El individualismo —filosofía de la burguesía que en la etapa revolucionaria de esta sirvió a la sociedad para luchar contra el sistema feudal, con sus monarquías absolutas en las que la ley era la voluntad del rey que heredaba su poder por “derecho divino”, y predominaba la concepción religiosa del mundo ante la cual el hombre no era más que un “vil trapo de inmundicia”— a la postre desembocó en su etapa reaccionaria en la fundamentación de la sacrosanta libertad de la nueva clase dominante a explotar el trabajo ajeno en provecho propio, y en la función ideológica de moldear y condicionar el pensamiento de los hombres, haciendo posible que las relaciones sociales actuales sigan reproduciéndose a pesar de que tales relaciones sociales se han desfasado con respecto al grado de desarrollo de las fuerzas productivas y requieren ser sustituidas por otras, acorde a este.
Por ejemplo: el alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas ha provocado tan grande socialización de la producción que, bajo el dominio de un mismo capital, o tanto vale decir un solo dueño o capitalista, se encuentran millones de seres humanos trabajando en varias partes del mundo extenuantes jornadas de trabajo por un mísero salario, para producir inmensas cantidades de riqueza que en vez de repartirse se concentran incesantemente, haciendo más grande la acumulación del capital en pocas manos; más fuerte, por tanto, al dueño y más miserables y débiles ante él a sus asalariados y a los pobres en general.
Esto, a pesar de que, como se sabe, un capital inicialmente invertido, no importa su monto, en determinado tiempo queda rebasado o absorbido por el gasto individual de su dueño y que, por tanto, en dicho periodo desaparece como tal capital inicial y a partir de ese punto no es ya sino el resultado absoluto del valor del trabajo no retribuido a sus productores directos (trabajo excedente) o plusvalía.
Por desconocimiento, el trabajador ve como productor de riqueza al capital y no a su propio trabajo, y cuando intuye la verdad y pretende remediar su situación, no puede, porque los millones como él que padecen la misma condición, por el individualismo, están imposibilitados de dar la lucha por mejores condiciones de vida.
Este individualismo, que se nos mete “hasta por los poros” porque se nos bombardea a través de todos los medios y a todas horas por parte de los poderosos, incluidas las instituciones formales, es culpable de que las grandes masas trabajadoras y explotadas no tiendan a organizarse para defender eficazmente sus intereses de clase trabajadora y resolver sus problemas tanto individuales como los de carácter social, de corto y largo plazo, porque el individualismo es utilizado como herramienta eficaz para mantener la pobreza y la desigualdad al alimentar en aquellas masas la ilusión de una “libertad individual” que no existe para todos, y que más bien, vista a la luz del conocimiento, para los pobres no es sino una ilusión, semejante a la misma que tiene una mosca atrapada en un vaso, es decir hasta ciertos límites, muy estrechos e infranqueables, que se reducen prácticamente a vender lo único que tienen que es su fuerza de trabajo y a “elegir” o “escoger“ entre quienes les proponen los poderosos para que los gobierne, y nada más.
El individualismo dificulta y obstaculiza la organización consciente de los pobres y evitan en gran medida el ascenso de estos al poder político.
Por eso es necesario que los pobres vean que la concepción del mundo individualista, que argumenta que la supremacía individual está por encima de lo social, es un poderoso solvente que disgrega, que dispersa y nulifica la solidaridad y el espíritu gregario natural en el hombre. También dificulta y obstaculiza la organización consciente de los pobres y evitan en gran medida el ascenso de estos al poder político desde donde pueden en verdad llevar a la sociedad a superiores niveles de desarrollo en beneficio absolutamente de todos.
Un ejemplo claro de lo dicho es que los pobres que en lo individual reciben una despensa o una tarjetita de apoyo monetario, siguen creyendo el cuento de que el gobierno de la 4T es mejor porque algo da; a pesar de que haya aumentado el número de pobres y ellos mismos no tengan ni salud, ni educación, ni seguridad, ni haya obra pública, ni nada, y en cambio, sea noticia mundial que el hombre más rico de México rompió récord en la acumulación de su fortuna llegando a los 100 mil millones de dólares.
Por eso el individualismo, desde mi punto de vista, en el momento actual, es reaccionario y enemigo de la lucha social, porque impide la unión sólida de los pobres, y en esa medida, frena el desarrollo y el progreso de la humanidad.
Una sociedad más justa y equitativa es necesaria, pero esa sólo podrá construirla el pueblo organizado y consciente, para lo cual es indispensable que cambien su forma de ver el mundo, que transiten de su viejo y dañino individualismo hacia una filosofía colectivista, bajo la cual el hombre vuelva a ser hermano del hombre como en los antepasados tiempos, pero en un plano de desarrollo superior.
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