“No es triunfo de un buen gobierno, no es prueba de mucho talento político el repartir dinero entre los pobres, les puedo asegurar que no. Eso es mucho más fácil; es mucho más difícil que se atiendan problemas estructurales”, advertía el dirigente nacional del Movimiento Antorchista por aquellos tiempos del año 2002, ante las políticas erradas del gobierno -del entonces- Distrito Federal.
Antorcha daba una clara advertencia a la clase proletaria de que el discurso de “gobernar para el pueblo y combatir la corrupción, ha convencido a mucha gente de buen corazón, pero que no sabe mucho de política, para que vote por ellos y lo han conseguido (…). No es cierto, pues, que el PRD en el poder trabaje para el pueblo (…) la experiencia es más que clara y suficiente para demostrar que no es cierto que esté con los pobres. Los perredistas hacen lo mismo que los priistas y los panistas: favorecer al rico y enriquecer a los políticos llenándose los bolsillos de dinero, pero al pobre le siguen negando hasta lo más elemental”, afirmación comprobada en 2004, cuando Andrés Manuel López Obrador gobernaba la Ciudad de México y todas las alcaldías estaban en manos del PRD, partido al que pertenecía.
En ese mismo año, cuando López Obrador tenía ya la intención pública de ganar la presidencia del país, el líder del antorchismo nacional sentenció que “el mayor daño que le podemos causar a México, más incluso que el populismo, consiste en el intento de suprimir los derechos democráticos fundamentales del pueblo; en tratar de marginarlo de las grandes decisiones nacionales que, la gran mayoría de la veces, lo afectan más a él que aquellas personas que toman esas decisiones; en tratar, en fin, de sustituir nuestro defectuoso régimen democrático por otro más defectuoso aún: por la dictadura de los mejores”.
Advirtió, pues, la deficiencia de autonombrada izquierda mexicana, se preveía que “cuando toma el poder la izquierda oficial, es decir, la izquierda que se mueve dentro del sistema y que funciona como parte del sistema, (…) cambia el programa con el que llegó al poder (y, por tanto, el que prometió hacer cumplir) por un programa neoliberal promovido por Estados Unidos (…). Los candidatos de izquierda que llegan al poder terminan, pues, sometiéndose a los dictados del FMI, y las pocas políticas que pueden aplicar a favor de la gente no cambia la esencia del problema”.
Es decir, para el ingeniero Aquiles Córdova, la verdadera opción del pueblo pobre no está en “la alternancia de partidos, creerlo así es caer en simplismos. Podemos quitar a Calderón y poner a López Obrador y las cosas no van a cambiar (…) yo les aseguro que, si López Obrador sube al poder, las cosas van a seguir igual o se pondrán peor”. Esto lo sustenta con el argumento de que “la democracia no está diseñada para permitir y propiciar los cambios que en algún momento pueda demandar el pueblo trabajador, sino todo lo contrario, para garantizar el statu quo y de las riendas del poder en manos de las clases dominadoras y privilegiadas”.
Pero no sólo eso, no se ha limitado a señalar las deficiencias de la supuesta izquierda, sino que ha explicado, en reiteradas ocasiones, la verdadera solución para que los pobres podamos cambiar nuestra actual situación de sometimiento ante el capital.
La clase política que necesitamos es “aquella que conozca la situación mundial y del país, pero, sobre todo, que conozca la verdadera base de toda sociedad, que es la economía del mundo y de México; que sepa qué es la productividad y cómo se eleva; que sepa lo que es la inflación y cómo se controla; que conozca cómo funcionan el Banco de México, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la organización Mundial del Comercio y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico; que conozca cómo se promueve el crecimiento del país, que variables puede mover sin consecuencias o con consecuencias positivas y cuales no se deben mover por los peligros que entrañan.
Necesitamos a un presidente que conozca la economía de México y del mundo, que sepa aprovechar los márgenes pequeños, estrechos, pero, al fin y al cabo, existentes, de la situación actual de México, que los aproveche con sabiduría y que haga cosas sensatas, serenas, inteligentes, meditadas y responsables para que México avance en la medida que estos tiempos lo permiten, sin andar con sueños de opio que nos lleven a una peligrosa aventura”.
Y precisamente en este contexto, el maestro Aquiles sentó postura respecto a eso que nuestro país requería, y requiere. “Antorcha no critica el discurso de López Obrador desde la derecha, no somos derechistas, lo criticamos desde la izquierda; lo criticamos porque es insuficiente, porque es falso y porque sabemos que, de llevarse a la práctica, las cosas en México empeoraran en lugar de mejorar. Por eso, no estamos de acuerdo con López Obrador”.
Suma y sigue. “Antorcha plantea que para sanar a México se necesita: primero, trabajo para todos; segundo, salario bien remunerado, que alcance al más pobres, al menos para mantener, educar, curar, y vestir a sus hijos; tercero, combatir la verdadera corrupción, la de los señores del dinero, cobrándoles más impuestos; cuarto, reorganizar el gasto público, es decir, obligar al gobierno a que cumpla con su deber social y económico dando servicios de calidad al pueblo”.
El maestro advirtió, a buen tiempo, que “si el día de mañana gana López Obrador y quiere pegarse un tirito con Antorcha, nosotros tenemos con qué defendernos, no solo con nuestra ‘honestidad valiente’ -que también la tenemos-, sino que contamos con la fuerza del pueblo organizado, que él no tiene, porque a él lo sigue una bola de oportunistas”.
Ítem más. “Hoy, en tiempos de la 4T, se ha puesto en circulación una novedosa forma de burlar la ley sin caer en falta pasible de castigo. Una forma que se ha hecho posible por el excesivo poder que concentra en sus manos el presidente. Su dominio absoluto sobre la mayoría de diputados y senadores que conforman el Congreso de la Unión, y con el poder Judicial milagrosamente alineado con el proyecto de la 4T, al presidente le resulta de lo más seguro y expedito modificarlo. Su gusto las leyes que lo limitan o estorban para poner por obra sus ideas y proyectos”.
Previsto todo esto, desde el año 2000, muchos antes de que Andrés Manuel llegara a la presidencia de México, Aquiles Córdova Morán, líder del antorchismo nacional, vio con ojo crítico sus errores y previó sus consecuencias en caso de seguir con la misma política pseudoizquierdista, y así sucedió.
Hoy en día vemos que pululan los beneficiarios de programas de transferencias monetarias, el número de pobres se ha incrementado peligrosamente junto con sus carencias que día a día se enconan más, las dichosas encuestas del presidente para evadir su responsabilidad, su desconocimiento total de economía al grado de llegar a decretar el fin del neoliberalismo, el desconocimiento de la ciencia y el uso de la moral, las políticas equívocas, la campaña de agresión mediática y física en contra de los antorchistas, hasta el abuso del poder digno de un dictador para utilizar organismo como la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) como garrote político o buscar desaparecer otros, como el INAI.
Todo esto fue advertido en reiteradas ocasiones y muchos no lo quisieron entender, muestra de ello es el libro “De la esperanza a la decepción”, escrito por el maestro Aquiles
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