El 8 de marzo de 1975 quedó grabado en el calendario universal como el Día Internacional de la Mujer, para hacer mención de los logros alcanzados hasta entonces en el mejoramiento de las condiciones de la mujer, principalmente en algunos países de Europa y Estados Unidos.
Esto fue resultado de destacadas mujeres revolucionarias entre las cuales figura Rosa Luxemburgo, quien fue economista, alumna del gran teórico y luchador Carlos Marx, creador del Socialismo Científico. Su lucha por los derechos de igualdad entre hombres y mujeres quedó plasmada en su famosa frase programática ”por un mundo donde hombres y mujeres seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y socialmente libres”.
La recordamos con respeto y admiración por su gran aportación. Así como ella han existido otras mujeres y hombres que conscientes han apoyado la lucha del género femenino.
Federico Engels, en su obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, que data de 1884, escrito un año después de la muerte de su entrañable amigo, Carlos Marx, demostró con base a los descubrimientos históricos de su época sobre la sociedades más antiguas, que el sometimiento de las mujeres no es un hecho natural, sino que ha surgido con el desarrollo social y económico de las sociedades antiguas, cuando la sociedad se dividió en clases sociales donde unos trabajan y otros se apropian y concentran las riquezas producidas por el trabajo y nace la propiedad privada en manos de los que dirigen la sociedad.
En la actualidad, en el sistema Capitalista, la mujer sufre una doble explotación, la del trabajo que realiza en el hogar y el que ejecuta en la fábrica, en el campo, o en cualquier sector, para ganar su sustento y el de su familia, y más si estas mujeres están solas y tienen que sacar adelante a sus hijos.
Cuando la gran industria contrata a la mujer, está es sometida a una serie de vejaciones, maltrato, humillaciones y es víctima de discriminación salarial. La mujer por lo tanto hasta dentro del ambiente laboral es discriminada y amenazada de perder su empleo si trata de salirse de los límites que se le imponen.
La mujer obrera ha sido capaz de aguantar las dos extenuantes jornadas de trabajo: la de la fábrica o vender en la vía pública de manera informal, por ejemplo, y la que le espera en casa para atender su hogar, cuidar a sus hijos y realizar las necesidades apremiantes, como son las labores domésticas.
A lo largo de los tiempos las mujeres han luchado por su liberación, aunque no siempre con claros objetivos, pues centran el punto de su ataque en el sexo masculino, olvidando que el sistema económico que impera es el causante de su marginación y explotación.
Contrario a esto, en países más progresistas y avanzados como Rusia, y los países socialistas como China, Cuba, Corea del Norte, sí se aplica la protección por parte del Estado a las mujeres.
El próximo 8 de marzo miles de mujeres saldrán a las calles en distintas ciudades de los estados de nuestro país, para denunciar todas las injusticias que se cometen contra ellas, como los feminicidios, que en este sexenio han crecido de manera alarmante, y para pedir respeto a sus derechos que están establecidos en la Constitución de nuestro país.
Y qué sucede en la Ciudad de México, centro del país y lugar dónde reside el poder federal, con un gobierno morenista, con un presidente que aseguró ser el más feminista de la historia de nuestro país, ¿qué veremos en realidad este 8 de marzo? Un Palacio Nacional amurallado con protección de acero contra la protesta enérgica de las mujeres ¿es esto ser feminista?
Una de las demandas que todos los años distintos grupos de mujeres enarbolan, es precisamente el problema tan grave de los feminicidios, que aunque este gobierno niegue los datos, que aunque maquille las cifras, sabemos que “en los últimos seis años se han cometido 16 mil 570 homicidios dolosos contra mujeres y cinco mil 556 casos de feminicidios, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ( SESNSP). Unos diez feminicidios por día”, Buzos de la Noticia, 4 de marzo de 2024.
Este es el país de “abrazos no balazos” impuesto por el gobierno morenista, un país donde se golpea a los pobres y a las mujeres, y que en los hechos viene aplicando medidas que dañan a las mujeres mexicanas, como la desaparición del Instituto de Desarrollo Social (Indesol) y su principal programa de atención a Mujeres Víctimas de Violencia, y las estancias infantiles también desaparecidas, con lo que dejó en abandono a las madres trabajadoras y violentó el derecho de los menores al cuidado.
Estas acciones desnudan a este régimen. La sociedad exige a la 4T acciones materiales contundentes, en la protección a la vida y seguridad de todas las mujeres del país entero y castigo enérgico a todos sus depredadores, los causantes de feminicidios, de agresiones, violencias físicas y maltrato a los hijos de las madres víctimas de estos delitos.
Esto es lo que exigimos no sólo las mujeres sino los hombres que formamos las filas del Movimiento Antorchista Nacional: Castigo a los asesinos y secuestradores de mujeres.
Pero la triste realidad nos dice que la justicia a la mujer, pedida a gritos a lo largo de la historia, será lograda a través y sólo mediante una lucha enérgica, firme, tenaz, contra gobiernos como el actual que desprecian las banderas y propuestas para un mejoramiento real en la condición de la mujer.
Levantad los brazos hermanas,
y hacedlo con toda nuestra fuerza
por las que estamos,
con furia por las que no están
y con esperanza por las que
vendrán.
Levantad los brazos y estar listas
para ensuciarnos de barro…
porque la lucha no va a ser limpia
ni fácil.
Levantad los brazos
las manos y la cara,
que esta es nuestra lucha y no
pensamos aceptar una derrota
como resultado final.
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