Hace unos días, nos enteramos por los medios de comunicación, redes sociales y por propia boca del presidente de México Andrés Manuel López Obrador, en su mañanera que dio en Tamaulipas, que su sexenio es el más violento y con más homicidios dolosos, superando a los anteriores sexenios de sus enemigos, de los conservadores, de los corruptos entre otras lindezas, como el presidente los llama.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y los reportes diarios de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), en el sexenio de Vicente Fox se alcanzaron los 60 mil 280 homicidios dolosos, en el sexenio de Felipe Calderón fue de 120 mil 463 homicidios, en el sexenio de Enrique Peña Nieto se alcanzaron las 156 mil 066 muertes y ahora, con el gobierno de AMLO, se alcanza hasta el 24 de mayo, la escandalosa y preocupante cifra de 156 mil 136 homicidios dolosos convirtiéndose, efectivamente, en el sexenio más violentos y con más homicidios dolosos y todavía falta año y medio de gobierno de la Cuarta Transformación.
Ante esto, el presidente, como ya es costumbre, en su mañanera, culpó a los otros sexenios. “Esta es una mala herencia en seguridad, pero así nos dejaron salud, y así nos dejaron educación, y así nos dejaron todo. El país estaba en bancarrota, el país estaba en una decadencia, ni siquiera era una crisis, era una decadencia, y por eso, frente a una decadencia, lo único que debía hacerse era llevar a cabo un proceso de transformación, arrancar de raíz la corrupción y eso no les ha gustado a los que antes se sentían dueños de México, y son los responsables de la tragedia nacional, deberían de estar ofreciendo disculpas aquí en Tamaulipas”.
Está claro que la política de abrazos y no balazos es errónea y está sumergiendo al país en una ola de violencia, temor y muertes a los mexicanos, pero eso no es todo, hacen falta medicamentos, hospitales, enfermeras, médicos y especialistas y ahora con la desaparición del Insabi está mucho peor, faltan escuelas en el campo y en la ciudad, y donde las hay, falta infraestructura, baños, drenaje, energía eléctrica, material educativo, escuelas de tiempo completo, si nos damos una vuelta por los pueblos y colonias populares falta agua potable, drenaje, energía eléctrica, alumbrado público, pavimentaciones, áreas verdes, las becas que se dan a unos cuantos estudiantes, a los campesinos, adultos mayores son insuficientes que de acuerdo con el Coneval en el país existen 66.5 millones de mexicanos con algún tipo de pobreza.
Recordemos que en lo que va del sexenio morenista, la pobreza y pobreza extrema aumentó; entre 2018 y 2020, a nivel nacional se observó un incremento en el porcentaje de población en situación de pobreza, al pasar de 41.9 a 43.9 por ciento, respectivamente, lo que representó también un aumento, en términos absolutos, de 3.8 millones de personas (51.9 millones en 2018 y 55.7 millones de personas en 2020). Dentro de la población en situación de pobreza, se identificó que la población en situación de pobreza extrema fue la que aumentó en mayor medida, al pasar de 7.0 por ciento (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5 por ciento (10.8 millones de personas) para el 2020” (Coneval), en un país de 126, 014, 024 mexicanos según el Inegi.
Ante este escenario, o mejor dicho ante este sexenio, podemos decir que urge que el pueblo se eduque políticamente, se organice y luche hombro con hombro porque si seguimos creyendo en canto de sirenas nuestro país no va a cambiar sino al contrario se va a seguir hundiendo, es ahora más que nunca ya que se avecinan las próximas elecciones.
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