La presente es una reflexión ante la política de adormecimiento y, por tanto, de envilecimiento de los poderosos sobre los débiles para mantenerse como clase dominante; envilecimiento nacido de la explotación, del oportunismo, del engaño, de la manipulación del pueblo, en particular de la clase trabajadora, que es la que sufre en carne propia la expropiación de lo que produce en jornadas por demás esclavizadoras.
Los poderosos dueños de los medios de producción siguen siendo enajenadores de la riqueza que produce la clase laboral pero también de su conciencia, y les hace creer que su situación precaria, inaudita, llena de un sinfín de necesidades materiales y espirituales es porque un ente divino así lo quiere, porque así les tocó vivir en el mundo terrenal, teniendo por consecuencia ganado el edén, la gloria eterna.
La clase trabajadora debe cobrar conciencia, educarse y luchar para guiar a México por el rumbo que se necesita, porque en el pueblo también hay corruptos, tramposos, personas ávidas de poder y dinero.
Por ejemplo: ¿qué es ser campesino? Es no tener educación ni propiedades, trabajar de sol a sol sin tener derechos ni esperanza de un día mejor. ¿Y por qué al campesino le falta todo eso? Porque así lo quiere Dios. ¿Y quién es Dios? Es el padre de todos nosotros.
¿Y quién es padre aquí en esta reunión? Casi todos, levantando la mano, dijeron que lo eran. Mirando a todo el grupo en silencio, me fijé en uno de ellos y le pregunté: ¿Cuántos hijos tienes? Tres. ¿Serías capaz de sacrificar a dos de ellos, sometiéndolos a sufrimientos, para que el tercero estudiara y se diera buena vida? ¿Serías capaz de amar así? ¡No!
Y si tú, hombre de carne y hueso, no eres capaz de cometer tamaña injusticia, ¿cómo es posible entender que la haga Dios? ¿Será de veras Dios quien hace esas cosas?
Un silencio diferente, un silencio en que empezaba a compartirse algo. Y a continuación: No. No es Dios quien hace todo eso. ¡Es el patrón! Posiblemente aquellos campesinos estaban, por primera vez, intentando entender la relación del oprimido con respecto al opresor, para ir tomando distancia de él, ubicarlo "fuera" de sí.
A partir de aquí, es posible también ir comprendiendo el papel del patrón burgués, inserto en determinado sistema socioeconómico y político, ir comprendiendo las relaciones sociales de producción, los grandes intereses de clase, etcétera.
Se hace patente la necesidad de educar a la clase trabajadora, insistiremos en esta posición, porque esta clase es la única que se da cuenta por la vía del hecho de la explotación y enajenación de lo que produce de manera individual todos los días, sin tener plena conciencia de ello, como clase laboral, como colectivo.
Marx se centró mucho en la explotación de la clase trabajadora por parte de las clases dominantes más ricas de la sociedad. Había esperado que la clase trabajadora se revelara contra la clase dominante para crear una sociedad igualitaria de tipo colectivo. Sin embargo, antes de que esto pudiera suceder, Marx afirmó que los trabajadores necesitaban superar su falsa conciencia, su pensamiento en términos de “yo” y “mí” y alcanzar un pensamiento de conciencia de clase, pensar en términos de nosotras y nosotros.
La falsa conciencia es cuando los miembros de la clase se ven a sí mismos como individuos en lugar de una sola unidad:
“La clase trabajadora debe cobrar conciencia, educarse y luchar para guiar a México por el rumbo que se necesita, porque en el pueblo también hay corruptos, tramposos, personas ávidas de poder y dinero, por eso la importancia de educarse y luchar, porque la lucha depura y hace correr a los oportunistas que medran con la pobreza, a esas sabandijas que disfrazados de ovejas intentan infiltrarse en las filas del Movimiento Antorchista, porque ellos no saben luchar”, dice Aquiles Córdova Morán.
Es la hora de reclamar con hechos constantes y sonantes la toma del poder político y no conformarse con simples reformas donde la clase burguesa, los dueños del dinero y de los medios de producción siguen moviendo los hilos de la economía nacional y mundial, quedándose con la plusvalía extraída al trabajador.
Indudablemente, las aspiraciones de la clase trabajadora no siempre están claramente formuladas, pero es evidente que se debe tender imperiosamente a la creación de un frente proletario único, para la formación del partido de la clase proletaria, contra el cual ha de fracasar la ofensiva patronal.
En ese sentido, esas aspiraciones representan un gran progreso, la fe en el reformismo debe desaparecer. En la situación actual se necesita de un movimiento obrero, movido por una vanguardia revolucionaria, como lo es el Movimiento Antorchista Nacional, que se traslade de la idea a la acción puntual y responsable, aun cuando tenga su punto de partida en reivindicaciones parciales, llevará fatalmente a las masas a plantear los problemas fundamentales de la revolución.
La vanguardia ganará con el trabajo y la experiencia, el apoyo de nuevos sectores obreros, que se convencerán por sí mismos de la inutilidad de las ilusiones reformistas y de los efectos adormecedores y deplorables de la política de conciliación.
Urge reinventar al mundo, convertirlo en una sociedad revolucionaria, multipolar, justa, solidaria y equitativa.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario