Las redes sociales, las pantallas televisivas, las primeras páginas de los diarios registraban a miles de mujeres tomando las calles de las principales capitales del mundo, de ciudades grandes y pequeñas, que recibieron oleadas de mujeres, niñas, adolescentes, jóvenes, adultas, unidas en ese caminar, gritar y protestar.
Sí, protestar contra los gobernantes y sus políticas, algunos de esos gobernantes son mujeres. Contra los cuerpos policiacos ¡oh contradicción!, vimos mujeres que eran golpeadas y arrastradas por policías mujeres, como Monterrey, Nuevo León. Protestaban contra leyes injustas que las cosifican y, sobre todo, contra la violencia.
Contra la violencia que no para y que no se hace nada para detenerla. Se incrementa el número de feminicidios diarios, de desaparecidas, de mujeres violentadas, agredidas, golpeadas, discriminadas, despedidas de su trabajo, desestimadas, que no son escuchadas, abandonadas a su suerte por su condición de ser mujer.
Las políticas públicas, los programas y la infraestructura creada para atender parte de esta problemática ha sido abandonada, censurada e incluso atacada por quienes deberían cuidarla y promoverla, al grado de desmantelarla, recordemos las estancias infantiles, las casas de las mujeres violentadas, las escuelas de tiempo completo.
Este eco, este ruido ensordecedor de miles de pasos que caminan y retumban en edificios, oficinas, palacios gubernamentales por protegidos que se encuentren– han llegado a las escuelas, a las casas de estudio; es triste enterarse de que en los jardines de niños se ultrajan a las niñas; en las primarias, secundarias, bachilleratos, en las universidades, a las alumnas, a las mujeres.
Los noticieros, periodistas, analistas dan cuenta del incremento en número y en contenido de las protestas, aventurando explicaciones que tienen que ver con la idea que como parte de su trabajo les permiten y les interesa transmitir según el medio para el que trabajen.
Pues aquí, en el trabajo de informar, trabajo del periodista (mujer u hombre), como allá en el trabajo de ejercer la violencia para mantener el orden, trabajo del policía (mujer u hombre), o en el trabajo de atender o no la solicitud de una paciente que va a dar a luz, o que necesita suspender la gestación, trabajo del médico (mujer u hombre), de la enfermera (mujer u hombre).
Lo mismo sucede con el trabajo de hacer justicia, trabajo del juez, del juzgador. Juzgó los hechos, el atacante de la mujer saxofonista María Elena Ríos “Malena”, es sentenciado a prisión. Se le detiene y encarcela. Otro juzgador, juez, le concede amparo y es liberado ¿?
Describir así los hechos, la realidad de los acontecimientos, me permite decir al posible lector (mujer u hombre) que el fenómeno que está delante de nosotros es la expresión de la decadencia del sistema de producción para el mercado. Es decir, se agotan las posibilidades de extracción de ganancia del obrero por parte del dueño, del poseedor del capital.
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Y ante esto, la tarea, el trabajo de obtener la ganancia del capital invertido se vuelve más exigente, sin importar que el productor de la ganancia, el obrero enfrente el deterioro cada vez mayor de su bienestar. Pues al dueño del capital esto le tiene sin cuidado, obnubilado por su hambre de ganancia.
Usé el término obrero, productor de la ganancia. Antes diferencié periodista (mujer u hombre), policía (mujer u hombre), médico (mujer u hombre), solo para contrastar al hablar del obrero, y darnos cuenta de que el término, la palabra, el concepto engloba, define al obrero varón y a la obrera mujer.
No, no se trata de que estas grandes manifestaciones quieran, pidan, exijan, se cambie la semántica y se adopten palabras que visualicen a la mujer, o que se le den más espacios en la dirección de la fábrica o en la dirección de la política, la famosa igualdad de género, porque no es un problema de género. Se trata de escuchar el caminar, los pasos en las calles de miles y miles de mujeres que están cansadas, y que deben tomar conciencia de su fuerza, como parte de la clase obrera. Su clase.
Entonces visualizará su salida y su grito de protesta, su manifestación y su voto será para que gobierne la clase obrera.
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