Los problemas de educación en México van de mal en peor. Si entendemos que rezago educativo se define como la condición de las personas con más de 15 años que no saben leer ni escribir o que no terminaron la primaria o secundaria, es decir, personas que por su edad debieron haber concluido su educación básica.
El analfabetismo es la forma extrema de rezago educativo. Son personas que en esas condiciones se colocan en la mayor de las desventajas para el cabal ejercicio de sus derechos.
Los mexicanos en esta condición no fueron incluidos en el modelo educativo que el gobierno de la 4T emprendió en su llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM), fueron igualmente omitidos en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) y la reforma educativa de 2019.
De igual manera no son mencionados en sus apartados dedicados al derecho a la educación, tampoco en su “Epílogo: Visión 2024” en el que el paraíso prometido por la Cuarta Transformación no incluye la erradicación del analfabetismo ni la educación básica para toda la población. El cierre de escuelas ocasionado por la pandemia y la crisis económica 2020-2021 reforzaron el crecimiento de los índices del rezago.
En 2010 había 31.9 millones de personas en rezago educativo que representaban el 40 por ciento de la población mayor de 15 años.
En 2015 eran 30.3 millones (35 por ciento), 28 millones en 2020 y para 2021 su número siguió estacionado en los 28 millones de personas que representan un 29.1 del total. Los datos muestran un estancamiento en la primera mitad del sexenio obradorista y tiene entre sus causas la omisión de diagnósticos y planteamientos en torno a esta dificultad.
Pitágoras, el famoso filósofo griego, decía que educar a los niños volvería innecesario castigar a los hombres. Esto quiere decir que, si se atiende el problema educativo a tiempo, se pueden prevenir un sinfín de problemas desde la tierna infancia. El combate activo de la ignorancia lleva a la posibilidad de la libertad y la responsabilidad que esta conlleva, dice Víctor Hugo.
La educación es un proyecto a largo plazo, una apuesta por un mejor futuro para generaciones equipadas con valores, conocimientos y habilidades que les permitan adaptarse a las necesidades futuras. Resulta inaudito que nos encontremos anclados en el pasado. Es triste esta realidad de nuestro México, en la que la educación ha sido un factor crucial para la desigualdad.
Mientras los países más avanzados han implementado programas para abatir el rezago y abandono escolar y aprovechando la ola de digitalización acelerada por la pandemia, 2.5 millones de alumnos de todos los niveles educativos en México abandonaron sus estudios de acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, cifra que representa al 10 por ciento de los estudiantes del país. Este fenómeno nos pasará factura en los próximos años tanto en cuestión económica como en términos de bienestar familiar.
Los problemas en la educación no son culpa de los maestros que se esfuerzan día con día por sacar adelante a sus alumnos. Tampoco éstos son culpables que dan todo por estudiar a pesar de las adversidades que enfrentan en el transcurso de su vida. El problema es estructural, de un abandono a la educación por parte de un sistema que, en lugar de reformarla, prefiere renombrar los grados escolares y hacer ajustes muy superficiales sin detenerse a pensar que le están haciendo un grave daño a millones de alumnos.
Si no se toman cartas en el asunto educativo vamos a tener generaciones no preparadas para en un momento dado sepan dirigir acertadamente los destinos de nuestro país, tener bajo su responsabilidad seres humanos y no por falta de ganas sino por sus oportunidades coartadas. Es esencial enfocar la enseñanza en un modelo educativo que enseñe a pensar y a tomar decisiones, que nos den herramientas básicas para salir adelante en distintas áreas que nos permitan evolucionar de acuerdo a las necesidades de la humanidad.
En pocas palabras, el rezago educativo es una bomba de tiempo por la que, si no se toman medidas adecuadas para atacarlo, las consecuencias serán graves y en lugar de haber avances habrá un retroceso de fatales consecuencias.
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