La tragedia sufrida por los migrantes centroamericanos calcinados en las celdas del Centro Nacional de Migración, ocurrida recientemente en la fronteriza Ciudad Juárez en el estado norteño de Chihuahua, colindante con El Paso Texas, no puede ni debe sernos indiferentes a los pobres de México; ni debiera ser silenciada por los gobiernos del país y del mundo.
Esta tragedia humana, causada por la política de migración impuesta por nuestro poderoso vecino del norte que utiliza, como peón de brega, al gobierno morenista para hacerle el trabajo sucio de contención de las oleadas migratorias de miles y quizá millones que, atraídos por la ilusión del sueño americano, pretenden llegar algún día a la supuesta vida libre, rica, regalona y democrática que se han forjado en su cabeza, llevados de los cantos de las sirenas.
La poderosísima propaganda de los poderosos desplegada por todos los medios a su alcance, incluida la música, el cine y las redes sociales, pone ante los ojos de la población mundial un supuesto reino de la felicidad habitado por superhéroes y toda fantasía. Como moscas a la miel, millones de descamisados deseosos de mejores condiciones de vida se aventuran para alcanzar el paraíso prometido; sin reparar que, en ese país, no todos son, ni pueden ser, ricos con vidas glamorosas como lo pintan; que hay millones de Homeless, que viven en situación de calle de la caridad pública; que los pobres no reciben atención médica si no cuentan con dinero suficiente para pagarla; que hay millones de drogadictos que prefieren evadir su realidad viviendo sueños de opio porque no tienen lo necesario para subsistir; que los trabajos a que pueden aspirar son los que se niegan a realizar los propios norteamericanos por sucios, duros, y mal pagados; que la supuesta democracia está acotada a sólo dos partidos que en el fondo son lo mismo; que no se permite a los ciudadanos marchar libremente por las calles para protestar por la falta o la violación de sus derechos; y muchos etcéteras más.
Menos reparan en que el origen de la riqueza acumulada por ese país al que anhelan llegar, proviene de guerras, invasiones, y el despojo, incluso de territorios como es el caso de México, de recursos naturales como el petróleo del medio oriente, o la riqueza de las repúblicas bananeras explotadas por la United Fruit Company durante décadas; o de la explotación de su fuerza de trabajo con inversiones del capital sobrante que ya no halla acomodo en la metrópoli y tiene que ser invertido, para revalorizarse extrayendo plusvalía de la explotación de la fuerza de trabajo ajena, en nuevos lugares mediante inversiones directas o indirectas; así como de la competencia desleal y abusiva en el mercado mundial que abarrotan con sus mercancías para poder realizar la ganancia.
En resumen, no reparan en que la riqueza que ahora posee el país que tanto les atrae, es fruto de que ha podido hacer víctimas, incluso a los países que los propios migrantes abandonan ahora por un sueño irrealizable para la inmensa mayoría de ellos por las relaciones sociales capitalistas de producción que imperan. Y, sin embargo, muchísimos migrantes van hacia allá, también por necesidad.
Por otro lado, el gobierno de ese país los expulsa, repele y reprime; construye muros ignominiosos igual que sus leyes; los persigue, los encarcela y, como en esta ocasión, muchas veces con su política migratoria los mata, sea por comisión o por omisión, aunque a veces lo haga a trasmano utilizando gobiernos dependientes y sumisos que, como dijera el expresidente norteamericano Donald Trump, se doblan dócilmente ante el poderoso.
La tragedia de los migrantes centroamericanos, que bien pudiera catalogarse de masacre pues los dejaron quemarse sin mover un solo dedo para evitarlo, como se aprecia en los videos que circulan abundantemente, ocurrida en instalaciones oficiales de una dependencia del gobierno federal, debiera hacernos luz en el entendimiento: La 4T no se interesa por los pobres, ni nacionales ni extranjeros.
La 4T no es realmente independiente ni nacionalista como presume; tampoco es respetuosa de los derechos humanos. Y esta, es una prueba más que se agrega a la mortandad por el mal manejo de la pandemia o de la inseguridad; a la crisis económica y a la corrupción desatada a todos los niveles. Conclusión: la 4T no es más que una gran farsa mediatizadora, para contener el descontento del pueblo de México que se ahoga en la miseria y los problemas que de ella se derivan, la cual pretende prolongarse por las buenas o por las malas.
Así las cosas, la solución no puede estar en quedarnos ahí, ni en volver a lo de antes, sino en avanzar hacia un mejor futuro, a una sociedad mejor, más desarrollada, soberana, democrática y, sobre todo justa con todos sus hijos, que sólo puede ser fruto de la lucha del pueblo pobre organizado, politizado, concientizado, el cual un día llegue al poder político para desde ahí cambiar el modelo económico.
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