La contaminación afecta la calidad de vida de las poblaciones más vulnerables, quienes sufren por la falta de agua en sus hogares, ambientes insalubres y problemas de salud derivados de esta condición. Hidalgo enfrenta problemas de contaminación del aire, agua y suelo, especialmente en la parte sureste del estado.
A pesar de que los problemas ambientales muchas veces se atribuyen al desconocimiento, la sobrepoblación, entre otros motivos achacados a la falta de educación ambiental de la población en general, la realidad es que estas causas, aunque influyentes, no son determinantes; la causa es económica y no puede ser resuelta por pequeñas acciones individuales o por acciones puramente legales y reformistas. El principal depredador es el modelo económico, dominado y dominado por los monopolios, los mismos que contaminan y agotan los recursos naturales.
Prueba de ello es el caso de la refinería “Miguel Hidalgo” de Petróleos Mexicanos (Pemex), la central térmica de “Francisco Pérez Ríos” y las cementeras de Cruz Azul, Cemex y Fortaleza, que además de contaminar la zona con emisiones al atmósfera, que no cumplen con las normas ambientales oficiales mexicanas. La refinería Tula, ubicada en el estado de Hidalgo, en un estudio presentado por México Evalúa es considerada como una de las centrales más contaminantes y peligrosas para la salud en todo México, ya que propicia la contaminación por la dispersión de dióxido de azufre y de partículas PM2.5, las cuales ocasionan enfermedades cardiovasculares, cerebro-vasculares, neurológicas y respiratorias; se estima que es la causante de 11 mil muertes al año.
En Hidalgo, como en todo el país y en la mayoría del mundo dominado por régimen capitalista, no hay, un modelo económico sustentable, que garantice el bienestar de toda la población y al mismo tiempo un mundo limpio y sano. Para lograr esto, se necesita que el pueblo organizado, obligue a los gobiernos a elaborar y poner en práctica, una estrategia integral de protección al ambiente y los recursos naturales
De acuerdo con el profesor investigador del cuerpo académico de planeación y análisis territorial de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Sócrates López Pérez, la refinería genera 269 mil 908 toneladas de dióxido de carbono, la central termoeléctrica 148 mil 792 toneladas y las cementeras 452 mil 418 toneladas de dióxido de carbono anualmente.
Otro grave problema en la entidad es la llegada de aguas residuales a Hidalgo desde la Ciudad de México y el Estado de México; entran por Atotonilco de Tula, desembocan en las presas “Endhó”, “Requena”, “Vicente Aguirre” y “Rojo Gómez”, para continuar por los ríos Tula y Moctezuma. Tan solo la presa Endhó almacena hasta 182 millones de metros cúbicos de agua. Estas aguas contienen hidrocarburos como gasolina, aceite, diesel, químicos altamente contaminantes como cianuro, plomo, iridio además de contaminantes como plaguicidas y herbicidas.
A diario ingresan a Hidalgo 4 millones 890 mil 240 litros de aguas residuales de la Ciudad de México y el Estado de México. Con ellas se riegan 62 mil 200 hectáreas de cultivo de 46 mil 511 productores del Valle del Mezquital de los municipios de Actopan, San Salvador, El Arenal, Ixmiquilpan, Santiago de Anaya, Progreso de Obregón, Chilcuautla, Mixquiahuala, Francisco I. Madero, Tezontepec de Aldama, Tula, Tepetitlán, Tlaxcoapan, Atitalaquia, Tezontepec de Aldama, Tlahuelilpan, El Cardonal, Alfajayucan, Tasquillo, Ajacuba y Tetepango, quienes siembran maíz, alfalfa, avena, cebada, brócoli, cilantro, haba, trigo, chile, coliflor, frijol y jitomate. Estos productos generan problemas de salud entre quienes los consumen.
En Hidalgo, como en todo el país y en la mayoría del mundo dominado por régimen capitalista, no hay, un modelo económico sustentable, que garantice el bienestar de toda la población y al mismo tiempo un mundo limpio y sano. Para lograr esto, se necesita que el pueblo organizado, obligue a los gobiernos a elaborar y poner en práctica, una estrategia integral de protección al ambiente y los recursos naturales, regulando a las corporaciones empresariales, y aplicando los recursos necesarios del gasto público (y de las propias empresas) dirigida y operada por profesionales honrados y técnicamente competentes. Es decir, se necesita un gobierno popular que ponga los intereses del pueblo por encima de los del sector empresarial.
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