Recién inicia el proceso electoral local de cara a las elecciones del próximo 6 de junio, en la que se renovarán los 50 escaños del Congreso local y los 212 ayuntamientos de Veracruz, y diversos hechos violentos ya han enrarecido y "calentado” el ambiente político en la entidad. El gobernador de Veracruz, ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, y su gobierno se han visto rebasados para evitar que la violencia empañe el proceso y, en varios casos, parece estar más interesado en sacar raja política de los acontecimientos suscitados en las últimas semanas.
El lunes 15 de febrero, los veracruzanos amanecimos con la trágica noticia de que fueron asesinadas en su residencia, la exdiputada y exalcaldesa de Cosoleacaque, Gladys Merlín Castro y su hija Carla Enríquez Merlín, que trascendió era aspirante a la alcaldía de ese lugar abanderada por Morena, aunque hasta entonces la carrera política de ambas se había desarrollado en el PRI.
Rápidamente el gobernador Cuitláhuac García, como vocero de la Fiscalía General del Estado (supuestamente un organismo autónomo), se apresuró a culpar de este crimen a los "cacicazgos marcados de la zona de Cosoleacaque” y aseguró que se trataba de un asesinato político. Sin embargo, poco después se supo que la línea de investigación más fuerte hasta ahora, apunta a que el móvil del crimen fue el robo de las ganancias de las ventas de una gasolinera propiedad de Gladys Merlín.
Es evidente que la declaración del gobernador García Jiménez buscaba criminalizar a los rivales de Carla Enríquez en la contienda por el ayuntamiento de Cosoleacaque, sin aportar ninguna prueba contundente y quizá servir de distractor para ocultar a los verdaderos autores del crimen.
Este sábado 20 de febrero trascendió que supuestos policías atacaron la camioneta en la que viajaba Emigdio Enríquez Merlín, hijo y hermano de las difuntas, que llegó a Xalapa para sostener una reunión con funcionarios estatales para darle seguimiento a las investigaciones sobre el crimen, lo que provocó que el automóvil se estrellara frente a un poste en la avenida Lázaro Cárdenas. Hasta el cierre de este escrito la versión no ha sido confirmada, pero de ser cierto, tal hecho enrarece más el ambiente. Pues, ¿quién tiene el control de la policía en el estado? Saque usted sus conclusiones.
Pero no fue el único incidente desafortunado que el gobernador Cuitláhuac García aprovechó para golpear a los rivales de su partido. Pues el fin de semana pasado, luego de que 4 policías estatales fueron emboscados y asesinados en Orizaba, se armó un intenso operativo para, literalmente, sitiar esa ciudad, desarmar a su policía municipal e intentar llevarlos presos, en un hecho sin precedentes, violatorio del orden constitucional y de la autonomía del municipio de Orizaba.
La Secretaría de Seguridad Pública del estado, justificó el acto argumentando que existían elementos para suponer que, en el atentado contra los policías estatales, hubo la participación de cuando menos dos elementos de la corporación municipal. Sin embargo, la violencia con la que irrumpieron en el ayuntamiento no se justificaba, pues por dos sospechosos pretendían llevarse detenidos a más de 400 policías locales.
Tales acontecimientos fueron interpretados por diversos comentaristas como un golpe de Estado en contra del presidente municipal Igor Rojí López, y para golpear mediáticamente a todo su grupo político, pues son fuertes adversarios para los anhelos de Morena de hacerse con el control del municipio de Orizaba y la región, en donde se ubica el segundo corredor industrial más importante del estado.
Los hechos tomaron por sorpresa a los habitantes de la ciudad, que por años han gozado de cierta tranquilidad y paz social, gracias a los gobiernos que ha tenido la ciudad, que la han convertido en un importante polo de desarrollo social. Tuvo que intervenir la Secretaría de Gobernación, a cargo de Olga Sánchez Cordero, para obligar al gobernador Cuitláhuac García y a su grupo político a desistir de sus intentos de hacerse con el control de la ciudad por medio de la fuerza.
No sería la primera vez que el Gobierno de Veracruz recurre a la fuerza y la violencia para desestabilizar e intimidar a sus rivales políticos. El año pasado fueron demasiadas las acusaciones en contra del secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, sobre su conducta porril y sus constantes amenazas y hostigamiento contra autoridades municipales y organizaciones sociales no afines al partido en el poder, Morena.
Sin duda se trató de una agresión política, pues lo mismo que en el caso del doble feminicidio, no hay avances en la investigación de los responsables del asesinato de los 4 policías estatales, hecho que solo sirvió de pretexto para sembrar caos en la ciudad de Orizaba.
Así, mientras el gobernador se aprovecha indolentemente de tan nefandos crímenes para hacer proselitismo electoral y golpear a la oposición política, Veracruz continúa siendo un verdadero infierno en donde la violencia mantiene en la zozobra constante a sus habitantes, sin que nadie se ocupe de contenerla.
La terca realidad se ufana
Esta semana la organización México ¿cómo vamos?, con base en datos del Consejo Nacional para la Evaluación de las Políticas Públicas (Coneval), señaló que el 50.2% de la población de Veracruz vive en pobreza laboral, 10.2 puntos más que el año pasado. Es decir, cerca de 4 millones de veracruzanos no pueden costear los productos más indispensables de la canasta básica, a pesar de trabajar y contar con un ingreso. Ni hablar de las personas que han perdido sus empleos o fuentes de trabajo como consecuencia de la pandemia.
La mala estrategia del Gobierno federal, replicada por el Gobierno de Cuitláhuac García, que consistió en dejar a la población a su suerte ante la inminente crisis económica, ha provocado el incremento de la desigualdad social y la agudización de la miseria de las clases trabajadoras. Por lo que, a pesar de los discursos triunfalistas, sobre que la estrategia económica de la 4T "es un ejemplo a nivel mundial&rdquo, los datos fríos y la terca realidad se ufanan en desmentirlos una y otra vez.
El manejo de la pandemia es un desastre en todos sus aspectos y de esto no se puede culpar a "los neoliberales del pasado”. Ojalá el pueblo de Veracruz y de México lo tenga muy presente este 6 de junio.
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