Cuando la humanidad se dividió en clases sociales se originó un sacudimiento equiparable a un gran terremoto que estremeciera todo el globo terráqueo, dando origen a grandes cambios en todos los ámbitos de la vida humana, es decir en todos los ámbitos de la sociedad. Es cierto que ese cataclismo, ese gran sacudimiento no se dio de la noche a la mañana, sino que fue un proceso gradual de muchos cientos de años, pero al final una vez desaparecida la primera formación social que existió sobre la tierra y que se le ha llamado comunidad primitiva, surgieron como dos grandes continentes, como dos polos opuestos, dos clases sociales: una fue la de los poseedores o explotadores, otra la de los desposeídos o explotados. Y esa nueva realidad dio origen, ya se dijo, a nuevas realidades en todos los ámbitos de la vida. Por ejemplo en el terreno de la educación, las cosas ya no fueron iguales después de que se extinguió la comunidad primitiva; se dice que en esta primera sociedad los nuevos miembros de la comunidad eran educados por la comunidad misma. Todo el colectivo humano se hacía cargo de enseñar a los niños lo que necesitaban saber para subsistir y para preservar a la propia comunidad. Las relaciones entre los individuos eran de colaboración recíproca y ayuda mutua, todos trabajaban en la pesca, la caza y la recolección y el fruto de estas actividades era distribuido equitativamente entre todos los miembros del colectivo.
En aquellos tiempos no había propiedad privada, pero esta poco a poco fue apareciendo y se consolidó gracias al desarrollo de las fuerzas productivas y al paso de los siglos. Junto con la propiedad privada aparecieron nuevas formas de comportamiento humano, por ejemplo, apareció el individualismo y el deseo de acumular, de atesorar bienes. Surgieron así, hombres que fueron acaparando y se fueron enriqueciendo y hombres que se fueron quedando en la pobreza y tuvieron que someterse a la voluntad de los económicamente poderosos. En este sometimiento de unos hombres (los desposeídos) a otros (los poseedores), jugó un papel decisivo la educación. Los poseedores de la riqueza se dieron cuenta que para mantener sumisos a los desposeídos no era suficiente ejercer sobre ellos la fuerza de las leyes, el látigo o de las armas, sino que también tenían que doblegar su voluntad, hasta convertirlos en dóciles y mansos esclavos, para lo cual era necesario obnubilar su conciencia, mantenerlos en la ignorancia, mantenerlos en la oscuridad avasallados con todo tipo de supersticiones y miedos. Dos grandes épocas de oscurantismo y fanatismo sobrevinieron a la desaparición de la comunidad primitiva: la esclavista y sobre todo la época feudal.
Al declinar la sociedad feudal, empezó a emerger una nueva, la sociedad capitalista en la que hoy ya en su etapa de madurez, denominada imperialismo o neoliberalismo, habitamos los actuales seres humanos, a excepción de los que habitan territorios del mundo donde se está empezando a desarrollar un nuevo tipo de formación social. Desde el esclavismo hasta la época actual la educación ha sido controlada por las clases explotadoras; esclavistas, señores feudales y burgueses o capitalistas han utilizado la educación en favor de sus intereses de clase. En ocasiones la han ocultado, en otras la han restringido o la han dosificado de modo que contribuya a fortalecer su dominio sobre los explotados. En las guerras de conquista los conquistadores, para someter completamente a un pueblo, lo han tenido que avasallar también culturalmente. Los explotadores de todas las épocas saben que entre más ignorante es un pueblo es más fácil dominarlo, explotarlo.
En los días de la guerra de Independencia en la Nueva España, un cura de Guanajuato escribió a Félix María Calleja: “…no hay esperanza ni debemos equivocarnos ya en esta materia; el pueblo es un enemigo nato de nosotros [los propietarios] y si no se les avasalla hasta donde se pueda, somos perdidos”. Y más adelante, cuando la incipiente burguesía nacional estaba empezando a acumular riqueza, Justo Sierra dijo: “la burguesía… hace todos los días prosélitos, asimilándose a unos por medio del presupuesto, y a otros por medio de la escuela”. Pero los pueblos del mundo han tenido ideólogos, defensores que han intentado arrebatar el control de la educación de manos de los explotadores y le han señalado al pueblo la necesidad de cultivarse, de iluminar su mente con la luz de la ciencia y la educación. “Ser cultos, para ser libres”, diría José Martí. En su búsqueda de justicia social los pueblos se han organizado y han luchado, vislumbrando el camino hacia una nueva sociedad, donde no existan explotadores ni explotados y en ese tránsito han detectado la importancia del arma educativa. Unos año antes de que estallara la Revolución Mexicana un articulista del diario El Imparcial, escribió en la publicación del 22 de julio de 1906: “… no puede existir el socialismo sino ahí en donde el obrero tiene aspiraciones,… en donde la instrucción se ha difundido entre las clases laboriosas a un grado bastante para darles a conocer y hacerles comprender las teorías de los doctrinarios y los sistemas políticos y sociales reformadores”.
Puede decirse que si queremos ver que tanto un gobierno está realmente de lado del pueblo, de lado de los explotados, solamente basta con ver lo que propone y ejecuta en materia de política educativa. Un gobierno, o determinados gobernantes podrán decir que están a favor del pueblo trabajador, pero si en materia educativa no invierten lo suficiente para equipar y construir escuelas, para pagar bien a sus profesores, para garantizar la educación del pueblo mediante asistencia alimenticia y becas, así como construir bibliotecas y en estos años de modernidad, dotar de internet a las escuelas y a todos los estudiantes, ese gobierno lo acepte o no, será uno más de los que de palabra defienden al pueblo y en los hechos lo traicionan.
Siguiendo el hilo del tema de la educación en México, según la Ley General de Educación se dice que el gobierno federal debe invertir cuando menos el 8% del producto interno bruto (PIB) a la educación, pero en el país en los últimos años apenas se ha invertido al rededor del 5%. Además; de la inversión total, el 86 % se aplica al pago de nómina, 4% a becas, 2.5% en apoyo administrativo y apenas 2% en infraestructura; esto significa que está abandonada el área de construcción y equipamiento de escuelas, así como el apoyo a los estudiantes económicamente débiles, es por esto que de cada 100 alumnos que ingresan a la primaria, solamente terminan su preparación profesional 28, lo que significa que en el país tenemos un índice de deserción escolar del 72%.
Este panorama se ha agravado con la llegada de Andrés Manuel López Obrador al Gobierno federal, pues en su primer año de gobierno el gasto programado para educación sumó 453 mil 250 millones de pesos; eso fue 5.3% menos respecto a 2018 en términos reales; además ese monto se ubicó en el más bajo de los últimos diez años. El medio informativo eje central revisó datos del Banco Mundial, UNESCO, OCDE, SEP y de la Secretaría de Hacienda y de dicho análisis se desprende que los dos primeros años de gobierno de López Obrador el gasto en educación se ubica como el más bajo de la última década. Todos sabemos que de entrada AMLO eliminó con el apoyo de los diputados y senadores de Morena, el programa de Escuelas de Tiempo Completo y entre otros el de Educación Indígena. Y para rematar, como resultado de las medidas de confinamiento implementadas por el gobierno federal ante la pandemia por covid-19, millones de niños se vieron obligados a seguir sus estudios desde casa, pero muchos de ellos al no contar con televisión o internet y ante la falta de verdadero apoyo del gobierno dejaron de estudiar. Se estima que la deserción escolar en estos meses de pandemia superó los 2.5 millones de estudiantes desde el nivel preescolar a bachillerato.
AMLO y Morena supuestamente pertenecen a la izquierda mexicana, según esto, deberían estar de lado del pueblo, uno de sus lemas de campaña fue: “Primero los pobres”, pero como el mismo López Obrador dijo, una cosa es lo que se dice en campaña y otra cosa lo que se hace ya en el gobierno. A quien todavía tenga alguna duda, le recuerdo aquella frase: “por sus hechos los conoceréis”, y los hechos están diciendo claramente y día tras día que López Obrador y Morena son todo, menos los representantes y defensores del pueblo que se dicen ser. Y si no al tiempo.
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