casi 50 años: la verdadera transformación vendrá cuando ese pueblo trabajador se organice y tome la responsabilidad de dirigir al país.
Y esto es así porque solamente los trabajadores entendemos los problemas por los que pasamos todos, y somos los que podemos crear las condiciones necesarias para lograr la verdadera transformación de nuestro país, transformación que hoy está tan ausente y pendiente de realizar, de hacerla llegar a esas mismas familias, que los más humildes la sientan en su economía, en su trabajo, en la seguridad de la familia, en el acceso de esta a la educación, a los servicios de salud de calidad, a la cultura y al deporte, al sano esparcimiento y al descanso, en fin, esa transformación no ha llegado, aunque esté tan mencionada y traída en los tiempos actuales en los discursos de los actores políticos, discurso que se refuerza y fortalece en temporadas electorales, con la clara intención de ganarse la confianza No hay tal transformación, no hay ese cambio a favor de la clase trabajadora, ese cambio sigue pendiente después de ya cinco años de la nueva administración federal, pero de más de 26 años de ese mismo grupo político en el poder de la Ciudad de México, antes Distrito Federal, que habrá cambiado de nombre, pero sigue teniendo los mismos problemas de desigualdad, injusticia, inseguridad, pero sobre todo pobreza y marginación.
La transformación sigue pendiente y es momento de recordarles que Antorcha siempre se los ha dicho y, hoy es más fácil de ver, siempre ha tenido la razón. Es buen momento para reflexionarlo y hacerle caso a Antorcha: la transformación en favor de las clases trabajadoras será obra de estas mismas clases trabajadoras, y no de los políticos de siempre, por muchos votos que hagan de haberse purificado y convertido, ni por muchas declaraciones escandalosas que hagan en favor de los pobres y en contra de los privilegios.
Hablar es fácil, y hoy es práctica recurrente hacer el teatro y simular mucho amor por el pueblo y todavía más odio a las clases privilegiadas, porque les ha funcionado, porque el pueblo humilde, sinceramente harto de tanta miseria y necesidad mientras mira con odio los lujos y derroches de que gozan las clases privilegiadas, estaba y está hambriento de justicia, de esa transformación que le prometieron, y demostró su hartazgo dándoles la oportunidad a quienes se las prometieron.
Y es conveniente reflexionarlo porque hoy, nuevamente, se acercan ya los tiempos electorales y vemos con mucho adelanto ya la efervescencia política y la caravana de discursos, promesas, profesiones de fe, loas y alabanzas a “los pobres”, condenas a los privilegios y demostraciones de “humildad”, por parte de quienes, nuevamente, se apresuran a prometer ese cambio que no ha llegado.
El cambio no solo es posible, sino necesario y hasta urgente, pues los números de los especialistas nos dicen que cada día estamos peor, dicen que los pobres son cada vez más, en número y en pobreza, y lo mismo dicen acerca de la inseguridad, de la falta de empleo, de acceso a la salud, etc., es decir, que la tendencia es a empeorar las cosas para los pobres y no para mejorarlas. Pero ese cambio necesario y urgente solo será posible si los más pobres, si los más humildes, que somos la inmensa mayoría de los mexicanos, dejamos de creer y de apoyar todas las promesas y mentiras de los viejos políticos transas e hipócritas, y nos proponemos, como siempre les ha propuesto el Movimiento Antorchita Nacional, hacer a un lado a todos ellos y poner a gobernar al país al pueblo mismo, a través de sus elementos más conscientes y preparados.
Pero tampoco basta con elegir a mejores candidatos, a auténticos hijos del pueblo, sino que es también necesario cubrirlos con la propia organización del pueblo que los apoye, que los impulse, que les indique cuáles son las acciones que se deben emprender, que los proteja en contra de los ataques e intentos de las clases privilegiadas y sus lacayos que intentarán ponerles obstáculos a sus acciones transformadoras y hasta intentarán derrocarlos o deshacerse de ellos, y, sobre todo vigilarlos para evitar que se desvíen y corrompan, para que realmente implementen las acciones que nos lleven a esa verdadera transformación.
Nosotros estamos convencidos de que ese es el verdadero camino que le queda al pueblo trabajador, que no es sencillo ni lo vamos a lograr de la noche a la mañana, pero sabemos también que, si mantenemos el rumbo con persistencia y lealtad, lo vamos a lograr. Es por eso que el Movimiento Antorchista, también conocido como Antorcha Campesina, trabaja día y noche los 365 días del año y no somos una organización de temporada, es por eso que llegamos a las colonias y rancherías más humildes para organizar a la gente y enseñarle cómo se debe organizar y cómo debe luchar, con los instrumentos que la ley nos proporciona, para ir logrando la solución de sus demandas más urgentes, pero sobre todo para organizarse y que aprenda a vivir en democracia, a hacerse responsable de sus acciones, a educarse y ver que un mundo posible es mejor, que lo desee y que se disponga a trabajar para lograrlo, con la confianza y la seguridad de que no es una causa vana e inútil sino, por el contrario, el único camino para acceder a un futuro mejor para ellos y sus familias.
Por eso, yo insisto a todos los antorchistas y a todos los trabajadores del país: no te dejes engañar por las promesas electorales, no creas que la solución está en los viejos políticos que cada temporada se disponen a prometer, visitarte, abrazarte y hasta regalarte una despensa o una playera, o un dinero que al final de cuentas es tuyo, pero que solamente durante las campañas te lo entregan para comprar tu voto.
Mejor, hazle caso a Antorcha Campesina, y a los antorchistas que estamos contigo, como ya te recordé, en tiempos de paz y de guerra, en las buenas y en las malas y no solamente en temporadas electorales; hazle caso al pueblo humilde organizado ya en Antorcha, organízate y lucha, reúnete con los grupos antorchistas y lucha al lado de tus hermanos, hoy por la solución de tus demandas y mañana por construir un México más poderoso, más fuerte, más independiente, pero también más justo y generoso con todos su hijos.
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