La inflación en México es incontenible y se convierte, así, en un impuesto silencioso pero implacable en contra de los bolsillos de los trabajadores de México. El Inegi informó que la condición de la inflación ronda el 8.7 por ciento; sin embargo, esta no golpea lo mismo a los grupos con menos ingresos que a los grupos con mejores condiciones de vida.
Los datos proporcionados por el organismo autónomo son reveladores: la inflación que enfrentan los hogares con un ingreso menor a 5,190 pesos mensuales, es de 9.3 por ciento; los hogares que tienen un ingreso de 5,191 hasta 15,560 pesos al mes, también enfrentan una inflación del 9.3 por ciento; sin embargo, los hogares que tienen un ingreso entre 15,561 hasta 31,120, enfrentan una inflación del 8.9 por ciento y los hogares que tienen un ingreso de más del 31,121 pesos, enfrentan una inflación del 8.1 por ciento (El Universal, 25/10/22).
Estas diferencias se explican por el tipo de consumo en función de los ingresos. Como es de esperarse, las familias más pobres o de menores ingresos destinan una mayor parte de sus ingresos a los alimentos y bebidas. En promedio, los gastos de los hogares de México, con datos del Inegi de 2020, se distribuyeron de la siguiente manera: alimentos, bebidas y tabaco, 38 por ciento; transporte y comunicaciones, 19 por ciento; vivienda y combustibles, 11 por ciento; cuidados personales, ocho por ciento; educación y esparcimiento, ocho por ciento; artículos y servicios para la casa, siete por ciento; cuidados de la salud, cuatro por ciento; vestido y calzado, tres por ciento y transferencias de gasto, tres por ciento.
Sin embargo, según también las cifras oficiales proporcionadas por el Inegi, los grupos más vulnerables, es decir, aquellos que tienen menores ingresos, destinan el 47 por ciento de sus ingresos en consumo de alimentos, bebidas y tabaco (El Universal, 25/10/22), es decir, nueve puntos porcentuales por encima del promedio nacional y aquí estriba el problema, pues hay diferencias notables entre el incremento de los precios de los productos que conforman el rubro de alimentos, bebidas y tabaco en comparación con los demás.
Efectivamente, en términos generales y en promedio, el índice de precios y cotizaciones, que es el mecanismo que utiliza el gobierno para medir la inflación, en enero del 2021 era del orden del 3.5 por ciento; sin embargo, el mismo indicador para septiembre de 2022 era ya del 8.7 por ciento, es decir, un incremento del 5.2 por ciento. Ahora bien, el problema no para ahí, si se desagrega la inflación por rubros principales vemos lo siguiente: en el sector servicios la inflación es del 5.35 por ciento; energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, 5.88 por ciento; agropecuarios, 15.05 por ciento. Así se explica que a los pobres más pobres les pegue con más fuerza el incremento de los precios, pero sobre todo de los alimentos, pues con el 47 por ciento de sus raquíticos ingresos tienen que enfrentar un sobre precio del 15 por ciento.
Hagamos el ejercicio numérico para que quede más claro. Tomemos los datos proporcionados por el Inegi, y consideremos la categoría más baja, es decir, quienes reciben 5,190 pesos mensuales. Con base en ello, el 47 por ciento de ese monto implica que 2,439 pesos se destinan al rubro de alimentos. Con base en la información de la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad de México (Sedeco), que publica una información diaria de la canasta básica de 30 productos, el valor total de esa canasta, tomando en consideración la compra de una unidad (litro o kilogramo) de los 30 productos como arroz, aceite, azúcar, bistec, carne molida, aguacate, cebolla, entre otros, como mínimo se requieren 897, o como máximo 1,184 pesos por semana (no incluye papel de baño ni jabón ni servilletas, etc., solo productos alimenticios), esto significa que se gastarían al mes, como mínimo, 3,588 y como máximo 4,736 pesos, sin embargo, sólo por el nivel bajo de ingresos no alcanza para cubrir ni siquiera el mínimo que representa 3,588, pues a los 2,439 que destinan a alimentos, bebidas y tabaco le faltan 1,149 pesos para completar; si nos referimos al precio máximo, hacen falta 2,297 pesos.
A esto hay que agregarle el costo de la inflación, es decir, representa una pérdida del 15 por ciento, o sea, con la inflación los mexicanos con menores ingresos pierden, por los sobre precios, 318 pesos.
“Los productos de la canasta básica son los primeros que ven mermas. Gabriel Pérez del Peral, profesor investigador de la escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, indica que las familias que perciben entre uno y dos salarios mínimos (el 60,7 por ciento de los empleados en el país) son quienes más padecen de esta merma del poder adquisitivo. “Por ejemplo, el aceite vegetal que es base de la cocina en México, ha llegado a su nivel más alto de los últimos once años”, comenta en entrevista.
De acuerdo con el especialista, el 80 por ciento de los productos y alimentos preferidos en la cocina mexicana se transportan por vía terrestre, por lo que el aumento en el precio de los hidrocarburos, así como el gas licuado de petróleo, han tenido una incidencia directa en la inflación” (El País, 14/03/22).
A la falta de una estrategia agropecuaria clara, a la disminución de la inversión pública y privada, en el caso de la pública concentrada en sólo tres megaproyectos inútiles; a la falta de una seria inversión en la ciencia, la tecnología y la innovación, que resulta de la falta de una política clara de ciencia y tecnología; a los fracasos de las dos intentonas de políticas de contención de precios; a la falta de control en el precio de las gasolinas que nos llevó a observar precios nunca antes vistos (y que alguien del grupo parlamentario de Morena nos hizo saber que la inflación del 9 por ciento que vivimos en México no es tan grave como la de otros países…), nos llevan a la conclusión de que el pueblo de México está pasando hambre y se está agudizando su condición de vida, su miseria.
Por ello, se refrenda la necesidad de que el pueblo mexicano voltee sus ojos al ejemplo de desarrollo propuesto por el socialismo con características chinas, pues ha logrado erradicar la pobreza en aquel Gigante Asiático y ahora se propone un desarrollo sostenido y el combate permanente a la pobreza. En ese sentido, es el Movimiento Antorchista Nacional quien puede lograr el proyecto de un país más justo, más próspero, más desarrollado y más equitativo. Llamamos al pueblo de México a construir una sociedad distinta que distribuya mejor la riqueza, que desarrolle al país y que erradique la pobreza, de tal suerte que se construya una sociedad modestamente acomodada, como proponen el PCCh, pero con características mexicanas. ¿Se puede? Sí, con la condición de que el pueblo se eduque y se organice en el Movimiento Antorchista Nacional. La carestía se acabará en la medida en la que cambiemos el modelo económico, pues el de la 4T ya muestra signos claros de fracaso y descomposición.
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