Preocupa sobremanera la propagación del coronavirus a los países más pobres, con frágiles sistemas públicos de salud y poblaciones, que, desde antes de la pandemia, ya se enfrentaban a múltiples amenazas para proteger su salud y sus medios de vida. Es mucho más preocupante que la enfermedad sea incluso más devastadora si golpea en sectores con mayor índice de pobreza. Es por eso, que se requiere de primera línea la intervención sobre esta catástrofe, sobre todo, en los lugares más vulnerables y en mayor situación de riesgo dentro de nuestro país, se requiere del apoyo gubernamental en conjunto (federal, estatal y municipal), incluso con organizaciones sociales.
No sólo es preocupante la expansión de la covid-19 en el territorio mexicano, sino que ya había una verdadera amenaza para millones de familias, desde que se evaluó el crecimiento de la economía en el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con el nulo crecimiento. Este nulo crecimiento repercutió inevitablemente en el empleo y en el ingreso de los asalariados, en particular, tuvo severas repercusiones para las personas que fueron o serán despedidas en el sector público y además aún se enfrentarán con dificultades mucho más graves para encontrar un nuevo empleo. Lo mismo puede decirse de los jóvenes egresados de distintas universidades o que están en edad de trabajar que llegarán al mercado laboral en busca de un empleo seguro.
Con el azote de la pandemia en nuestro país, luego de que se anunciara el paro de las actividades no esenciales como medida para evitar el incremento de contagios, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer que el 98% de las empresas en México declaró tener alguna afectación; siendo el sector más afectado fue el de maquinaria, equipo eléctrico y transporte. A raíz de esto, la pérdida de 12.5 millones de empleos durante el año pasado y la caída en el ingreso del 20% aproximadamente.
Además, con la pérdida del poder adquisitivo de la canasta básica, aún con el incremento al salario mínimo no se recompensará, a pesar de que, desde el primer año de gobierno de la 4T hubo un incremento del 16% al salario mínimo, el segundo de 20% y para este 2021 de 15%, lo que representa 141.7 pesos diarios y en la zona fronteriza de 213.39 pesos, pero, al mismo tiempo, de acuerdo con datos del Inegi; México cerró el año pasado con una inflación de 3.15 por ciento y de este año, como se esperaba, de 4 por ciento. El aumento del salario mínimo es bueno, pero no es suficiente, por un lado, se beneficiarán los trabajadores de ingresos más bajos y que tienen un trabajo seguro sin que se vea forzosamente afectados los precios y el empleo y, por el otro, hay quienes argumentan (los dueños de los medios de producción) que el aumento del salario traería consigo el aumento del precio de los productos de la canasta básica y desempleo; es lo que hoy sucede en México.
Cabe mencionar que, desde la llegada al poder, el Gobierno federal incrementó consecuentemente el salario mínimo sin importar que en nuestro país no hay una oferta laboral sostenible, lo que generó que millones de mexicanos aplaudieran y sintieran que, en el actual sexenio mejoraría su situación económica, aumentando el salario mínimo de forma engañosa, pero lo que no aclaran es que el aumento al salario trae como consecuencia la inflación; es decir, el aumento de los precios de los productos.
Para subsanar la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo, un trabajador debería de recibir mínimo 450 pesos al día para poder obtener el catálogo de 121 productos de la canasta básica, esto equivale a 10 mil 947 pesos mensuales; es decir, en una familia de cuatro integrantes se requieren 11 mil pesos para superar la situación de pobreza. Desde la llegada del coronavirus en nuestro país, hasta hoy, la economía de los hogares de miles de familias se ha visto afectada, tan sólo en la adquisición de los productos de consumo básicos, sin agregar otros gastos fundamentales como el servicio de agua, luz, renta, gas, salud, etc.
Es necesario, pues, que el Gobierno federal aplique reformas que promuevan salarios dignos y sostenibles, para que haya resultados más equitativos dentro del país. Mientras no tengamos un gobierno meramente del pueblo, aunque haya reformas muy favorables hacia al pueblo, simplemente no se cumplirán.
La tarea primordial del proletario será, además de ser necesario para que las reformas sean a su favor, la lucha para conquistar el poder de la nación por la vía democrática y de manera organizada. En otras palabras, urge la necesidad de una coalición o acuerdo común de las partes interesadas.
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