La Unicef, por sus siglas en inglés, United Nations International Children’s Emergency Fund (Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia), es un órgano de nivel mundial que desde 1946 busca salvar la vida de los niños y niñas, defendiendo sus derechos para ayudarles a alcanzar su máximo potencial. Trabaja en 190 países y lo hace a través de socios y donadores. Por su carácter mundial y su altruismo en todos los países, se ha ganado el reconocimiento y autoridad para informar acerca de la situación de la niñez y se ha permitido también hacer sugerencias.
En este sentido es que el 2 de marzo del presente año, emitió un interesante informe, del cual haré, sin que sea literal, un resumen: tres de cada cinco niños que perdieron un año escolar en el mundo, se encuentran en América Latina y el Caribe. En México, 180 días han permanecido cerradas las escuelas, cifra superior al promedio en América Latina y el Caribe (158 días) y el doble de la estimación global (95 días). México se encuentra en octavo lugar entre los países donde las escuelas han permanecido cerradas por mayor tiempo. El rezago educativo se está viendo agudizado sobre todo en zonas de alta marginación, por ejemplo, las comunidades indígenas. Antes de la pandemia el 80% de los alumnos de primaria no alcanzaban los conocimientos esperados en comprensión de lectura y matemáticas; situación que sin duda está agravándose. Cada día de cierre, el riesgo de abandono escolar crece.
En julio de 2020, el 71% de los hogares con niñas, niños y adolescentes sufrieron una reducción de ingresos según señala la encuesta ENCOVID-19 Infancia, lo que afectó su capacidad de cubrir costos asociados a la educación y otros gastos familiares y ha aumentado el riesgo de que niñas, niños y adolescentes sean puestos a trabajar para apoyar la economía familiar. El cierre de escuelas afecta otras dimensiones del desarrollo; por ejemplo: el cierre de los espacios físicos, lo que genera insuficiente actividad física y sedentarismo, aumentando el riesgo de sobrepeso y obesidad, así como de sueño irregular y otras consecuencias para la salud física y mental como irritabilidad, ansiedad y falta de concentración. Hay también posibles impactos en cuanto a salud emocional, a los aspectos vinculados con la independencia y socialización. Por todo esto, Unicef hace un llamado a las autoridades educativas a reabrir las escuelas lo antes posibles, cuidando los protocolos de seguridad.
Hasta aquí coincido con el informe, lo avalo porque lo puedo comprobar en la realidad cercana en mi comunidad escolar, mis alumnos, mis compañeros profesores y los padres y madres de familia. Sin embargo, lo que no se dice aquí son todos los problemas que existían ya antes de la pandemia y que ahora son más graves. Por ejemplo, el cierre prolongado de las escuelas; reducción o carencia de ingresos de las familias; marginación de comunidades y regiones enteras que carecen no solo de internet, electricidad, agua potable, drenaje y escuelas dignas, falta de teléfonos celulares, tableta, computadora y televisión en el hogar; además de la falta de vivienda con espacio suficiente para el estudio a distancia.
Como podemo ver, estas carencias son decisivas en el aprovechamiento de cualquier tipo de educación no solo en la modalidad a distancia. El retorno a clases presenciales no las elimina ni evita sus efectos nocivos.
Si la Unicef da por hecho que la situación educativa en México es grave, y conduce a una catástrofe mayor, pero que también sabe que México es, debido a la cantidad de muertos y contagiados por covid, el peor país en el manejo de la pandemia. ¿Cómo entonces se hace el llamado a reabrir las escuelas, sin antes hacer un llamado para mejorar las condiciones de salud del país? ¿Por qué no se hace una exhortación a invertir más en educación, proponiendo proyectos serios?
Está omisión hace sospechar, que no es para la Unisef, el grave rezago educativo, ni el riesgo de la salud física y mental de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del país, lo que le preocupa, sino que, lo que verdaderamente le importa, es continuar con la formación de peones para el sistema capitalista de producción que nos predomina en el país. La falta de la preparación de los futuros obreros, sí sería una verdadera tragedia para los grandes inversionistas que compran mano de obra barata. Con el nivel deserción que estamos presenciando, se pone en riesgo la formación de los futuros “empleados”.
Pero aun con todo esto, el regreso a clases es un hecho, así se anunció. Se dice también que la Secretaria de Educación,Delfina Gómez Álvarez, hará un recorrido por todos los estados para verificar personalmente las condiciones de las escuelas. Pero, ¿acaso aún hay duda de las condiciones precarias que existen en las escuelas del país? ¿No se supone que para eso existe una estructura que informa? ¿No se supone que para eso son las estadísticas que llenamos todos los responsables de una escuela, cada inicio y termino de ciclo escolar?, pero, además, ¿la gira por si sola resolverá el problema?
Ya lo decía yo en otra opinión como está; no podemos regresar a las aulas con las mismas condiciones de antes, porque ahora es evidente que la precariedad de las condiciones en las escuelas, no nos ha permitido el éxito con la nueva modalidad, ni nos permitirá avanzar con alguna otra. Sin internet, sin señal en algunos casos, con escasez de agua, con dificultad en el transporte, etcétera; ahora, el problema que no se atendió antes ha crecido. Y ahora tendremos que agregar otros problemas más, porque el contagio por covid-19 no ha cesado. Urge que se tomen medidas para afrontar estos problemas.
Urge que quede muy claro, por ejemplo, quién se encargara de proveer todo lo necesario para la higiene de las escuelas, porque, es bien sabido por todos los que conocemos la educación pública, que no hay recurso destinado (al menos en el sistema que yo laboro), para la compra de escobas, trapeadores, cloro, fabuloso, y todo los enseres y productos de limpieza, y ya no digo de los materiales de oficina, y materiales para las actividades escolares; todo eso se resuelve haciendo equipo con las madres y padres de familia, quienes, con su esfuerzo y contribución, donando, gestionando, trabajando en la escuela, etc.; reúnen todo lo necesario para que la escuela funcione. ¿Acaso estarán pensando que los padres y madres de familia carguen también con los gastos que acarrea el regreso a clases y el mantenimiento de las escuelas?, ¿el gel antibacterial, la sanitización de los espacios y los cubre bocas, serán también gastos que tienen que asumir ellos?, ¿estará pensando el Gobierno federal argumentar que para eso creó el programa de “Mejora tu escuela”?, que, por cierto, por estos lados no se ha hecho realidad.
Es momento de exigir mejores condiciones educativas. Que todos los que estamos involucrados en la educación: profesores, directivos, madres y padres de familia, y los millones de estudiantes, unamos nuestra solicitud. Sin las condiciones básicas en las escuelas y sin vacunación para todos, se confirma la sospecha: el regreso a clases no obedece a una sentida preocupación por la calidad educativa, sino a la rigurosa necesidad de seguir produciendo, y para ello, se necesitan manos calificadas.
Todo aquel que entienda esto y no levante su voz respetuosa pero combativa, será entonces cómplice de las crisis que se avecinan. Pero, y, ¿todos los políticos que andan en campaña, estarán pensando en resolver este grave problema? Ojalá que así sea. Si no es así, también quedará claro que su pretensión de poder no es genuina, sino peligrosa, parecida a todo lo que ya hemos visto. Estamos en tiempos de decisión, estamos en tiempos electorales; con el voto ciudadano se decide continuar con más de lo mismo, o detener esta ola de crisis en todos los sectores. Ya casi es hora de salir a decidir, y nadie debe olvidar que es su obligación como ciudadano, pero, también es un derecho que, haciéndolo efectivo, puede cambiar el rumbo de nuestro país.
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