El 8 de marzo de 1857 las obreras de una fábrica textil de Nueva York protestaron pidiendo la reducción de la jornada de trabajo, fueron detenidas por la policía. Las mujeres eran explotadas y ninguna ley las protegía. En 1910 tuvo lugar en Copenhague una conferencia internacional con cientos de participantes, una de las promotoras fue la marxista Clara Zetkin. El 25 de marzo de 1911 más de cien trabajadoras textiles y 23 hombres, entre jóvenes de 14 y mujeres de 43 años, murieron en el terrible incendio de su fábrica en Nueva York, porque el patrón cerró la salida durante el siniestro debido al temor de que las obreras le fueran a robar. Rosa Luxemburgo, otra destacada marxista luchadora por los derechos de la mujer trabajadora, siempre sostuvo que, la lucha de la mujer no podía estar separada de la del hombre en contra de la explotación de la clase patronal y los abusos de los gobiernos al servicio de estos. Su pensamiento y su lucha, fueron: “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”. Ella no se centraba sólo en el género, pues entendía “que la emancipación de la mujer, sólo se lograría con la emancipación de todo el proletariado”.
Uno de los logros más significativos en la lucha por los derechos de la mujer fue el derecho al voto. Pero las demandas que persigue el movimiento no solo es el voto, también demanda derechos por la discriminación y el rechazo de la mujer en el terreno laboral; demanda protección por las agresiones física, sexual y emocional; por los asesinatos sufridos; por la violencia sufrida en el hogar, en la calle, en el trabajo.
En nuestro país, solo de 2017 a 2020, los feminicidios se incrementaron de siete a 10 al día, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH); en ese periodo se cometieron 15 mil 804 asesinatos de mujeres, de los cuales solo 3 mil 751, el 23.7%, fueron investigados como feminicidios. Tan sólo en 2019 fueron asesinadas 3 mil 825 mujeres. Igualmente, en el terreno económico, la situación no es nada halagüeña, en 2020, en México y América Latina, la realidad para las mujeres empeoró más, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que, con la crisis económica derivada de la pandemia por covid-19, la población femenina registró una mayor tasa de desempleo, más pobreza y la caída de sus ingresos fue superior a la de los hombres.
Sin embargo, es importante entender que la pobreza en que viven millones y millones de mujeres en México y en el mundo entero; miseria que sin duda se ha agravado más por el mal manejo de la covid-19 por parte sus gobiernos, como en México por el mal manejo del gobierno de morena; tiene su raíz profunda en el sistema y en el modelo económico que se vive en la mayor parte de los países, en donde impera la desigual entre los dueños del dinero y los trabajadores, y que, sin duda, se ensaña más con las mujeres.
El tamaño del problema, entonces, rebasa con mucho los límites de la lucha feminista que de esta manera se restringe, lo cual hace difícil, y quizá hasta imposible de solucionar a fondo, en tanto persista el feminismo en boga, de funcionar a solas como género.
La situación de los reclamos feministas en México es igual o muy parecida incluso en países de la vieja Europa, en España, por ejemplo, un país de prohibiciones por su herencia fascista, a las mujeres les negaron por completo en todas las ciudades, marchar con el pretexto de la pandemia; como pudieron, las mujeres denunciaron y exigieron el alto a tanto feminicidio y represión del Estado de ese país.
Viendo fríamente el carácter de las demandas feministas en nuestro país, en las cuales no se menciona para nada el colosal problema de la pobreza que sufren millones y millones de hombres y mujeres, y ante la negativa rotunda de incorporar a hombres conscientes y sensibles para apoyarlas y darle más fuerza y amplitud a su movimiento; con esas grandes lagunas, las soluciones que pretenden, considero que están lejos, muy lejos. Si además consideramos que estamos ante un presidente obstinado que ha calificado a la lucha feminista de estar atizada por los enemigos de su régimen de la cuarta transformación y de su partido Morena, y que las denuncias de machismo criminal son en su mayoría falsas y de gente sin ocupación. Se ve que, lo justo de las banderas feministas no será resuelto por este régimen morenista.
Creo de todas formas que, la consigna coreada por las mujeres en su gran manifestación de este 8 de marzo dirigida al Palacio Nacional, el cual fue cercado, por órdenes del presidente, con un muro de acero de dos metros de altura (del tamaño de su miedo, como dijeron algunos comentaristas), debe verse con simpatía y debe ser apoyada por todos los mexicanos que piensen que sus hijas, que sus esposas y que sus madres también necesitan de esa protección que demandan las mujeres que marcharon. Y que el grito lanzado en el corazón del país y escuchado por todos nosotros de “nos vemos el próximo 6 de junio” para que Morena pague su arrogancia, debe ser respaldado y hacer eco en nosotros los antorchistas.
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