Es innegable que la covid-19 en México ha sido desastroso y de grave afectación para la población, misma que se debe cuidar con sus propios métodos, tomando las recetas de las abuelas o con simples aspirinas, después de que ha rebasado la débil actuación del gobierno federal que se autonombra de la Cuarta Transformación, una vez que sus actores principales –desde el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador&ndash, se han dedicado únicamente a lanzar "recomendaciones” de quedarse en casa o de guardar la distancia y utilizar el cubrebocas, pero fuera de ahí no hay nada, ni un respaldo, ningún apoyo.
De tal forma que se podría decir que esa enfermedad ha encuerado prácticamente a la democracia liberal, con su voto universal, libre y secreto, con su división de poderes y su sistema de pesos y contrapesos
Aquí, en México, "democrático” por excelencia, vivimos sometidos a la voluntad de un solo hombre, el presidente López Obrador. Quien a través de su obediente vocero, nos ordena quedarnos en casa, pero no nos dice cómo aislarnos a quienes vivimos amontonados en una vivienda de uno o dos cuartos; nada tampoco sobre qué vamos a comer quienes ganamos el sustento con nuestro trabajo diario y que ya no podremos hacerlo con el confinamiento.
Nos advierte que no dejemos de pagar la luz y el agua, pero no nos indica de dónde sacaremos el dinero. Nos pide lavarnos las manos hasta 20 veces al día, pero no dice nada sobre lo que cuesta el agua ni sobre quienes carecen de ella.
Asimismo, nos dan el domicilio de los hospitales, pero no nos dicen que allí no hay nada con qué atendernos, ni que los propios doctores, doctoras y demás personal carecen del equipo mínimo para proteger su propia seguridad.
Nos exigen además el aprendizaje de nuestros hijos de forma virtual, pero jamás nos dicen como le haremos para sufragar el costo por contar con internet, ni qué demonios harán todas aquellas familias que no cuentan con televisión, ni celular, mucho menos una computadora o laptop.
Estamos hablando de cuestiones que han sido adoptadas por voluntad o capricho de una sola persona, decisiones tomadas a nuestras espaldas, sin tomar en cuenta a los directamente afectados por ellas. Nadie ha preguntado, por ejemplo, si preferimos morir de hambre hacinados en cuchitriles, o de covid-19 saliendo a trabajar; tampoco sobre quién de nuestros seres queridos debe vivir y quién debe morir en caso de que falten hospitales. En México, pues, tampoco cuenta el pueblo para los poderosos.
Ahí está claramente el ejemplo del alejamiento gubernamental hacia sus propios compatriotas, después de que los antorchistas, como uno solo, debimos colocar mantas blancas afuera de nuestras casas, en señal de reclamo por la falta de atención a nuestras familias pobres.
Es algo similar a lo que sucedió recientemente con el frio, con las bajas temperaturas en diversas entidades del país, en las comunidades rurales donde la gente se enfrentó como pudo para salir de esa situación, en donde se les dice que hay albergues pero muchas de esas familias no tienen la forma de llegar a el por no tener dinero para pagar su traslado.
Aunado a ello, el Gobierno de Morena sabe perfectamente que en la puerta del proceso electoral tiene que echar toda la carne al asador para nutrir de alguna forma las filas del partido al que pertenece, el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, por lo que está utilizando la vacuna contra la covid-19 de manera selectiva, nunca de manera democrática para que todos la reciban por igual.
Frente a esa situación los pueblos del mundo debemos tomar conciencia. Es hora de que entendamos que la verdadera democracia, aquella de un poder "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo&rdquo, es una asignación pendiente para el mundo entero.
Que es además una tarea que sólo podrá cumplir el propio pueblo cuando se decida a organizarse para arrebatarle el poder a las pequeñas oligarquías y, con él en la mano, someta a su control toda la actividad económica, incluida la empresa privada, para ponerla al servicio de los intereses y el bienestar de todos los hombres y mujeres de la tierra, sabiendo de antemano que es realidad lo que se ha dicho y que el pueblo no cuenta para los poderosos.
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