¡Trabajadores del campo,
forjadores de la tierra!
El Ejército del pueblo
os respeta y os venera.
Os ayudará si es preciso
a recoger la cosecha,
porque la cosecha es parte
del triunfo de nuestra guerra.
Tú, con tus manos callosas,
labras, siembras, recolectas
frutas, verduras, el trigo
donde saldrá el pan que ofrezca
el sustento a tus soldados
para seguir la pelea.
Tus soldados te prometen,
como premio a tus proezas,
ser disciplinados, nobles,
y al mismo tiempo ser fieras
para aplastar al fascismo,
para aplastar a la hiena
que chupaba tu sudor
y nunca te abrió la escuela.
Lucharemos los soldados
porque tuya sea la tierra,
que eres el que la trabajas
y el que haces que tu fruto ofrezca
con el que la Humanidad
toda con él se sustenta.
Con nuestro limpio fusil
y con la hoz que tu siegas,
con la ayuda del martillo
y la ayuda de la ciencia,
todos, con el puño en alto,
terminaremos la guerra.