En nuestra vida, todos los que hemos tenido la oportunidad de acudir a una escuela, guardamos el recuerdo de algún maestro que nos dejó una marca en nuestro corazón; en aquella época, eran muy evidentes el respeto y la obediencia ante su autoridad que se le brindaba por parte de los estudiantes, padres de familia y comunidad en general, circunstancia que hoy dista mucho de lo que reciben en y fuera de las aulas; su imagen e influjo sobre la sociedad ha sido afectada por el desarrollo tecnológico y la desvalorización que se presenta en la mayoría de la familias de nuestro país.
Antes, a los que no paraban de hablar en clase, los que se ponían a dibujar cosas sin sentido en sus cuadernos, los que se distraían con el vuelo de una mosca, los que estaban atentos por ver quién pasaba por la ventana, a los que discutían por cualquier cosa, mientras el maestro explicaba el tema de la clase, el manejo disciplinario era un golpe sobre el escritorio y unos sonoros gritos por el profesor; ahora, los que presentan estos tipos de problemas son diagnosticados con trastorno de déficit de atención y se les atiende con costosas terapias especializadas y medicamentos que, para desgracia de los padres, aún no vende el Dr. Simi, es aquí donde inicia el negocio para los empresarios que de manera ventajosa sacan su provecho de la comunidad estudiantil.
Continuemos recordando algo que para los jóvenes en la actualidad parecerá casi imposible de creer. No había tecnología al servicio del estudiante, por ejemplo, una calculadora Casio de 32 kb era lo más avanzado en la preparatoria, en los años noventa; ahora bien, al cursar la universidad los trabajos se realizaban a golpe de dos dedos sobre el teclado de la máquina de escribir Olivetti, y cuando se hablaba de computadoras, se pensaba en ellas como en esas enormes máquinas llenas de focos que salían en las películas del El Santo o las de Capulina. En cambio, ahora la computadora es una herramienta más que necesaria, obligatoria para todo estudiante, parece ser que estamos en una etapa de transición tecnológica educativa en donde en lugar de solicitar cuadernos, los estudiantes serán obligados a obtener una computadora o táblet, o bien, en vez de solicitar la tradicional lista de útiles, los maestros estarán obligados a solicitar a los alumnos una lista de aplicaciones que deberán ser descargadas a través de internet en los equipos electrónicos que serán necesarios y obligatorios para tomar sus clases; pero pregunto: en el presente ¿cuantos jóvenes están en condiciones económicas de comprar todos estas herramientas electrónicas?
Incluso si todos los estudiantes en el país estuvieran con capacidad monetaria para adquirir todo tipo de equipo electrónico, es claro que un maestro es irremplazable y que ni una sola clase a distancia es tan productiva como una buena clase presencial. Ahora bien, con respecto a los valores que adquiere todo estudiante por parte de su maestro, lo hace de manera personalizada, es decir, en el aula, por ello el respeto, la disciplina, la obediencia y muchos otros valores, el maestro los enraíza en cada alumno a través de las reglas que impone en su clase o en su caso en toda la escuela, por lo tanto, debe de quedar muy claro que tienes que acatarla. Si un padre de familia o adulto que tenga contacto con un estudiante, respeta a su vez al maestro y sus reglas, el estudiante vera? ese respeto y lo aprenderá?; dando como resultado un ambiente amigable, profesional y respetuoso en la misma, pero si por el contrario un adulto que tiene contacto con un estudiante hace menciones negativas con respecto a la disciplina impuesta por el educador, incurrirá él mismo en una conducta incorrecta y alentará al joven a comportarse en forma inadecuada, en todo caso actúa responsablemente y en forma respetuosa concreta una reunión para conversar el tema. Por lo tanto, el adulto debe aprender primero a disciplinarse el mismo, ya que, en caso de no hacerlo, debe quedarle en claro, que ningún maestro que ejecute y haga cumplir sus reglas, hará equipo con personas que quieran pasar la línea de su total y completa autoridad.
Conservar la tradición de la enseñanza clásica no es sólo recordar el pasado dorado de los grandes maestros del sistema educativo en nuestro país; es también respetar las reglas y lineamientos que crearon los iniciadores de la escuela nacionalista o campesina y que nos deben servir como una gran riqueza educativa y una fuerza inspiradora que puede transformarse en voluntad, en fuerza material y emocional que regirá a cada alumno, padre de familia y maestro en su trabajo individual, así como en las relaciones sociales que se crean en la esfera de nuestro arte de educar.
La disciplina es la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente. Exige un orden y unos lineamientos para conseguir un bien, soportando las molestias que esto ocasiona. El que se sabe exigir a si? mismo, se hace comprensivo con los demás y aprende a trabajar y a darle sentido a todo lo que hace. La disciplina es indispensable para que optemos con persistencia por el mejor de los caminos; es decir, por el que nos va dictando una conciencia bien formada que sabe reconocer los deberes propios, respetar indicaciones e identificar el momento correcto para callar y ponerse en marcha para actuar con humildad.
En memoria de todos los maestros que durante esta pandemia han partido al cielo, pero que en vida se partieron el alma en las aulas y fuera de ellas buscando a sus alumnos hasta en sus casas para hacerlos cumplir con sus obligaciones, un reconocimiento total.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario