La inflación está en niveles que no se habían observado en décadas, al 7.29%. Los elementos que han hecho que los precios de los productos estén altos son, fundamentalmente, el alto precio de los combustibles, que eleva el costo de producción y transporte de las mercancías, lo cual presiona al precio final de los productos; asimismo, el incremento del precio de los fertilizantes, lo mismo que la reducción drástica de la oferta, por ejemplo, de trigo, derivada de las absurdas sanciones que los Estados Unidos le han puesto arbitrariamente a los rusos, de lo cual se deriva, uno: un incremento del costo de producción de los alimentos que utilizan fertilizante ruso que ahora está más caro y, dos: un incremento del precio del trigo que eleva los costos de las harinas que se utilizan como materias primas para producir pan; finalmente, concentrar toda la inversión pública en tres inútiles obras y, al propio tiempo, generar un ambiente de incertidumbre, impiden el desarrollo integral del país, pues no hay dinero para inversión pública distribuida en todo el país, pero tampoco los incentivos adecuados para impulsar la inversión privada, por lo cual, no se generan nuevos empleos, se profundiza el desempleo (o se fortalece perversamente el empleo informal) y se promueve la fuga de capitales, lo cual presiona el dólar a la alza, incrementando con ello el costo de producción de todos aquellos productos elaborados con bienes importados o simplemente bienes de consumo directo.
Pues bien, el gobierno propone, como medida alternativa, los controles de precios en caso de que siga aumentando el precio de los productos, en el afán de que no puedan subir más allá de un determinado límite. El propósito de este artículo es tratar de explicar hasta donde nos alcance nuestra capacidad, en qué consisten los controles de precios y las repercusiones que puedan tener, para bien o para mal, dichos controles.
¿Qué es un control de precios? Mediante una ley o un decreto, se establece un precio máximo (también hay precios mínimos), por arriba del cual no podrán cobrarse los productos que entran en dicha ley o decreto. Supongamos que ponemos un precio máximo de la tortilla en 20 pesos, eso significa que no se puede vender por encima de 20 pesos el kilo de tortillas. Ese es un control de precios. ¿Por qué los gobiernos acuden a este tipo de medidas? En virtud de un incremento desmedido de la inflación que hace que los precios suban sin control; o bien, para limitar el accionar de acaparadores que especulan con determinados productos, que con el control de precios no pueden aprovecharse ventajosamente de la situación.
¿Qué dice la economía de mercado al respecto del control de precios? Que el control de precios representa una condición anormal que distorsiona el mercado. Cierto es que lo hace bajo el supuesto de que el mercado es un mercado perfectamente competitivo, es decir, que ninguna de las acciones de los productores tiene efecto sobre el precio de mercado, cosa que, como la misma realidad nos los dice, normalmente no sucede, pues casi siempre estamos ante mercados de por sí distorsionados. En México, en particular, privan los monopolios, duopolios u oligopolios, que imponen sus condiciones en el mercado y, por eso, sí se antoja utilizar el mecanismo de control de precios para acotar sus excesos.
¿Qué ventajas reconocen los fundamentalistas del mercado? El gobierno puede garantizar la accesibilidad de un determinado producto a la población al impedir que se venda por encima de un determinado precio que esté al alcance de la gente. Se combatirá la incertidumbre, pues una vez determinado el control se sabe que, como máximo, se podrá adquirir un producto a el precio establecido en el control. En el caso de que haya desabasto o escasez, el gobierno garantiza que el precio no se eleve de más y, aún con subsidios, se mantenga el control de precios establecido.
¿Qué desventajas reconocen los fundamentalistas de mercado sobre el control de precios? Si el precio establecido por el control está por encima del precio de equilibrio, entonces, los productores estarán dispuestos a ofrecer más productos de los que el mercado demandará, por tanto, se provocará un exceso de oferta; por el otro lado, si el control de precios está por debajo del precio de equilibrio, entonces, la demanda superará a la oferta (es decir, los productores no están dispuestos a ofrecer sus productos a bajo precio), por lo tanto, habrá un exceso de demanda que provocará escasez y, por lo mismo, presión para que se incrementen los precios. Ante el control de precios, en este último escenario de escasez provocada, puede desarrollarse un “mercado negro” en el que se vendan los productos por encima del precio oficial del control. Finalmente, si el costo de las empresas está por encima del precio de venta establecido por el control gubernamental, las empresas tenderán a bajar el ritmo de producción o, en el peor de los casos, a cerrar, con lo cual se provocará una disminución de la oferta de productos y, con ello, la presión para que se eleven los precios y, de igual manera, incentivos para el mercado negro.
¿Qué dice la teoría marxista al respecto? En el caso del a teoría marxista, la ganancia proviene de la plusvalía realizada, es decir, del trabajo efectuado y no remunerado que resulta de la capacidad que tiene la fuerza de trabajo de crear más valor del que ella misma cuesta, pues al trabajador no se le paga por el valor que realiza, sino por lo que cuesta reponer sus energías para ir a trabajar al día siguiente, que es, normalmente, mucho menor de lo que el mismo obrero produce. Así, la plusvalía, convertida en dinero, es la ganancia. Pues bien, al ser la plusvalía trabajo no remunerado, es justo que, en tiempos de crisis, ese trabajo social apropiado privadamente sea sacrificado por el propietario de los medios de producción y, por lo mismo, reduzca el capitalista sus ganancias (que en muchos casos son hasta insultantes), en aras de garantizar que la población, con pocos ingresos, tenga acceso a los productos con base en el control de precios.
Pues bien, este gobierno pretende poner un control de precios, si no consensa con las clases poderosas y lo impone, así nomás, no dudemos de que habrá escasez, mercado negro y precios por encima del control para alcanzar un poco de los bienes de la canasta básica. ¿Podrá este gobierno, que ha acusado de fifís, conservadores y neoliberales a los empresarios, llegar a un acuerdo con ellos? Se ve difícil, más por el capricho de palacio que por la capacidad de negociación de dichos empresarios. Ya veremos qué pasará en México.
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