Abundan en el país funcionarios que no se dan cuenta o pasan por alto que el país arde bajo sus plantas, y todavía le echan más gasolina al fuego. Pasa exactamente esto en el estado de Hidalgo, lugar de una larga, larguísima tradición de domino caciquil por quienes controlan y estorban el desarrollo de los hidalguenses. A eso ese debe el poco, escaso desarrollo que distingue a esa entidad como una de las más atrasadas de la república y donde la pobreza se extiende imparable, sin que nada la detenga.
En esta situación de desesperación para las masas, cada vez más golpeadas en su nivel de vida, las autoridades de gobierno se dan el lujo de reprimir, golpear y encarcelar a quienes piden, con razones suficientes, la atención mínima a las necesidades de los sectores de la población urbana y campesina que ocupa los últimos niveles de atención por los gobernantes en turno.
El pasado 17 de junio fue detenido y remitido con urgencia al Cereso de Pachuca, nuestro compañero y dirigente antorchista, limpio y reconocido luchador social de años, Domingo Ortega Butrón, dirigente de la Cooperativa Antorchista de Transportes del Valle, acusado por la Secretaría de Movilidad y Transporte por el delito de ataques a las vías de comunicación, cometido según las autoridades, en 2019.
A tres años de que supuestamente ocurrió el delito, podemos afirmar, categóricamente, que la acusación es completamente falsa, pues en esa ocasión Domingo Ortega encabezó una petición a las autoridades de transporte del estado con el fin de que resolvieran a sus representados transportistas, asuntos relacionados con su actividad de trabajo como la autorización de nuevas rutas. Todo legal, solo que a las autoridades en general no les gusta, les molesta que las presionen con comisiones de la población interesada o necesitada.
El colmo fue que unidades de autotransporte de la cooperativa que representa el compañero trasladaron el 14 de junio a un grupo de estudiantes de los albergues indígenas y profesores al Palacio de Gobierno en Pachuca a solicitar a las autoridades la entrega del apoyo a los albergues de estudiantes indígenas y el pago de 30 meses de salario que les retiene el gobierno de la entidad a 40 profesores del Bachillerato Coronel Nicolás Romero. Con bailes y danzas autóctonas frente a Palacio, animaron los estudiantes peticionarios su solicitud. La respuesta no fue precisamente amable: un numeroso grupo de trogloditas de las fuerzas del orden los disolvieron, golpearon, detuvieron y secuestraron unidades del autotransporte que los llevó al lugar.
Tres días después, el 17 de junio para ser precisos, la trampa estaba puesta. En su calidad de representante legal de las unidades secuestradas por la autoridad, citaron a Domingo Ortega en las oficinas de la Secretaría de Movilidad y Transporte con el señuelo de entregar las unidades, pero al llegar, en vez de eso, fue apresado por la policía ministerial con el argumento de la acusación formal y orden del juez por el delito referido. Desde entonces se mantiene preso, por órdenes del Gobierno estatal a Domingo, sin permitirle, siquiera, llevar su proceso en libertad como lo prevé la ley al no ser tipificado como grave el delito por el que falsamente lo acusan.
¿Qué hacer ante tanta falsedad y mala entraña e inquina de las autoridades que rechazan incluso con represión, golpes y cárcel (en ocasiones no dudan en desaparecer o asesinar a luchadores sociales) a quienes encabezan las solicitudes no atendidas y tampoco resueltas a la población? El quehacer inmediato y permanente es la denuncia clara y contundente dirigida a toda la población de México, en primer lugar explicando, haciéndole entender que es inútil de toda inutilidad seguir votando por los que nos tienen con la bota sobre el cuello. La clase política del país –la de todos los partidos políticos- en los últimos 40 años por lo menos incluido el régimen de Morena, nos ha conducido al declive y a un pantano que quién sabe cuando podremos superar.
Nuestra segunda tarea, a la par con la primera es luchar, organizarnos por miles y millones los mexicanos que amamos sinceramente esta patria grande y buena, organizarnos para crear y hacer crecer el partido político del pueblo, de todo el pueblo de nuestro país rico en recurso naturales y en el talento y trabajo de todos sus hijos para que el pueblo organizado gobierne desde la presidencia de la república y empezar de esta manera el verdadero desarrollo para todos.
Lo último que no debemos dejar de hacer por ningún motivo: seguir enarbolando las banderas de lucha de los que vivimos en este país sin cansarnos jamás, gobierne quien gobierne hasta que sea el momento que el pueblo llegue al poder. Pedimos mejor educación, salud, salarios justos y que el gobierno actual haga lo que ordena la Constitución, garantizar la vida de todos los mexicanos, terminar con la tortura y el miedo que sentimos. ¡Compañero Domingo Ortega Butrón, continuaremos tercamente reclamando tú libertad hasta conseguirla!
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