La desesperación del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por sentar las bases para que su partido siga llevando las riendas del país, es cada vez más evidente, más descarada y más cobarde. Su afán por tener el control de todo el poder del país en sus manos lo ha llevado a cometer actos verdaderamente antidemocráticos, que miles de ciudadanos reprueban y condenan a tal grado de llegar a provocar que los mexicanos se enfrenten, unos con otros, como en la reciente protesta del pasado domingo 28 de mayo, en la que miles de ciudadanos marcharon bajo la consigna de que “la Corte no se toca” y en su paso desalojaron el plantón instalado por simpatizantes del presidente frente a la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Esta manifestación, en defensa de la SCJN, provocó de nuevo el enojo del inquilino de Palacio Nacional, tachando a los manifestantes, ciudadanos libres y pensantes, de prepotentes por haber quitado las pancartas de sus seguidores y de querer provocar actos violentos.
Pero vale la pena preguntarse, ¿quién es el principal promotor de odio y de violencia en México? La respuesta es clara y está frente a todos, el propio presidente de México es quien, desde las mañaneras, promueve e incita a la confrontación.
Los desacuerdos con el Poder Judicial iniciaron con la controversia de la ministra de la SCJN, Yasmín Esquivel, sobre el plagió de la tesis con la que obtuvo, en 2009, el grado de doctora en Derecho por la Universidad Anáhuac, una escuela privada de México.
Esquivel era la favorita de AMLO para ocupar la presidencia del máximo tribunal del país, pero para ese puesto fue elegida la ministra Norma Lucía Piña Hernández, funcionaria no alineada a la política del jefe del Poder Ejecutivo, y quien ha sostenido sus desacuerdos con los planteamientos del presidente señalando que se debe gobernar con estricto apego a la ley y no por mero “populismo”.
En esta nueva embestida en contra de una institución pilar de la democracia en México, López Obrador acusó que el Poder Judicial pretende dar un “golpe de estado técnico” en contra del Poder Ejecutivo, lo anterior, debido a las recientes suspensiones definitivas que un Juez Primero de Distrito en Mérida concedió para frenar la tala o desmonte de arbolado y vegetación en los tres tramos 3, 4, 5 Norte y 6 del Tren Maya, obra faraónica de presidente.
Como se ha visto, todo aquel que no esté de acuerdo con las ocurrencias del presidente será perseguido, no directamente por él, sino por sus fieles seguidores, aquellos a quienes les ha quitado cientos de programas a cambio de darles dinero y que se niegan a ver la realidad.
Ya se vio como atacó al INE, al INAI, a periodistas, intelectuales, organizaciones sociales como el Movimiento Antorchista y ahora la batalla está en contra de la SCJN.
Urge detener las ambiciones de Morena de querer concentrar el poder en una sola persona, urge que el pueblo se politice y luche en contra de la dictadura que, disfrazada de buenas intenciones, quiere imponer el inquilino nacional.
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