El progreso de un país depende de muchos factores, pero, principalmente de su sistema económico. Es México, un país, como sabemos, muy rico, con recursos naturales inmensos, tenemos mucha tierra productiva cultivable, petróleo y también abundante mano de obra. Nuestro país tiene un alto desarrollo económico, “somos” miembros del G-20, donde están los 20 países más ricos del planeta, somos el número 15. El sistema económico Neoliberal, no permite un reparto equitativo de la riqueza y, por tanto, los gobernantes no harán nada para favorecer a la clase trabajadora (90.3 % de la población) y el Gobierno de México, hará todo para proteger a la llamada clase alta que es sólo el 1.06 % de las personas en México, pero que se apropian del 31% de la riqueza del país. En la historia ha quedado demostrado que para que exista una justa distribución de la riqueza, el pueblo tiene que organizarse y defenderse, es decir, tiene que apropiarse del conocimiento y elevar su nivel cultural.
Desde que inició el actual sexenio, se han venido haciendo recortes al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), pero, sólo afectando a los más pobres, arrebatándoles su derecho al bienestar, aunque llaman así a su política, quienes en sus colonias o pueblos, deben conformarse con las carencias ancestrales, a pesar de pagar sus impuestos, de falta de agua, drenaje, pavimento, escuelas, clínicas y hospitales, por mencionar algunas, además, carecen de un salario digno que les permita alimentarse, vestirse, educarse y curarse correctamente, y que además les permita practicar deporte. Ese salario debería permitir que se cultiven las artes, el canto, la música, la danza, el teatro etc., que pueda salir y disfrutar de sus vacaciones con los suyos, para que el mexicano común sea un hombre libre y cada vez más culto.
Antorcha busca engrandecer el espíritu humano, formando hombres cultos, más sensibles, más fraternos y dispuestos a luchar por alcanzar la tan anhelada libertad. Es por ello que nos preocupamos en primer lugar por la educación y por la politización de las masas trabajadoras. Nos hemos preocupado por acercar la ciencia, la cultura y el arte a los pueblos, a la gente humilde. Vivimos en una sociedad dónde la cultura y el arte se han vuelto mercancía, ya no forman parte del sentir y vivir de las personas y sólo es accesible para la clase alta, que puede trasladarse y pagar la entrada al teatro o a Bellas Artes.
Hay mucho crimen, egoísmo, violencia y feminicidios, en general mucha insensibilidad ante el sufrimiento humano. Para fomentar y desarrollar el amor por el arte, hombres más sensibles, más humanos, nuestra organización promueve un festival: la Espartaqueada Cultural, que desde hace 35 años, se realiza cada dos, en Tecomatlán, Puebla, donde esta vez, participaron virtualmente, 20 mil artistas de las diferentes disciplinas, provenientes de todo el territorio nacional. Obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa; pintando, cantando, danzando, declamando poesías, etc.
No sólo lo material es importante, también lo espiritual. Para desarrollar la cultura también se necesitan espacios dignos, y Antorcha sabiendo esto de antemano, también ha luchado por crear estos sitios; auditorios, teatros al aire libre, escuelas de Bellas Artes, academias, etc., con la cualidad especial de que estén al servicio de los más humildes, para los trabajadores de México y sus familias. Que también tienen derecho al arte y a la cultura de calidad.
Ahora bien, Antorcha entrega al Gobierno un pliego petitorio donde plantea las diversas necesidades prioritarias, como vivienda, pavimentación de calles, drenaje sanitario, agua potable, por mencionar algunas, y entre todo ello, apoyo para el deporte, la cultura y el arte. No ha sido fácil, hay que luchar contra la insensibilidad y falta de visión de la autoridad, para que primero, nos reciban el pliego petitorio y luego para que aprueben y ejecuten las obras. Nadie desconoce que hemos tenido que hacer plantones a las afueras del Congreso de la Unión, para que los diputados tomen en cuenta nuestras demandas al momento de aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación.
Así se construyó la Casa de Cultura de Espita, Yucatán. Era un edificio abandonado, un basurero, un refugio para ingerir bebidas alcohólicas y drogarse. La ex estación del ferrocarril. Población abundante, con mucha gente humilde, sin acceso a la cultura, se decidió hacer un proyecto para rehabilitar el espacio y transformarlo en Casa de la Cultura y ante la carencia de recursos, decidimos solicitar apoyo, dentro del marco de la ley. Platicamos con la autoridad en turno, el C. Marcelino Canul Canul y expresó que si lo lográbamos tendríamos todo su apoyo. Con marchas y plantones, no fue fácil, en la Ciudad de México, ante el Congreso de la Unión, logramos los recursos, que llegó a manos del ayuntamiento, quienes conforme a la ley tuvieron que administrar y ejecutarlos. No se había terminado la obra cuando vino el cambio de administración, entrando el C. Josué Castillo Amézquita con quien finalmente se inauguró la obra; humildemente empezamos a llevar a cabo unos talleres. Acudimos a la autoridad municipal para solicitar ayuda para equipar la casa, en la que algunos maestros sin sueldo impartían algunos talleres, sin embargo, el apoyo del ayuntamiento fue limitado. aún así, también trabajamos el taller danza folklórica, de música, de poesía, de artesanías y de bordado. Y poco a poco seguimos luchando para sacar adelante la Casa de la Cultura de Espita, para que las familias de los trabajadores pobres tuvieran acceso a prepararse artísticamente.
Sin embargo, cambia el Ayuntamiento y entra como presidenta municipal la C. Martha Eugenia Mena Alcocer, quien, en lugar de apoyar, nos ha pedido desalojar la casa, y entregarla al municipio, argumentando que es una obra que se hizo con “recursos municipales de los espiteños”. Ni ella, ni ninguno de sus colaboradores participaron para lograr la Casa de la Cultura. No les interesa que el pueblo tenga acceso al arte y la cultura. Allí trabajamos, aunque el ayuntamiento no dé un solo centavo, ni siquiera para solventar los gastos más esenciales de los maestros, se está impartiendo clases de manera gratuita a todos los que se han acercado, acercando la cultura a los que menos tienen, contra todas las dificultades que eso implica.
Hemos buscado el dialogo, estamos de acuerdo en que se hizo con recurso público, quien administró el recurso fue el ayuntamiento, dentro del marco de la ley. También hemos pedido la intervención del gobierno del estado, porque nos parece una injusticia y un absurdo la actitud de la Presidenta, de querer cancelar este proyecto tan noble para acercar el arte a los más humildes. Lucharemos incansablemente por la Casa de la Cultura. Si la Presidenta Municipal no quiere apoyar a equipar la Casa de la Cultura, que no lo haga, pero que tampoco perjudique. Estamos abiertos al diálogo y a eso la invitamos, seguiremos haciendo nuestro trabajo aún sin un sueldo, con o sin su ayuda, el progreso de un pueblo depende de su cultura, quizás por eso se opongan. Un pueblo culto es un pueblo libre, invitamos a todos los espiteños a defender su libertad, a defender el proyecto de la Casa de la Cultura de Espita. Por el progreso de los espiteños y por un México más culto.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario