MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El arte, un arma cargada de verdad

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“Nuestro interés es lograr que los individuos ya no se conformen con hacer arte porque sí, mecánicamente, sino que se despierte en cada artista de la organización, y del mundo entero de ser posible, el afán creador que es lo que distingue, verdaderamente, al arte de la ejecución fiel de las cosas, al arte de la imitación…”, explica Aquiles Córdova Morán.

Empiezo mi colaboración de la semana con esta frase del maestro, líder y fundador del Movimiento Antorchista, porque creo que sintetiza el afán de nuestra organización de promover el arte entre el pueblo mexicano.

Necesitamos artistas que sepan captar las grandes verdades del momento histórico que estamos viviendo y las transmitan con maestría al espectador.

La cita plasma el motivo que nos mueve a todos los antorchistas a fomentar entre nuestros agremiados y hacia toda la población la práctica de las múltiples expresiones artísticas que ha creado la humanidad, como la música, la danza, la poesía, el canto y las obras de teatro.

Y hablando de obras de teatro, ya ha sido ampliamente difundido que en estos días, 22, 23 y 24 de noviembre, nuestra organización está poniendo en práctica lo que sostenemos en el discurso: proyectar el arte a los cuatro vientos.

En este caso, lo hacemos mediante el XXIII Encuentro Nacional de Teatro, en el histórico Teatro de la Paz de San Luis Potosí, que ha cobijado estos eventos desde hace ya varios años.

Para nuestro movimiento, el arte en sus diferentes manifestaciones tiene la cualidad de atrapar un instante, fugaz por naturaleza, y eternizarlo de alguna manera. Lo que se dice para un cuadro, para una pintura, que inmoviliza un instante de la vida cotidiana y nos la muestra transformado en arte, es válido también para una obra de teatro que plantea un problema de la sociedad y lo pone delante de nosotros para que lo interpretemos, lo entendamos mejor y, de ser necesario, lo transformemos.

Por eso necesitamos artistas profesionales que sepan retratar, por decirlo de alguna manera, nuestra realidad, que sepan captar de la vida cotidiana las grandes verdades del momento histórico que estamos viviendo; que lo plasmen en una obra artística y lo transmitan al espectador a la manera en que lo hacen los grandes maestros del arte, con esa habilidad y maestría que tienen de mirar más lejos y más hondo, para que después nos digan de una manera bella, con imágenes, con notas musicales, con versos o, como en este caso, con piezas teatrales de mucha calidad.

Se ha dicho que los grandes artistas surgen cuando el ambiente social y político se encuentra en una etapa de estabilidad y en pleno desarrollo, poniendo como ejemplo la etapa posterior a la Revolución mexicana, donde floreció el muralismo de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, O’Gorman y otros que se me escapan a la memoria.

Otro ejemplo, el auge de los mejores compositores de la música mexicana que también se dio en esa época. Pero lo cierto es que también en las épocas difíciles han surgido grandes genios, como Bertolt Brecht, poeta y dramaturgo alemán cuya obra se forjó en la época de Hitler, en pleno periodo del nazismo.

Por esta razón, justo en medio del anunciado recorte del 30 % del presupuesto federal a las actividades culturales y artísticas del país, Antorcha intenta, con todos los medios a su alcance, como Prometeo que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres, llevar el arte hasta el último rincón del país; trasladarlo a las masas populares más marginadas, porque, aunque parezca increíble, también ellas entienden la verdad contenida en una pintura, en la danza, en una pieza musical, en la poesía o en una obra teatral, cuando esa verdad ha sido plasmada por un verdadero artista.

El planteamiento no acaba ahí; tarde o temprano, llegará la recompensa, y esa será cuando entre el pueblo mexicano aparezcan nuevamente, como en la época posrevolucionaria, los artistas que no se conformen con dominar las diversas técnicas artísticas; que no sólo se conformen con cantar bien, pintar bien, bailar excelente, escribir bellísimas poesías o geniales obras teatrales, sino que aparezcan los verdaderos creadores de arte. Nada más, pero nada menos.

 

 

 

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