MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La solidaridad con la Revolución Cubana es una antigua conquista del pueblo de México

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Cuando murió el comandante Fidel Castro Ruz, dirigente histórico de la Revolución cubana, el influyente diario Excélsior cabeceó una importante nota con las siguientes palabras: “Así fue la relación de Fidel Castro con los mandatarios mexicanos. El líder de la Revolución Cubana falleció este viernes a los 90 años; la relación con los mandatarios mexicanos fue estrecha”. En efecto, si no con todos los de su época tuvo una relación amistosa, con la inmensa mayoría, sí fue una relación estrecha, de tolerancia y hasta de apoyo solidario.

Después del intento de tomar el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, Fidel Castro estuvo dos años preso, cuando salió libre, viajó al extranjero y, a los 29 años de edad, en 1955, llegó a la Ciudad de México; el viaje no fue clandestino, el avión hizo escalas en Mérida, Campeche y Veracruz, por lo que no cabe ni siquiera suponer que Adolfo Ruiz Cortines, entonces presidente de México, no estaba enterado y había autorizado el refugio, todavía durante su gobierno, Fidel Castro organizó en el país el ejército rebelde.

El yate Granma, una pequeña embarcación legendaria que llevaba en su interior a una parte fundamental de ese ejército rebelde, y que ahora se exhibe en el jardín del Museo de la Revolución en La Habana, zarpó una noche que azotaba el temible “norte”, de la ciudad de Tuxpan en el estado de Veracruz; era el 25 de noviembre de 1956 y todavía gobernaba Adolfo Ruiz Cortines. Como queda dicho, el ejército rebelde cubano se formó, entrenó y se armó en México y, si aquí no es lugar para demostrar de manera fehaciente que recibió apoyo del gobierno, sí es válido y oportuno asegurar que los servicios de inteligencia estaban perfectamente enterados de los movimientos de los conjurados.

Poco después de un desembarco realizado en condiciones peligrosísimas, los expedicionarios fueron atacados por las tropas de Fulgencio Batista, hubo apresados, heridos y muertos y 13 días después, de los 82 que zarparon de Tuxpan, en la sierra Maestra sólo su pudieron reagrupar ocho hombres con siete armas; fue cuando el jefe de la revolución profetizó: “ahora sí ganamos la guerra”. Y sí, el ejército rebelde entró en La Habana el 1 de enero de 1959, la Revolución cubana había triunfado. 

Durante el sexenio siguiente en México, el que le correspondió a Adolfo López Mateos, hay que hacer referencia a la histórica asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) celebrada en Uruguay, en la ciudad de Punta del Este. Ahí se reunieron en enero de 1961 en el Hotel San Rafael, los representantes de todos los países miembros de la OEA, cuidadosamente presionados por Estados Unidos para expulsar del organismo a Cuba. Todos votaron a favor de la expulsión, todos menos Cuba y México. Hay una fotografía histórica en la Casa de México, en La Habana en la que aparecen todos los cancilleres levantando servilmente la mano y sólo la mantiene abajo el representante de México. Esto sucedía durante el gobierno de Adolfo López Mateos cuando ya Fidel Castro había declarado públicamente el carácter socialista de la revolución y, desde entonces, México rechaza el bloqueo que mantiene Estados Unidos y cada año en la Naciones Unidas, vota a favor de que se levante.

No menos importante para este pequeño recuento de la actitud de los gobernantes de México hacia Cuba y su revolución, es la enérgica respuesta del General Lázaro Cárdenas del Río, quien ante el ataque brutal del imperialismo norteamericano en Playa Girón en abril de 1961, se apersonó en la Plaza de la Constitución y sobre el techo de un automóvil habló a una multitud, manifestó su repudio a la acción, expresó su solidaridad con Cuba y dijo que estaba dispuesto a formar parte de una brigada internacional de apoyo a la Revolución cubana.

Durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, la política de apoyo a la Revolución cubana, se mantuvo en lo fundamental. Luis Echeverría, incluso, viajó a Cuba para refrendar la solidaridad de México. José López Portillo se entrevistó con Fidel Castro en Cozumel, el líder de la Revolución cubana llegó a la isla mexicana en una lancha torpedera y los medios de comunicación reportaron que ambos presidentes habían estado conviviendo y pescando juntos. Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari también viajaron a Cuba. Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Enrique peña Nieto también se entrevistaron con Fidel Castro.

¿Cómo explicar esta larga tradición de apoyo y solidaridad con una revolución popular? ¿Han sido graciosas concesiones de los gobernantes? ¿Simples ocurrencias? No creo. Pienso que la simpatía y apoyo por las luchas populares tiene raíces hondas en la trayectoria de lucha del pueblo mexicano. No olvidemos que se alzó en armas contra los opresores un 15 de septiembre, que fue una multitud apenas armada la que tomó en unas cuantas horas la Alhóndiga de Granaditas y la que derrotó al poderoso ejército realista en el Monte de Las Cruces, que Morelos ya planeaba una república en la Constitución de Apatzingán y, para no alargar mucho, que el pueblo de México nunca quiso de vuelta una cabeza coronada y el Imperio de Su Majestad Agustín I sólo duró ocho meses (aunque ahora, en búsqueda de celebraciones para la propaganda oficial, se quiera que le rindamos pleitesía el 27 de septiembre, ¿se le erigirá una estatua vestido de monarca?).

No olvidar que aquí hubo una Reforma radical que barrió el feudalismo al estilo mexicano y le abrió paso al nuevo sistema económico, que acabó con la concentración de la tierra en manos muertas y que implantó el acta de nacimiento y el panteón civil para afianzar la igualdad de todos ante la ley desde el nacimiento hasta la tumba. Todo ello, aunque no liberación definitiva, sí menor opresión y mayor progreso para el pueblo. No olvidar tampoco que hubo una revolución cuyas fuerzas más potentes fueron los Ejércitos campesinos del sur y la División del Norte.

Así de que nuestra actualidad está construida sobre el pueblo sacrificado en la lucha. Es cierto que no ha culminado en la equidad y la liberación definitiva, pero han sido grandes acontecimientos heroicos que viven en la memoria popular. Ello explica sobradamente que, entre los presidentes anteriores a Andrés Manuel López Obrador, haya privado, con diferentes modalidades, el apoyo a la Revolución cubana. Explica también la necesidad del régimen de la 4T de actuar más o menos de la misma manera; por eso se invitó y otorgó el uso de la palabra a Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba. No debe haber duda, la solidaridad con la Revolución cubana, es una conquista del pueblo de México, por eso y sólo por eso, la practico decididamente en la medida de mis fuerzas.

Pero, así como los últimos presidentes de México, que externaron su simpatía con Cuba, se cuidaron muy bien de avanzar por el camino de construir el socialismo, el régimen de la 4T se cuida y se cuidará también de imitar el modelo cubano de justicia social. Como lo constatamos, en este gobierno lopezobradorista se ha abandonado el trabajo para tener paz para los mexicanos, se ha abandonado el presupuesto para su vida saludable, lo mismo para su educación de excelencia, nada se hace para que tengan buen trabajo y buen salario, nada para levantar y conservar la infraestructura indispensable y segura, sólo se gasta en dádivas para mantener al pueblo callado, conforme y votando. Contra todo lo que se diga, sí son iguales, todos los presidentes han usado la solidaridad con Cuba para someterse a los Estados Unidos y proteger al capitalismo explotador. En México se dice y se dice bien: candil de la calle y oscuridad de su casa.

 

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