Después de que el gobierno de la Cuarta Transformación encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se mostró carente de una estrategia de seguridad efectiva, que brindara protección y tranquilidad a los mexicanos en todos los rincones del país, con la aplicación de un fallido “abrazos no balazos” que más bien sirvió de escudo de impunidad para los criminales, es que se puede decir que en México se respira la paz de panteones.
A la fecha son muy pocos los Estados donde se puede transitar con una tranquilidad que se encuentra colgada con alfileres, donde sus habitantes saben que en cualquier momento podrían comenzar a sufrir por la violencia que se vive en otras entidades del país prácticamente conquistadas por la inseguridad creciente.
Tan enorme condición de inseguridad imperante en el país, se ha alimentado no tan solo por la nula existencia de una estrategia de seguridad adecuada, sino también por otros errores garrafales cometidos por el actual gobierno federal emanado de los reductos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
De acuerdo al reportaje elaborado por Maritza Pérez de El Economista, el sexenio de AMLO se perfila como el más violento con el 48.9 por ciento de los homicidios registrados en Guanajuato, Baja California, Edomex, Michoacán, Jalisco y Chihuahua.
Aunque los homicidios dolosos ocurridos en lo que va de la administración de López Obrador cuentan con una tendencia “estable”, los registros presentan cifras elevadas que incluso ya superan los casos contabilizados durante el gobierno de Felipe Calderón y se perfila a rebasar los datos históricos de Enrique Peña Nieto.
Desde 2019 hasta noviembre del 2022, periodo del gobierno de López Obrador, se habían contabilizado 137,603 asesinatos, esto representa un 13.14% más que el total de homicidios en todo el gobierno de Felipe Calderón, cuando ocurrieron 121,613 de estos delitos. Según datos oficiales, la tendencia de homicidios por año durante el periodo que lleva López Obrador en el poder, rebasan los 35,000 víctimas, frente a las más de 20,000 que registró el sexenio pasado.
Expertos en la materia adjudican otros aspectos como generadores de la sobrada inseguridad que se vive en México, tales como el incremento de la miseria extrema, la pobreza en el país que es una verdad absoluta, grandes núcleos de población carecen de lo más elemental para su subsistencia, se ha abandonado a los campesinos, a los obreros, a las madres trabajadoras, a los enfermos, mientras con la mano en la cintura, se le arrebatan recursos a Estados y Municipios de la Nación, a Universidades y demás con el simple propósito de absorber recursos que le permitan al presidente continuar alimentando sus obras faraónicas..
Son recursos que arrebatados a unos alimentan a otros para así acrecentar el populismo del mandatario mexicano, que hoy se ha engolosinado con el poder después de que su estrategia de regalar dinero le ha generado mayores dividendos electorales en las urnas, en un conquistado México por él. Porque la inseguridad del país no consiste solamente en la existencia de grupos delincuenciales navegando de un lado a otro, también está el haber cancelado programas y fideicomisos que eran de vital importancia para millones de mexicanos, todos ellos que se encuentran hoy abandonados a su suerte y que se han convertido en caldo de cultivo para la inseguridad.
Se presume de un México fabuloso y próspero, pero las condiciones reales de la patria, son de tristeza y miedo profundo, donde niñas y niños, se siguen durmiendo sin haber probado alimento alguno en todo el día, con frío, inmersos en la miseria espantosa creada por los errores garrafales de la cuarta transformación.
Es evidente que para pensar en un México bonito hicieron falta estrategias precisas para contener la delincuencia y criminalidad que se han incrementado durante el actual sexenio. López Obrador ya nos arrebató el Seguro Popular, diversos fideicomisos y programas que eran importantes para la gente y le quita recursos a Estados y Municipios con los cuales se podría equipar a los elementos policiacos del país, solo falta saber qué más sigue. Mientras tanto habrá que continuar creyendo en la paz que promueve López Obrador para México en cada una de sus mañaneras y que no es otra cosa que una paz de panteones.
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