En todos los textos que el lector encontrará en esta obra, los protagonistas principales son mujeres y hombres provenientes de las capas más humildes de nuestra patria que denuncian la pobreza, la injusticia y la persecución que padecen. Pero también están los que muestran con orgullo los frutos de su esfuerzo para sobreponerse, unirse y lograr los modestos servicios públicos que nunca habían tenido y veían inalcanzables; los que muestran con orgullo su unidad y su gran número en una reunión en el Estadio Azteca, donde más de cien mil antorchistas formaron “la más grande bandera mexicana jamás hecha”. En un México convulsionado y estancado, con dolores multiplicados por la demagogia y la incapacidad de los gobernantes en turno, debemos ver en este libro un ejemplo a seguir para multiplicar los textos que animen al pueblo a unirse y tomar las riendas de la patria.
Este libro, escrito por el activista y periodista michoacano Luis Miguel López Alanís, es un ejemplo de que en la lucha social es indispensable el ejercicio periodístico dirigido a explicar las razones profundas de los problemas que aquejan a millones de mexicanos que padecen el desamparo y los dolores de la pobreza y la marginación; que se requiere identificar ante el pueblo a quienes se oponen a su progreso, lo engañan y lo utilizan sólo como carne de voto mediante falsas expectativas de liberación; que se le debe explicar las razones profundas y, también, las evidentes de su postración, y animarlo a participar en la solución de sus propios problemas, hacerse cargo del gobierno y construir un país más justo.
Así, el autor contribuye a la construcción de esa inmensa obra humana que se propone educar y organizar a millones de mexicanos en torno a un programa que acabe con la pobreza y el atraso ancestral de nuestra patria, y lo hace recurriendo a reportajes, artículos de opinión, crónicas e incluso imaginarias entrevistas con personajes de la Historia de México, cuyo pensamiento es asombrosamente actual y útil para comprender nuestro presente, como el constituyente michoacano Jesús Romero Flores, de quien se obtienen “respuestas” basadas en el Diario de Debates del Congreso Constituyente de 1917, ingenio literario que da como resultado una vigorosa defensa del derecho constitucional de los mexicanos a la organización y a la protesta.
En todos los textos que el lector encontrará en esta obra, los protagonistas principales son mujeres y hombres provenientes de las capas más humildes de nuestra patria: obreros, amas de casa, comerciantes ambulantes, campesinos, estudiantes, que denuncian la pobreza, la injusticia y la persecución que padecen; aquí aparecen también los anónimos protagonistas de la dolorosa búsqueda de sus hijos perdidos en la vorágine de la violencia que sufrimos.
Pero también están los que muestran con orgullo los frutos de su esfuerzo para sobreponerse, unirse y lograr el agua potable, la luz eléctrica, el auditorio, la escuela o los modestos servicios públicos que nunca habían tenido y veían inalcanzables; los que muestran con orgullo su unidad y su gran número en una reunión en el Estadio Azteca, donde más de cien mil antorchistas formaron “la más grande bandera mexicana jamás hecha”; los que gozan con un poema, una canción, un baile folclórico, una obra de teatro o una competencia deportiva amateur, que descubren por primera vez en sus vidas, como participantes o como espectadores, en eventos culturales y deportivos llamados Espartaqueadas, que no tienen como motor generar dinero, sino gozo estético y artístico, salud física y espiritual, sentido de pertenencia a la humanidad y sus grandes anhelos.
En un México convulsionado y estancado, con dolores multiplicados por la demagogia y la incapacidad de los gobernantes en turno, muchos de los cuales provienen de la misma clase política que arruinó a nuestro país y, por lo tanto, potencian el brutal engaño a las esperanzas de millones de mexicanos, debemos ver en este libro un ejemplo a seguir para multiplicar los textos que animen al pueblo a unirse y tomar las riendas de la patria. En ese sentido, tiene absoluta razón Luis Miguel López Alanís cuando dice, sobre la naturaleza y la necesidad de sus letras: “creo que he defendido limpiamente mi ideología y, por ello, proclamo la necesidad de su concreción material, porque su actualidad es manifiesta en el hecho de que persiste lo que originó la letra y porque aquellos para los que fue escrita siguen existiendo y siguen en la oscuridad”.
Homero Aguirre Enríquez