Al inicio de la presente administración municipal (más precisamente, en septiembre de 2015), hermosillenses humildes organizados en el Movimiento Antorchista, entregamos un pliego de demandas de primer orden dirigido al edil, Manuel Ignacio Acosta Gutiérrez. Fuimos atendidos por el encargado de asuntos políticos, quien escuchó la justificación de los problemas planteados y ofreció darles puntual seguimiento. Sin embargo, luego de meses de gestión sin ninguna respuesta concreta a problemas como: regularización de terrenos, electrificación, drenaje, rehabilitación de calles, proyecto de puente vehicular, rehabilitación de puente peatonal, encauzamiento de aguas pluviales, láminas galvanizadas para techar nuestras casas de madera, pipas de agua, habilitación de espacios deportivos, entre otros, solicitamos la intervención del Secretario del Ayuntamiento quien, desde el primer momento, nos recibió francamente molesto porque los ciudadanos antorchistas "no le íbamos a marcar la agenda".
El funcionario contribuyó a destrabar algunos asuntos menores, apoyó con algunas cobijas en la temporada invernal, dulce, piñatas y despensas, para lo que, por cierto, debimos entregar un listado de quinientos beneficiarios aunque solamente se nos apoyó con la mitad; pero en el caso de las obras más costosas y de mayor impacto, aquéllas que contribuyen a aliviar de forma más determinante las difíciles condiciones de vida que todos los días sufrimos los habitantes más humildes de la capital, se insiste en no dar una respuesta clara. Pero todavía más: cuando nosotros creíamos que en la autoridad inmediata superior al edil encontraríamos mayor sensibilidad, seriedad y mejor trato, nos llevamos una clara decepción: la constante de los funcionarios municipales ha sido no escuchar a los ciudadanos que acuden agrupados a las oficinas del municipio so pretexto de que "no hay un lugar dónde atenderlos", siempre se nos pide "que pase una comisión", en el colmo de los absurdos y creyendo que nos chupamos el dedo, se nos dice que "no pueden pasar a la oficina porque son muchos y no caben; y son órdenes de protección civil", como si el edificio estuviese mal construido y se fuera a vencer con nuestro peso, o como si nos fuésemos a ahogar al robarnos el oxígeno unos con otros. ¿Qué nos consideran? ¿Con quién creen que tratan? ¿Cómo nos están viendo que piensan que les creemos sus cuentos? ¿Cómo dios vio a los conejos, chiquitos y orejones? Está claro que les molesta que la gente de las zonas que ellos no ven, o de las que pretenden olvidarse, acuda a recordarles que hay muchísimos problemas que requieren atención. Pero hay más: en la última entrevista, llevada a cabo el 18 de mayo de los corrientes, el Secretario nos atendió nuevamente molesto, aclaró que sólo tenía 20 minutos para atendernos, no concretó ningún asunto y se comprometió a dar respuesta en una semana más. A los ocho días regresamos por la respuesta y no había nada. Aceptamos ser atendidos por su secretario, quien se comprometió –tal cual su jefe- a dar respuesta en semana más. El día acordado y a la hora fijada regresamos por la respuesta y -el secretario del secretario- no se encontraba. Molestos, esperamos. Pasado el tiempo preguntamos a la secretaria que si se nos iba a recibir, quien nos contestó "que no sabía porque -el secretario del secretario-no contestaba el celular". Así las cosas.
Ante esta situación francamente ofensiva para cualquier ciudadano, ante la negativa a querer dar una respuesta concreta a nuestras demandas, los Antorchistas estamos decididos a no dejarnos ningunear más y a dar la lucha por condiciones de vida más dignas. En este contexto, solicitamos la intervención directa del licenciado Manuel Ignacio, le pedimos que nos reciba, nos escuche y atienda nuestras demandas que, como cualquiera puede ver, son totalmente justas; acudimos a él en confiando en la sensibilidad que ha manifestado para con las clases populares; confiamos en que en él sí encontraremos un trato justo y la voluntad para dar una respuesta positiva a necesidades tan elementales.
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