Toda persona tiene derecho a la educación. El Estado -federación, estados, Ciudad de México y municipios- impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior. La educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, conforman la educación básica; ésta y la media superior serán obligatorias, la educación superior lo será en términos de la fracción X del presente artículo. La educación inicial es un derecho de la niñez y será responsabilidad del Estado concientizar sobre su importancia. Así reza el artículo tercero constitucional, con respecto a la educación.
Los programas de reparto de dinero entre la población necesitada registran un antecedente de casi 50 años y en esta administración de primero los pobres, la educación también es cliente de viejas prácticas.
El actual presidente Andrés Manuel López Obrador, en su afán de retener el poder, ha utilizado como carnada esa vieja práctica característica de los gobiernos anteriores de los que tanto se queja. En su administración, la educación ha sufrido recortes anuales graves; desapareció las Escuelas de Tiempo Completo, entre otros programas educativos, y los recortes a la educación no han cesado. López Obrador se ha aprovechado de la ignorancia del pueblo y les ha intercambiado aulas, desayunos escolares, deporte, cultura y ciencia por un discurso demagogo, falso, ilusionista; y doy argumentos para lo que afirmo.
En 2019, cuando entró en operación el programa de La Escuela es Nuestra (Leen), parecía ser un programa menor de infraestructura escolar con el sello de la administración federal actual, la transferencia directa de recursos a las comunidades escolares. Se buscaba lograr la participación directa de las familias en los asuntos de la escuela y particularmente en el uso de estos recursos para las mejoras urgentes y necesarias de infraestructura en los planteles.
Con el desgastado discurso de que ahora los apoyos serán directos, el presidente, por medio de su estructura conformada al vapor en los municipios, forma comités de padres de familia para que administren dichos recursos que cabe mencionar no son ni de lejos la solución a un problema menor de ninguna escuela rural y si a esto le agregamos que la gran mayoría de mexicanos que viven en zonas rurales que son consideradas de alta marginación se debaten entre la miseria y la pobreza, estos apoyos directos terminan volviéndose polvo en las manos de campesinos y amas de casa que todos los días se enfrentan en lucha campal por sobrevivir.
Hoy en día, el programa de La Escuela es Nuestra se ha convertido en parte de la política pública educativa insignia del gobierno federal, con un estimado de 27 mil millones de pesos para 2023. Ahora no es solo un programa de infraestructura, sino también el vehículo que ha elegido el gobierno para dar continuidad a las escuelas de horario extendido y servicio de alimentación. Este programa ha demostrado ser una farsa y el objeto de simulación en detrimento de los derechos de los niños y adolescentes.
La educación en México debe dejar de ser papel remojado y convertirse en la herramienta que ayude a elevar la calidad de vida y el nivel de conciencia de todos los mexicanos, pero esta no vendrá sola, es necesaria la suma de fuerzas consientes y organizadas para reivindicar el derecho a la educación que tanta falta le hace a nuestra querida patria.
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