En muy pocas ocasiones escribo y publico algo de mi persona, de mi infancia, de mi familia... Sin embargo, en esta ocasión quiero dar a conocer mi testimonio para demostrar a la opinión pública y a las autoridades, parte de la vida y obra de Mercedes Martinez.Como dí por sentado en el título de este artículo, conocí y conviví con Meche luchando juntos en su momento, cuando ambos pertenecimos a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR).
En el año 2006 tuve el gusto y la fortuna de conocer el pueblo de Tecomatlán, Puebla, a invitación de los moradores de la casa del estudiante “Heroína de Tixtla” (ubicada en Chilpancingo, Guerrero) para asistir a una conferencia. Para ese entonces, yo era estudiante de la preparatoria “José Revueltas” ubicada en mi pueblo natal, Copalillo (un pueblo indígena hablante de náhuatl, cuya población se dedica a la artesanía de la hamaca), pueblo y cabecera municipal perteneciente a la región norte del estado de Guerrero.
Desde que ingresé a la preparatoria, estuve en el Comité de la Sociedad de Alumnos hasta que concluí mis estudios; siempre me ha inconformado la desigualdad social, los abusos contra los campesinos y amas de casa. Visité Tecomatlán, y después de un recorrido conocí la infraestructura educativa y deportiva, logré convencerme de que, aunque mis padres no contaran con recursos económicos para que estudiara una carrera, vislumbre la posibilidad y decidí que podía realizarla en Tecomatlán, es así como llegué, en 2007, a la Normal Superior “Mixteca Baja” para inscribirme.
El día de las inscripciones había varios jóvenes con sus tutores; nos reunieron en un salón para explicarnos el funcionamiento de la Normal y cómo fue fundada por el Movimiento Antorchista, es ahí por primera vez donde escuché y conocí a la directora, la maestra Guadalupe Díaz Álvarez, acompañada de la subdirectora, la maestra Lilia Manzano, y a Meche, que también tomó la palabra para decirnos del movimiento estudiantil que encabezaba en la Normal y se llamaba FNERRR.
Dicho movimiento estudiantil me llamó la atención, pues después de escuchar a Meche, al explicar ampliamente los logros obtenidos de la lucha estudiantil, y las metas que tenía para seguir luchando, todo eso abordado en un discurso magistral, segura de sí misma frente a su auditorio y con verdaderas dotes de oradora, podía transmitir el entusiasmo de la juventud para convencernos de formar parte del movimiento y luchar por las mejoras educativas; es así como me hice feneriano por convencimiento y porque fui electo en mi grupo, para representarlos en el comité de la Normal Superior que dirigía la joven Mercedes Martínez.
En el transcurso del tiempo, me fui empapando de la lucha estudiantil y asumiendo más responsabilidades. Meche, a su vez, era la responsable de la FNERRR, del Comité Seccional de Tecomatlán, que agrupaba a varios estudiantes integrantes de las escuelas hermanas, es donde tuve la dicha de conocer, convivir y trabajar con José Damián, hoy director de una preparatoria en su pueblo natal; a Adán Márquez, actual dirigente nacional de la FNERRR; a Elías Gijón, hoy catedrático del CBTa 110 ubicado en Tecomatlán; también participó activamente, Adelina Martínez, hermana menor de Meche y actualmente directora del CBTa 110; todos ellos alumnos en aquel entonces, hoy egresados del Tecnológico de Tecomatlán.
Toda una camada, una pléyade de jóvenes rebeldes, luchadores estudiantiles que encabezó y dirigió Meche, de este tamaño de líder era desde su juventud. Los que conocimos y trabajamos con Meche en la Normal, fuimos, al menos, unos 400 estudiantes en la época. Las mujeres que vivieron en la casa de estudiante donde Meche era la encargada, la conocieron bien por su entusiasmo, capacidad de trabajo y solidaridad.
Creo que los normalistas de ese entonces, incluidas generaciones anteriores, han de tener presente la lucha encabezada en 2009, porque según recuerdo, fue una de las luchas más feroces que se haya tenido en Puebla, con un plantón que duró ocho meses (siendo gobernador Mario Marín, “el gober precioso”); claro está que la lucha como tal, la encabezó el Movimiento Antorchista y la FNERRR, con Meche como su dirigente estatal, se sumó a la lucha, porque tenía sus propias demandas como: construcción y equipamiento para comedores estudiantiles y de aulas para secundarias y preparatorias, así como la construcción del centro de idiomas y de cómputo para el Tecnológico de Tecomatlán y la expedición de títulos para los egresados de la Normal Superior.
Relato todo esto en forma de testimonio, porque fue una de las luchas decisivas en todos los sentidos y que gracias a la dirigencia de Mercedes en la FNERRR, los normalistas hemos podido titularnos en las diferentes licenciaturas. Se libró una lucha tenaz que costó grandes sacrificios para los estudiantes tecomatecos al estar a la vanguardia de esa lucha; jóvenes que decidieron dar la batalla por ocho meses en marchas y plantones.
Cada que lo recuerdo es como si hubiera sido ayer, porque lo viví en carne propia, codo a codo, con Meche y varios de los que mencioné más arriba, y varios otros de la capital, que encabezaba Isaías Chanona, hoy dirigente estatal de Antorcha en Tlaxcala.
Este es el legado de Mercedes Martínez, la que nos enseñó a organizar y luchar por una educación más justa, democrática, crítica y equitativa. La lucha librada de 2009, donde gracias a la actitud represora del “gober precioso”, nos enseñó el rostro del verdadero enemigo del pueblo. Después de una lucha atroz, aparte de lograr las demandas más sentidas de ese entonces, varios de los que vivieron esa lucha, incluido su servidor, desde esa época decidimos estar al lado del pueblo, de trabajar en organizar, educar y luchar con él, como lo hacía Meche.
Así era la heroína que seguíamos de guía los estudiantes, por eso, ante el cobarde asesinato de Mercedes, su esposo y su pequeño hijo, testifico que eran gente de bien, no eran delincuentes, y por ello exigimos que se castigue a sus asesinos, que su muerte no quede impune. Han arrebatado dos llamas, dos antorchas que iluminaban al pueblo sufrido y por eso ¡pido castigo!
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